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Juan Luis Fernández (Polanco, 1962) podría hablar de la Universidad de Cantabria durante horas. Podría hacerlo sin parar, alternando grandes hitos académicos con ... pequeñas anécdotas, explicando así los 50 primeros años de vida de la institución. Ahora, Fernández ha volcado en el libro 'Cantabriae Universitas, 1972-2022' todo su conocimiento tras bucear durante un año en archivos, bibliotecas, hemerotecas –incluida la de este periódico– y también en la memoria de los protagonistas de esta «historia de éxito». La historia de la UC.
El libro, uno de los acontecimientos centrales de los actos del cincuentenario, lo presentaron este jueves el rector, Ángel Pazos; Óscar Sánchez, director comercial Empresas Cantabria y Asturias de Banco Santander, y el propio Fernández. El volumen se presenta como un completo recorrido por la aún breve existencia de la Universidad, cuajado de datos, planos, reflexiones, imágenes y agradecimientos. Con 443 páginas, el libro pesa lo suyo, pero es que el relato de la UC también pesa, y mucho, en la historia de la comunidad autónoma.
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«La UC nació hace 50 años porque era una universidad muy querida y por la que se luchó mucho en Cantabria. Y luego ha sido una universidad muy transformadora de la región», evoca el periodista e historiador. Con las «fuerzas vivas» de toda condición remando a favor de constituirla, su creación se logró en 1971 y se materializó un año después. «Ese montañesismo que luego se convirtió en regionalismo con la Transición consiguió algo que ha transformado la región en un sentido social», continúa Fernández. Porque la UC ha procurado la posibilidad de acceder a la educación superior a quienes se veían privados de ella por razones, «fundamentalmente», económicas.
Junto a este planteamiento, otras tres tesis vertebran en el libro a propuesta del autor. Además del provincialismo, Fernández se apoya en la idea de que la UC ha sido un gran catalizador para la transformación social y económica de Cantabria. «El 90% de las cosas que Cantabria sabe de sí misma, y están en su propia conciencia histórica y cultural, son inexplicables sin el esfuerzo investigador y editorial de la UC».
En 'Cantabriae Universitas' subyace la idea de que la UC es fruto de una labor conjunta y sostenida en el tiempo. Es lo que Fernández llama la tesis de la continuidad. «La percepción interna es que hay más distancia entre periodos y mandatos, pero con mis investigaciones veo que cada rector no es destructivo con respecto al legado que hereda. Coge lo anterior y le imprime su propio sello, pero sin dejar de desarrollarlo, y así se han ido haciendo centros, inversiones... y se ha mantenido el espíritu que ya inicialmente tuvo José María Trillo de Leyva [uno de los primeros presidentes de la Comisión gestora de la institución] de crear una universidad muy investigadora e internacional», reflexiona Fernández. Si Trillo de Leyva tuvo en mente una UC inspirada en la Universidad Mijaíl Lomonósov de Moscú «por su calidad en la selección del personal y en la investigación», todos los rectores que le han sucedido hasta llegar a Ángel Pazos han mantenido esa voluntad de crear «una universidad internacional» y muy puntera en la práctica científica.
La continuidad se percibe también en hitos clave de la historia de la UC, como la constitución de su campus. Tras el intento fallido de llevar a Las Salesas la Facultad de Filosofía y Letras –y quizá la de Derecho–, el por entonces rector José Miguel Ortiz Melón negoció «muy duramente» en Madrid el compromiso de levantar en Los Castros el edificio Interfacultativo y extender allí el campus. Lo logró. Su sucesor, Francisco González de Posada, recogió el testigo y siguió con las obras, además de poner en marcha los Cursos de Verano o empujar la creación de la Facultad de Económicas y Empresariales. Después, José Mª Ureña mantuvo esos planes y añadió otros destinados a impulsar la internacionalización de la UC, como el Grupo Santander Universidades... Así, mandato a mandato, puede decirse que Eunice, la gran universidad europea que ahora empuja la UC, bebe de muchas decisiones previas.
Personalmente, este libro ha sido una «experiencia intelectual» de primer orden para Fernández. Su lista de agradecimientos es enorme. «Ha sido muy emocionante porque es la historia de un éxito colectivo». Y tras esta «buena salida», ahora solo quedan por contarse los siguientes 50 años.
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