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El laberinto de los cambios internos
Relevo generacional y tecnológico

El laberinto de los cambios internos

El hospital convivió con obras durante 16 años y fue adaptando los servicios desplazados a cada fase de la reforma hasta que se estrenaron las Tres Torres y ahí arrancó el macrotraslado que vació la Residencia

Ana Rosa García

Santander

Domingo, 10 de noviembre 2024, 07:39

Si la vista de Valdecilla desde el alto de Cazoña ha sufrido una transformación casi total en el último cuarto de siglo, los cambios en su interior no han sido menos. Quien tenga la suerte de frecuentarlo poco es probable que se pierda en el laberinto de niveles, pasillos y enlaces, especialmente si no sale por el mismo sitio por el que entró. Es consecuencia, de un lado, del propio desnivel de la parcela en la que está distribuido el complejo y, sobre todo, del proceso de adaptación a los más de 16 años conviviendo con las obras. Sin perder de vista las dimensiones del propio hospital, donde el tránsito diario de personas –unas 13.000 entre trabajadores, pacientes y familiares– es superior a la población del 90% de los municipios de la región.

El fin de la construcción de las Tres Torres, que se había retomado en 2014 de la mano de Ferrovial-SIEC (Smart Hospital), es uno de los grandes hitos de la historia reciente de Valdecilla. «Se llevó a cabo una ambiciosa reestructuración y modernización de las instalaciones», destaca César Pascual, el gerente en aquella época. «Una de las mayores iniciativas fue el nuevo edificio de hospitalización, con el objetivo de proporcionar un entorno más cómodo y accesible para los pacientes». Dotado con 360 habitaciones, la mayoría individuales, tiene una superficie construida de 86.700 metros cuadrados, distribuida en doce plantas que enlazan con el bloque 2 de Noviembre. Pero la obra, basada en un diseño definido diez años antes, «requirió una revisión, con el objetivo no solo de mejorar las habitaciones, sino también de optimizar la atención médica y facilitar la labor del personal sanitario», señala. Al tiempo, se introdujeron «mejoras en equipamiento tecnológico», caso de Radiodiagnóstico y de los nuevos laboratorios para Anatomía Patológica y Análisis Clínicos, y «mejoras en la calidad asistencial y la atención centrada en el paciente, siguiendo el compromiso que siempre ha guiado al hospital cántabro con la excelencia y la innovación».

Esta etapa, como explica el ahora consejero de Salud, «también se caracterizó por un notable impulso en las actividades de investigación del hospital». La acreditación como instituto de investigación sanitaria del Idival fue el hito más importante –se concedió en 2015 y se renovó en 2020–. En la legislatura anterior, se había habilitado la sede del Ifimav (después Idival) en el antiguo edificio de Rehabilitación anexo a la Residencia Cantabria. Y también en aquella época nació el Hospital Virtual (2009), un referente internacional en innovación y entrenamiento de alto rendimiento para profesionales. «La apuesta por la formación cualificada específica del personal sanitario» continuó en el mandato de César Pascual, que estuvo marcado por la obra de las Tres Torres. Sin embargo, no pudo disfrutar de su inauguración como gerente porque las urnas devolvieron el poder a la alianza PRC-PSOE, con la consiguiente cadena de relevos en los puestos directivos de Valdecilla. Su sucesor fue el neurólogo Julio Pascual, cuyo equipo tuvo que ejecutar el macrotraslado al nuevo Valdecilla, que recibió a sus primeros pacientes a finales de 2015.

Las claves

  • Hitos En 2009 se creó el Hospital Virtual Valdecilla y en 2015 el Idival recibió su primera acreditación como instituto de investigación sanitaria

  • Reorganización Al abrir las Tres Torres, el servicio de Oftalmología se llevó a Liencres y regresó el de Ortopedia, desplazado tras el derrumbe de 1999

  • Maternidad El nuevo Valdecilla también absorbió toda la actividad de la Residencia Cantabria, que se clausuró de forma definitiva en el año 2016

La nueva maternidad

Poco a poco se fue absorbiendo toda la actividad de la vieja Residencia, cuna de los cántabros durante casi medio siglo. Se instaló en las Tres Torres el hospital materno-infantil, con un bloque obstétrico de alta resolución, un quirófano en planta para cesáreas y una moderna Unidad de Neonatología. Sin duda, el área de partos fue lo que trajo más novedades, teniendo en cuenta que las instalaciones de la Residencia se habían quedado completamente obsoletas.

El primer cambio para las embarazadas fue el propio funcionamiento del servicio de Obstetricia, pues todo el proceso del parto pasó a realizarse en una misma habitación, las llamadas UTPR (Unidades de Trabajo y Preparación al Parto) –son diez–, con las que se ganó en intimidad y en comodidad. Además, la planta de maternidad –alojada en el cuarto piso de la torre D (la más próxima a la Escuela de Enfermería)– se dotó de 24 habitaciones individuales, equipadas con baño completo y sofá-cama para acompañante. Una diferencia que supieron apreciar más quienes ya tenían la experiencia de haber dado a luz en la Residencia. Con el nacimiento del bebé Ahmed Adam, el 14 de mayo de 2016, se estrenó la maternidad de las Tres Torres, y ese mismo día se cerró del todo el emblemático edificio que vio nacer a más de 250.000 cántabros desde su apertura el 1 de agosto del año 1969.

También se trasladaron al nuevo Valdecilla las consultas (a la primera planta) y las Urgencias pediátricas, que en este caso se situaron en paralelo al servicio de Urgencias de adultos (justo detrás del Edificio 2 de Noviembre). Y a finales de 2016 se abrió también la nueva Unidad de Reproducción Asistida, que supuso una inversión de casi un millón de euros. Poco antes, se había decidido otro movimiento que, de entrada, no gustó demasiado a los afectados –ni a profesionales ni a pacientes–: el traspaso de Oftalmología al Hospital de Liencres, junto a la cirugía ambulatoria de otras especialidades. En cambio, en la reorganización volvió a Valdecilla, para unificarse nuevamente con Traumatología, el equipo de Ortopedia, que había sido desplazado a Liencres en la reubicación forzada por el derrumbe de 1999.

También hubo cierto revuelo cuando se anunció el cierre del psiquiátrico de Parayas y la derivación de su actividad a Liencres. «El coste de esta actuación, que mejoró sensiblemente la calidad de la hospitalización de estos pacientes, fue de aproximadamente 70.000 euros y supuso un ahorro (por lo obsoleto de las instalaciones y su dispersión) de casi 900.000 euros anuales», señala Julio Pascual, en el repaso de sus años como director. Una etapa en la que destaca una inversión de 12,9 millones en alta tecnología, que incluyó un acelerador lineal de radioterapia, un PET y un robot quirúrgico (Da Vinci), entre otros equipos. También se estrenó en 2018 la nueva farmacia hospitalaria, desde la que se dispensan cada día medicamentos a alrededor de 800 pacientes (el gasto mensual en fármacos ronda los siete millones de euros), y que incorporó un carrusel semiautomático de almacenamiento. Asimismo, hubo otras dos mejoras tecnológicas en este mismo periodo. La primera, «la implantación de la historia clínica electrónica en prácticamente todos los servicios del hospital (solo quedó pendiente Pediatría y UCI, que lo han incorporado recientemente), cuyos trámites ya había iniciado el equipo anterior». Y, la segunda, el sistema de gestión de turnos (o pase y espera) en las consultas de Valdecilla Sur. Desde entonces, son los tíques expedidos en las máquinas los que indican el orden y el correspondiente número de consulta en las pantallas de las salas de espera, contribuyendo a la intimidad de los pacientes, a los que hasta entonces se les llamaba en voz alta por su nombre y apellidos. Además, se habilitó un parque infantil, con la colaboración de la ONG Buscando Sonrisas, y nació la Galería de Arte de Valdecilla.

Y llegó la pandemia...

Y cuando ya todo parecía estar en su sitio y el hospital se acostumbraba a su nueva distribución, llegó la pandemia de covid. Una crisis sanitaria que, en Valdecilla, le tocó gestionar al equipo directivo liderado por Rafael Tejido. «Nos obligó a realizar cambios organizativos, como respuesta al tsunami de la primera ola de contagios, y a desarrollar medidas más estructurales que permitieran afrontar las siguientes olas y otras situaciones similares en el futuro», explica. La medida prioritaria fue la ampliación de las Unidades de Cuidados Intensivos (UCI), que se extendieron a los pabellones 15 y 17, que hoy funcionan como unidad de ensayos clínicos y de cuidados intermedios «pero están preparados para readaptarse en menos de 24 horas en caso de una situación emergente». Y si la atención al paciente crítico fue clave, otra pata fundamental en el abordaje de la pandemia fue la incorporación de ocho robots inteligentes de Microbiología, con capacidad para 2.400 pruebas PCR diarias.

«Aunque la pandemia ocupó gran parte de nuestro tiempo y de nuestra vida, también se desarrollaron planes de actuación, principalmente en el área de alta tecnología y la biomedicina, necesarios para abordar con excelencia los nuevos retos sanitarios y la medicina del futuro», afirma Tejido.

Así, se renovaron dos robots quirúrgicos Da Vinci, se dotó a Neurocirugía de equipamiento de biopsia digital y de radioterapia intraoperatoria, y a Rehabilitación de un exoesqueleto para pacientes con lesiones neurológicas. El plan Inveat del Ministerio, financiado con fondos europeos, trajo una renovación histórica de equipamientos de última generación, valorados en más de 17 millones de euros. Y en cuanto al desarrollo de la biomedicina, destaca la designación de Valdecilla como centro infusor de terapia CAR-T (2022) y la puesta en marcha del proyecto Cohorte Cantabria.

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