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Le habían avisado de que el lobo andaba merodeando tan campante cerca de su barrio. «Me habían dicho: 'Tino, ten cuidado, que han visto ... uno por ahí'». Pero a él le costaba tanto creerlo, creer que estuviera tan cerca, y que le hubiera perdido al hombre todo el miedo que le tiene, que por no amargarse la existencia prefirió ignorar las señales. Un imperdonable error el suyo. Porque en su avance ya descontrolado hacia la costa occidental los lobos saltaron su cercado -un vallado de un metro veinte- y le mataron a cinco animales, cuatro corderas y una oveja adulta, a escasos cien metros de las primeras casas que le dan vida al Barrio Pando, en el término municipal de Ruiloba.
«Esto fue el sábado por la noche», dice Constantino Vallina, propietario de un rebaño de ovejas a las que él da de comer pero no al revés porque no es ganadero sino técnico de mantenimiento en una urbanización privada «y los animales para mí son solamente un hobby».
Tino, que hasta ese día solo había visto los escarnios del lobo en vídeos que le llegaban al móvil, solía sacar a su rebaño por la mañana y guardarlo por la noche. Pero desde el miércoles pasado, tras la llegada de la primavera, las dejaba siempre a la intemperie. Tanto de día como de noche. Protegidas por la cerca, es cierto, pero a la intemperie.
«Y el domingo por la mañana, cuando fui a ver cómo estaban, descubrí que me faltaban cinco», explica sorprendido el hombre, que ese mismo día halló muertas a una oveja y dos corderas, y ayer recuperó los restos de una tercera a 200 metros del lugar. «De la cuarta cría no sé nada», dice Constantino. «No aparece», insiste el propietario del rebaño, doblemente sorprendido.
«Me sorprende que el ataque se haya producido a escasos cien metros de las casas del barrio. Ya me habían avisado de que habían visto a algún lobo por ahí, pero me costaba tanto pensar que fueran a entrar aquí...», admite. «Y me sorprende también la tranquilidad con la que los lobos ya se mueven entre los humanos. El otro día un conocido me enseñó un vídeo que él mismo grabó cuando fue a tirar la basura y se tropezó con una loba y sus dos crías. Las crías huyeron en cuanto le vieron, pero la loba no, se le quedó mirando como si nada», cuenta Tino, que también ha visto el vídeo de un lobo caminando relajadamente a diez metros de un tractor en marcha.
«Mire, yo soy partidario de que existan lobos y osos y jabalíes, pero cada uno en su espacio. Si yo llevo a mis ovejas a pacer a la Reserva o a los montes ya sé que me estoy metiendo en su espacio y, por tanto, que me expongo a que los lobos me las maten. Pero, a cien metros de mi casa, entiendo que el lobo está invadiendo mi espacio. Es que cualquier día me van a matar al perro o, peor todavía, me van a matar a mí», vaticina Constantino, al que los 41 lobos ibéricos que el Gobierno regional piensa extraer este año le parecen pocos. «Creo que la cifra se les queda corta», dice, quizá dejándose llevar por la rabia que le ha producido ver «en tres pedazos» a una de sus ovejas.
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