Sus padres, de 70 y 78 años, fueron al balneario de Liérganes con un viaje del Imserso el 4 de septiembre, casualmente el mismo día que la única afectada fallecida por el brote. La madre disfrutó de todas las instalaciones pero el padre no quiso entrar en las piscinas, según su hija, de ahí que «se haya librado». El 13 de septiembre, la madre comenzó a sentirse mal: «Tenía un malestar general, no un dolor concreto. Como vomitó, lo achacó a las cenas en el balneario. Y al día siguiente fue al médico de allí y éste le dijo que no sabía qué es lo que tenía, le dio paracetamol y le recomendó dieta», cuenta Sara. Así aguantó la mujer hasta el día de regreso a Valladolid, el viernes 15. Pero al llegar a su casa se puso peor. «Fue a más, a peor, a peor, con fiebre...», cuenta la hija, que la llevó a Urgencias del Hospital Clínico Universitario, sin sospechar si quiera que podría ser legionela. «En el hospital tampoco supieron verle la causa: más paracetamol», narra. Al día siguiente acudió a su médico de cabecera y las analíticas arrojaron «muy malos resultados, sobre todo el hígado, y se atribuyó a una inflamación». Vuelta al Clínico: «Y ni caso, que esos análisis no eran para ir por Urgencias».
Aun con todo, en el hospital le hicieron más pruebas y detectaron una infección de orina. La mujer volvió a casa con un antibiótico. Pero no mejoraba. Era ya el 22 de septiembre cuando un allegado les avisó de una noticia que estaba viendo por televisión: «Dicen que hubo un brote de legionela en el balneario de Liérganes». Así que el periplo por los médicos se reanudó pero ya advirtiendo que su madre había estado en contacto con esta bacteria. Le realizaron analíticas específicas y esta misma semana se confirmaron sus sospechas: lo que tenía era legionela. Se le dispensó un antibiótico específico y su estado de salud mejoró.
Fuera de la lista oficial
Ahora que lo peor ya pasó, su hija quiere que se sepa que hay más casos que no constan en la lista oficial de afectados y hacer constar su queja por «el secretismo», que les ha llevado a padecer este vete y ven de médico en médico. Durante su semana y media de estancia en el balneario, los padres de Sara sí que observaron algo raro: «Fíjate, mucha gente se está poniendo mala», le contaba su madre, que le iba relatando que tal o cual persona se había tenido que marchar o que había hijos que iban a recoger a sus padres.
«Incluso se hizo amiga de otra señora de Valladolid que se la tuvieron que llevar en ambulancia a Valdecilla. Solo al llegar a este hospital se enteró de que había un brote de legionela. Pero los que estaban en el balneario se quedaron sin saber nada», asegura Sara. «Me parece fatal que en medio del brote dejaran seguir entrando clientes, que no clausuraran el hotel o al menos las piscinas. Y cómo no han puesto a los afectados en cuarentena», lamenta.
Ahora, hará llegar una reclamación formal al balneario y en el Imserso le han solicitado la documentación sobre el caso de su madre para poderla tramitar. «Allí todos se callaron», se queja Sara, que esperará a ver cómo evolucionan los acontecimientos antes de decidirse por denunciar los hechos. «Según cómo se resuelva la reclamación decidiremos si tendremos que actuar de otra manera».
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