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Colgados al teléfono, pendientes del correo y rellenando partes pasan últimamente los días, fines de semana incluidos, los coordinadores covid de los centros educativos cántabros. La sexta ola ha derivado en un tsunami de trabajo para unos docentes que, desde hace un par de cursos, ... son decisivos a la hora de controlar el virus en las aulas. Son más de 300 y llevan varias semanas en las que no hacen si no comunicar casos, actualizar anexos, anotar incidencias, asesorar a las familias (y tranquilizarlas en muchos casos); hablar y hablar con coordinadores intermedios, tutores, madres, padres... Son el primer eslabón del 'corredor educativo' creado para cercar el covid en colegios e institutos, y ese puesto, en primera fila y en plena sexta ola, es una responsabilidad y una carga extra de trabajo.
«Esto es un no parar», admite María Gómez Sandoval, coordinadora del IES Montesclaros. Su bata blanca de trabajo es su despacho móvil: tiene ocupados todos los bolsillos con sus 'herramientas de coordinación'. A saber, el teléfono, la libreta para anotar incidencias, los bolígrafos, el termómetro, el gel. «Ser coordinador implica mucho. Ya llevamos dos años al pie del cañón», subraya. En este artículo, ella y cuatro compañeros de batalla relatan su día a día en la nueva ola.
La figura del coordinador se creó para el curso 2020-21. Ese septiembre, Cantabria apostó decididamente por la educación presencial. Como el contexto seguía siendo de pandemia, era preciso que los centros y la administración estuvieran conectados para todo lo que tenía que ver con el covid. Esas funciones de enlace y notariado las asumieron los coordinadores educativos.
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El curso pasado vivieron picos de trabajo, pero nada, dicen en el IES Ría del Carmen, como esta sexta ola. Las horas semanales que tienen asignadas para esta función las cumplen a veces el mismo lunes. El ritmo se disparó en diciembre y desde entonces «no hay distinción entre el lunes o el fin de semana», resume Santiago Ferreiro, director del CEIP María S. de Sautuola. Él y sus compañeros, en cualquier caso, apelan a la «responsabilidad». Es un «momento crítico», dice, y hay que atender exigencias «que no son habituales».
María Gómez Sandoval - IESMontesclaros
María Gómez Sandoval es la jefa de estudios del IESMontesclaros, en Reinosa, pero estos días tiene poco margen de maniobra para ejercer como algo más que no sea coordinadora covid. Ocupa este cargo por segundo curso consecutivo, y desde hace semanas esta responsabilidad copa casi todo su tiempo. 'María la del covid', como la reconocen y reclaman ya muchas familias, es muy «consciente de que en mis manos hay muchas decisiones importantes». Y ella actúa en consecuencia. «Siempre tengo el teléfono cerca, encendido, porque te pueden llamar en cualquier momento, un sábado, un domingo».
«Los primeros días [tras el regreso a las aulas, el 10 de enero] fueron de locura. Llamada tras llamada, caso tras caso», evoca. A partir de ahí, ella empezaba su propia ronda de llamadas: tutores, docentes, familias, coordinadores intermedios... Sin olvidar los partes oficiales y las anotaciones en las plataformas del centro. Es básico que todo el mundo esté avisado para así reorganizar guardias, activar la actividad telemática y garantizar la educación del alumno cuarentenado, explica.
Aquí Gómez Sandoval hace un inciso y cuenta que, para toda esta empresa, tiene el apoyo del equipo directivo. «Y eso es una suerte. Vamos todos a una». Tejer esas redes, insiste, es crucial en una situación como esta. De hecho, tiene una propuesta al respecto: crear equipos covid en los centros –equipos acordes al tamaño del colegio o instituto– para poder gestionar olas tan explosivas como la sexta. «En momentos como este serían necesarios para sacar adelante el trabajo».
Ella suele sobrepasar las seis horas semanales que tiene asignadas como coordinadora covid del centro. «Si quieres ser rigurosa, esto exige plena dedicación. Es una situación complicada, es un sobresfuerzo para todos, Consejería incluida. Pero también entre todos estamos saliendo de esta. Estamos aguantando el tirón de forma digna».
Alicia Peñasco Saiz - CEIP Alto Ebro
Alicia Peñasco Saiz no ha dejado de ser coordinadora covid del CEIP Alto Ebro (Reinosa) ni siquiera en las vacaciones de Navidad. Esos días sin actividad lectiva también tuvo que atender al teléfono y anotar incidencias, 25 de diciembre incluido.
«El año pasado hubo momentos duros, pero este es peor. No hago otra cosa». Así que Alicia está siempre pendiente del teléfono. A primerísima hora de la mañana comienzan las llamadas, las consultas y, en consecuencia, el registro de incidencias. Ni los fines de semana, ni los festivos son ahora una excepción. «Te llaman cuando salta un positivo. Y si es en sábado no se puede esperar al lunes», recuerda.
La notificación conlleva, entre otras muchas cosas, rellenar un anexo con datos muy concretos, llamar a las familias y completar otros pasos necesarios: la reorganización del trabajo, las preguntas para determinar cómo se ha identificado el positivo, los formularios. Últimamente, el día suele empezar al teléfono y termina exactamente igual. Así que para esta maestra especialista en Audición y Lenguaje, el covid, en estos momentos, ocupa casi todo su tiempo.
Peñasco Saiz, que ya controla todos los procesos de la coordinación covid a fuerza de repetirlos durante dos cursos –y eso que después de Navidad el protocolo sufrió varios cambios sustanciales de procedimiento para los coordinadores–, también pone por delante la vocación de servicio, pero admite que llevar al día todo este trabajo en plena sexta ola, la más contagiosa hasta la fecha, «implica mucho», también renuncias. Ella, por ejemplo, no pierde de vista sus clases, pero el desempeño de las funciones de coordinadora le obliga en ocasiones a «aparcarlas», a dejarlas en segundo plano. Por todas estas razones, y en línea con la opinión de otras compañeras, Alicia plantea la posibilidad de gestionar los grandes picos covid de la mano de «una figura o equipos externos», que estén plenamente dedicados a la gestión del covid en el centro.
Santiago Ferreiro - CEIP María Sanz de Sautuola
Apunta cada dato en un cuaderno y a las 07.00 horas de la mañana enciende el ordenador para conocer los nuevos contagios y actuar con rapidez si los casos obligan a confinar algún aula e hiciera falta avisar a las familias. Y a las 08.00 ya está en el colegio con «todo preparado». Ese es el ritmo de trabajo que sigue estas semanas Santiago Ferreiro, director y coordinador covid del CEIP María Sanz de Sautuola, en Santander. «Cuanto antes conozca la situación del centro, mejor me organizo», explica. El ritmo de contagios al que se enfrentan los centros educativos durante estas semanas se traduce muchas veces en «situaciones con picos estresantes», admite Ferreiro. Y en algunos colegios «estamos desbordados y saturados» porque no han parado de trabajar desde principios de diciembre, cuando explotaron los casos de covid. Pasan el día prácticamente pegados al teléfono, que no deja de sonar. «Y no hay distinciones de si es lunes o fin de semana», añade el director, que se refiere a enero como «el momento más crítico del curso». Al menos en su caso así fue el año pasado. Pasan las jornadas entre llamadas y correos electrónicos. A veces, para avisar de nuevos contagios, otras con dudas de las familias que «están preocupadas». Eso sí, «la gran mayoría colabora», es consciente de la situación y colabora con el centro. Una alta carga de trabajo que el coordinador asume como parte de su «responsabilidad» al frente del centro. Sobre todo, es consciente de que estas semanas están surgiendo «exigencias que no son habituales» y que podrán recuperar la normalidad conforme se ralentice la sexta ola. Algo que, espera, empiece a notarse a lo largo de febrero y conforme avance también la campaña de vacunación entre los más pequeños.
Belén Rodríguez del Castillo - IES Santa Clara
«Sí, es el momento más complicado, desde luego que sí». Belén Rodríguez del Castillo es una de las coordinadoras covid del IES Santa Clara, un centro con cerca de 1.500 alumnos. Su día a día tras el reinicio del curso, hace ahora un par de semanas, está muy marcado por la gestión de los casos covid y por todo lo que estas notificaciones conllevan para las rutinas del instituto. El nuevo protocolo, aprobado después de la Navidad, intensifica las labores de rastreo y comunicación de los coordinadores. Belén no para desde entonces. «Las llamadas llueven por todos los lados».
Sus mañanas –en el Santa Clara, dado su tamaño, también hay una coordinadora para cubrir el turno de tarde– transcurren entre llamadas, correos, formularios y, también, entre custodias de los alumnos que se sienten indispuestos en clase y esperan en una sala del instituto a recuperarse o a que sus familias vengan a recogerlos.
Entre una cosa y otra, «estos días están siendo un poco locura». La situación también altera su actividad como profesora de Griego. Es complicado impartir una clase del tirón si, por ejemplo, entran nuevas notificaciones covid y hay que despacharlas con inmediatez. «Lunes, martes y miércoles (de la semana pasada) he estado enganchada al teléfono toda la mañana. Las cuatro horas (las asignadas como coordinadora) las cumplo rápido», revela Belén, que coincide con otras compañeras en la importancia de tejer «redes de apoyo» en los centros para afrontar, si las hay, futuras olas explosivas; redes y equipos por ciclos educativos, sugiere.
Con todo, no se arrepiente de haber repetido como coordinadora covid. Saca a relucir aquí la vocación de servicio (hay que recordar que los coordinadores no reciben retribución por ejercer como tales). «Quienes estamos en esto no lo hacemos por dinero. Somos funcionarios y estamos para servir a la ciudadanía. Tenemos deberes y más en un centro público. Y... alguien tiene que hacerlo».
Ana S. González Bárcena - IES Ría del Carmen
El primer trimestre fue tranquilo en el IES Ría del Carmen (Camargo) en términos de casos y gestión de la pandemia. El segundo ha empezado bien distinto, con «más del doble» de incidencias covid que las registradas el curso anterior. «El año pasado tuvo momentos, pero ninguno como este», confirma Ana S. González Bárcena, que a sus deberes como directora del centro suma los de coordinadora covid y combina cargos por segundo curso consecutivo. «Esto no tiene nada que ver con la retribución. Se hace con gusto y más, cuando las familias te lo agradecen. Además, los coordinadores intermedios te facilitan mucho el trabajo y las familias están siendo responsables. El corredor educativo también funciona bien, los documentos 'Excel' están bien pautados. La comunicación es buena», indica.
El grupo de WhatsApp del centro facilita todas las labores de información y divulgación. A diario, González Bárcena comparte con las familias en ese foro alguna «píldora» sobre la gestión del coronavirus, sobre cómo preservar la salud de la comunidad educativa del IES Ría del Carmen en estos tiempos pandémicos. Al otro lado recogen el guante. «Las familias lo están haciendo fenomenal. Al menor síntoma, acuden a su centro de salud. Vienen ya con los deberes hechos», celebra la directora.
Lleva dos años al frente del instituto, probablemente dos de los más complicados de toda su historia, que también han evidenciado la capacidad de «adaptación» de su comunidad educativa. Esta sexta ola ha tensionado las rutinas, pero González Bárcena confía en que pierda fuelle de ahora en adelante; confía en que en la segunda semana de febrero las cosas vuelvan a ese estado de normalidad covid.
Al decirlo, piensa en su alumnado, fatigado y deseoso de retomar las salidas. «Están cansados, pero ellos no se quitan la mascarilla. Están toda la mañana protegidos. Los alumnos han aguantado mucho».
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