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El número exacto de contagios covid de la primera ola se quedará en un misterio para siempre, aunque los estudios de seroprevalencia sirvan de aproximación. En pleno tsunami viral, sólo se pudo cuantificar el volumen de positivos que acababa en el hospital o pertenecía ... a colectivos esenciales, caso del personal sanitario y del sector de la dependencia. No había capacidad de hacer test diagnósticos (PCR) ante síntomas sospechosos leves, y mucho menos a sus contactos más estrechos. Descubrir esa cara oculta de la pandemia, para cortar las patas al virus incluso antes de que dé señales, ha sido el gran reto de las autoridades sanitarias desde la tregua del verano. Y ese ha sido el cometido del sistema de información gestado desde la Dirección General de Transformación Digital de la Consejería, con Santiago García al frente.
«Se trataba de analizar las cifras, buscar patrones y determinar índices predictivos», explica. En otras palabras, detectar por dónde se mueve el SARS-CoV-2 para contenerlo antes de que se replique en forma de brotes, o, si ya es tarde, determinar las causas y plantear las medidas para frenar la propagación. La página web del Servicio Cántabro de Salud ha ido incorporando a lo largo de los meses los datos diarios de la incidencia del covid-19 en la región, incluido el mapa por municipios y, recientemente también, el balance de vacunación de cada jornada. Aunque detrás de esas estadísticas públicas hay mucho más.
Además del cuadro de mando interno para la gestión de la pandemia, que permite identificar el nivel de riesgo en función del número de contagios y de la presión hospitalaria, el equipo de Transformación Digital es el responsable de registrar el sistema de rastreo, a través de la aplicación Go.Data de la Organización Mundial de la Salud (OMS), para determinar quiénes, cuándo y dónde se han contagiado y localizar posibles infectados en su entorno, en la mitad de los casos totalmente asintomáticos. A todo ello, tras la primera ola, se planteó otra línea de análisis que resultaría clave: ¿Cómo determinar los municipios de mayor riesgo una vez se levantara el confinamiento domiciliario? Y ahí es cuando entró en juego el Indicador de Riesgo Sintético Poblacional (IRSP), que «ha servido con fiabilidad entre olas pandémicas».
Santiago García- Director de Transformación Digital
Como explica Germán Romero, jefe de servicio de Planificación Sanitaria, «el cálculo se hace en función de una serie de indicadores, como son la densidad de población, la capacidad de acoger personas, bien en plazas hoteleras, segundas residencias o establecimientos de hostelería, sumado al nivel de salud de sus habitantes». Las consecuencias del virus son más dañinas allí donde encuentra gente más vulnerable, por edad y patología. Eso explica, por ejemplo, que el primer cribado poblacional tras el verano se desarrollara en Villacarriedo tras la aparición de un brote que empezó en un bar y acabó afectando de lleno a la residencia de mayores. «El modelo de predicción se fue cumpliendo rigurosamente», destaca Romero. Los municipios turísticos concentraron el mayor número de contagios tras la desescalada estival. Situar geográficamente el avance de la pandemia -un ejercicio que ha sido posible gracias al trabajo coordinado por el Icane y el departamento de Cartografía de Obras Públicas-, permite dibujar sobre el mapa los puntos rojos de covid y hacerlo incluso identificando domicilios concretos.
Así es como se determinaron los cordones sanitarios de Santoña y de La Inmobiliaria, en Torrelavega. «También calculamos día a día el índice de reproducción del virus. No hay ninguna enfermedad con un sistema de información tan potente. Respecto al comienzo de la crisis, supone un salto gigantesco, todo lo que se podía hacer, se ha hecho», destaca García. Todo ese flujo de datos, que son los ojos que permiten ver la cara antes oculta de la pandemia, y que el ahora director de Salud Pública, Reinhard Wallmann, conoce al dedillo porque participó en su desarrollo, es el punto de partida para la toma de decisiones (quita y pon de restricciones).
Germán Romero- Jefe de Planificación Sanitaria
«Te permite priorizar esfuerzos a la hora de planificar un confinamiento, por ejemplo. Ver dónde es más necesario». No obstante, la capacidad predictiva del indicador de riesgo poblacional se pierde «cuando el virus lo inunda todo», como ocurre en la actualidad. «En esta última ola, partimos de una incidencia moderada-alta. Nos hemos acostumbrado a vivir en un entorno con muchos casos, como si no pasara nada, y eso es un problema», opina Romero. De ahí que, los esfuerzos se centren en «hacer cirugía de pequeños brotes. Raro es el día que no tenemos 10 o 15 nuevos», añade. «Y todos tienen una explicación: personas que trabajan juntas, mucha movilidad, escaso uso de mascarillas... Está claro que el virus siempre va a intentar pasar de una persona a otra; si se le da la oportunidad, la aprovecha» coinciden.
El equipo analiza a diario los datos con los coordinadores de cada área. Repaso al ámbito educativo -control de alumnos y docentes afectados y aulas en cuarentena-, al de las residencias -brotes, evolución de contagios y hospitalizaciones derivadas-, al laboral y al social. Con la consiguiente adopción de medidas para afrontar las circunstancias causadas por el covid. Los datos hablan y Sanidad busca cómo doblegar al virus.
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