«El Mupac dialogará con la ciudad evitando ser un edificio exageradamente robusto o invasivo»

-¿Cómo definen el proyecto ganador destinado al nuevo Museo de Prehistoria?

-Es un proyecto sensible a las características particulares del contexto urbano de Santander y que atiende a las complejas necesidades programáticas del Mupac y del Espacio Administrativo. Es un proyecto que busca materializar la representatividad de una gran institución cultural.

-En su trayectoria hay otras intervenciones de carácter cultural, ¿cómo se enmarca el Museo y qué singularidades destaca desde la innovación?

-Cada proyecto es una nueva experiencia, siempre intensa y emocionante. Esas experiencias se van acumulando con resultados en propuestas con mayor madurez o solvencia que no olvida arriesgar y aportar frescura e innovación. En este caso se pretende innovar en aspectos museísticos en términos de sostenibilidad, es un reto que un programa como el museo pueda solucionarse con estrategias ambientales pasivas reduciendo las soluciones activas, así como el impacto y la huella de Co2.

-¿El hecho de conllevar la construcción de un edificio administrativo ha supuesto un condicionante especial para el diseño?

-Sí. Desde los primeros esquemas se tenía que tener en cuenta que eran dos programas diferentes que tenían que convivir, cada uno se debía tratar con cuidado y criterio, que a pesar de tener flujos y accesos independientes pudieran convivir en un lenguaje arquitectónico común.

-¿Tuvieron en cuenta para el proyecto que existieron otras localizaciones y proyectos anteriores en la ciudad para el museo y que ahora tiene su sede en el sótano de un mercado?

-Sí, por supuesto. Hicimos un análisis de los proyectos previos, con soluciones interesantísimas y también visitamos en persona el Mupac en el sótano del Mercado del Este, cuyo interior tiene una museografía muy clara y bastante nueva. Aun así coincidimos con que el Mupac debería tener una sede más visible, con mayor representatividad. El sitio donde se ha planteado el concurso es ideal.

-¿La sala de muestras temporales y la terraza con vistas a la bahía es el espacio más singular del proyecto?

-Sin duda las vistas a la bahía desde esa terraza serán espectaculares. Un lugar atractivo para visitantes del museo, o incluso un destino en sí mismo. También creemos que el vestíbulo, como espacio interior, será atractivo. Estará colocado sobre lo que es, hoy día, la calle Antonio del Puerto, y ofrecerá una continuidad visual en el vertical viendo las plantas superiores, y en el sentido transversal conectando visuales desde Casimiro Sainz hasta el jardín de los Escolapios en la calle San Vicente de la Barquera. También cada planta tiene sus momentos de interés ya que va intercalando momentos de introspección y concentración en el contenido del Mupac con momentos de extroversión y contemplación haca el entorno inmediato de esta zona de Santander a manera de miradores puntuales.

-En Santander está en marcha un proyecto de David Chipperfield y hay edificaciones de Sáenz de Oiza y Renzo Piano. ¿Han tenido en cuenta este entorno muy cercano a la hora de diseñar su intervención?

-Era necesario, sí, entender el Mupac como parte de una red urbana de espacios culturales, bastante próximos, como ya lo es ahora. Queríamos que la nueva sede tuviera una representatividad dialogante también dentro de esta red de infraestructuras.

-El jurado ha valorado la integración y diálogo con el entorno urbano. ¿Cómo describen ese vínculo con la ciudad y qué les parece Santander?

-Creíamos importante que el nuevo edificio dialogara con la ciudad a diferentes escalas, a nivel global, a nivel de ciudad y a nivel de barrio. Que a pesar de implantarse en un solar muy grande y complejo en cuanto a topografía (con más de nueve metros de desnivel) y con una morfología urbana heterogénea -con edificaciones de carácter, épocas y dimensiones diversas-, la gran edificación resultante no fuera percibida como un edificio exageradamente robusto o invasivo. Se buscó 'romper' la escala del gran edificio en una serie de franjas que hacia el frente de la citada calle Casimiro Sainz configuran las plazas de ingreso y hacia los otros frentes de calle dialogan con las edificaciones vecinas.

-Esa colisión o diálogo entre continente y contenido, entre el edificio y las grandes piezas prehistóricas, ¿cómo está planteada?

-El programa del concurso ya establecía los requisitos muy claros. Nos pedían por un lado flexibilidad y continuidad en las exposiciones, con grandes alturas y condiciones climáticas y lumínicas específicas. Nuestra propuesta alterna estos espacios museísticos, que llamamos de introspección o concentración con espacios de contemplación, de tal forma que la visita al museo es una secuencia de experiencias que alterna de forma lúdica estos dos tipos de espacios en las plantas superiores del edificio.

-¿La aplicación de elementos bioclimáticos y materiales propios de la bioarquitectura responde a una tendencia ya imparable, o a una marca de estilo de su estudio?

-Creo que ambas, aunque en realidad es algo en lo que nuestro estudio ha ido investigando en los últimos años con mayor insistencia. No sólo en los proyectos que hemos realizado en el norte de Europa, donde el clima es muy demandante y se busca conseguir una buena calificación energética mediante la utilización de materiales locales como la madera, sino también en proyectos aquí en España como el Archivo Ciudad de Barcelona en el que se apuesta por la utilización de sistemas pasivos que reducen a mínimos la producción de Co2.

-¿Qué necesidades prioritarias tiene, a su juicio, un museo como el Mupac?

-Poder compartir y difundir el valiosísimo material que posee, acercarlo al público, hacerlo más visible y que la experiencia del museo le represente un evento inolvidable a todo visitante. Es muy interesante que el Mupac esté en un entorno urbano accesible para ello.

–Al margen de esta propuesta ahora encauzada, ¿en qué proyectos trabajan?

–Actualmente sobre la mesa tenemos un par de proyectos de edificios culturales en el norte de Europa. Entre ellos, el Museo de arte 'Kunstsilo' que transforma un antiguo silo de grano en un lugar de arte contemporáneo en Kristiansand Noruega y la 'Kulturskole', o escuela de cultura, en esa misma ciudad. También hacemos un 'art sauna' en Mänttä, Finlandia, donde hace unos años hicimos el Museo Serlachius. Este nuevo espacio, encargado por la misma institución, es una extensión de la experiencia cultural del museo hacia un espacio lúdico representativo de la cultura y tradición del Sauna Finlandés. En México, se está construyendo ahora mismo, en Ciudad de México, el Museo Interactivo Infantil Iztapalapa, producto de un concurso internacional que ganamos en 2015.

-¿En qué medida creen que la crisis puede condicionar un proyecto como el del Museo en Santander?

-La crisis afectará a todos en todos los sentidos. Compartimos la esperanza de que juntos trabajaremos para salir de esta. También creemos en el hecho de apostar por la cultura como un pilar fundamental de nuestra sociedad.