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A primera hora del día la visita del Rey al buque escuela Juan Sebastián Elcano era tan sólo un rumor;pero decenas de personas se congregaron desde las diez de la mañana junto al navío y al lado de la valla que separa la ciudad del espacio portuario. «Si pasa por esta zona, quiero verle», decía una mujer de edad avanzada. Una de tantas fans del monarca, que finalmente tuvieron su premio. Tras la visita al Puerto, el Rey llegó a la zona de atraque de Elcano en el autobús en el que hoy se movió por Santander. Se dio un baño de masas, saludó y estrechó su mano con las de los santanderinos y pasó revista a la tripulación del buque escuela. Todo un regalo para sus seguidores, los cerca de 400 que se juntaron en ese punto de Santander.
La Policía había dispuesto una zona especial para que el público que quisiera acercarse a la zona pudiera conocerle y tan pronto como este hizo acto de presencia, comenzaron los gritos y los aplausos. «¡Viva España!», todo un clásico que no faltó. «¡Qué guapo y qué alto!», pronunciaron al lado unas señoras que de reojo miraban al cielo, porque a ratos brillaba un sol resplancediente y a otros amenazaba con el aguacero.
El Rey saludó, sonrió y se entregó a los santanderinos. Primero lo hizo desde la distancia, pero tras unos primeros segundos de examen por parte del equipo de seguridad, se acercó al público y le estrechó las manos a quien quiso –siempre rodeado de un ejército de militares, guardaespaldas y policías nacionales–. La vigilancia fue férrea:perros entrenados para la detección de explosivos y hasta francotiradores en lo alto del hotel Bahía.
Felipe VIcaminó lento, tranquilo, sin prisas. Estuvo acompañado en ese punto por la ministra de Defensa, Margarita Robles;el presidente regional, Miguel Ángel Revilla; la alcaldesa de Santander, Gema Igual;y el presidente del Puerto, Francisco Martín.
Tras un momento de duda, en que los responsables de la Casa Real se reunieron en torno a un círculo junto al jefe del Estado, se decidió que había tiempo, que el Rey podía visitar Elcano. Él quería hacerlo. Lo que en el inicio de la jornada era sólo una posibilidad, pues apremiaba la siguiente cita, la inauguración de los cursos de verano de la Universidad Internacional Menéndez Pelayo (UIMP) en La Magdalena, se convirtió en un hecho.
Felipe VI subió al navío por la pasarela principal rodeado de un coro de aplausos, entre halagos y manos que se extendieron para tocar las suyas porque todos los allí presentes habían ido a conocerle. «!Qué suerte, me ha tocado la mano!», celebró una joven con las mejillas coloradas por la emoción mientras se agitaba nerviosa tras la experiencia. El largo pasillo que transcurría entre el espacio portuario y el acceso al buque estaba protegido por unas vallas sobre las que se apostaron los santanderinos, y el monarca no tuvo reparo en transitar lento a lo largo de todo ese espacio saludando uno a uno a los presentes. Y es que esta mañana en torno a la zona de atraque de Elcano había gente de todas las edades.
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Álvaro Machín José Carlos Rojo Ana Gil Zaratiegui
Equipo Gráfico
Muchas personas mayores, y también muchas familias, jóvenes y adolescentes fascinados por la monarquía. O tal vez también muchos despistados a los que les llamó la atención el tumulto formado en ese rincón de la ciudad. Otros se encontraron con la efeméride por casualidad. «No sabía que hoy estaba aquí el Rey. Había venido a ver el barco pero me he encontrado esto», confesó otro paseante.
Una vez a bordo, pasó revista a las tropas, que formaron vestidos de riguroso blanco marinero en cubierta; y se detuvo a hablar con los responsables de la tripulación. La ministra lo acompañó en su paseo por el buque. Fueron tan sólo unos minutos, pero lo suficiente para dejar constancia del gesto. Desde tierra, decenas de brazos se alzaron con sus teléfonos móviles en la mano para captar este momento histórico. «¡Felipe, guapo!», se escuchó varias veces desde la masa.
Tan calmado como había subido descendió hacia tierra. Caminó de regreso al autocar y se despidió de sus seguidores. Para muchos de ellos este será un día, en que estrechó su mano con el Rey, que recordará toda su vida.
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Mikel Labastida y Leticia Aróstegui (diseño)
Óscar Beltrán de Otálora y Gonzalo de las Heras
José A. González y Álex Sánchez
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