La refundación y el nuevo Diario
Los 120 años de un periódico. 3/4 ·
La historia de El Diario Montañés es, en buena medida, la de nuestra región, la de España y la del mundo en el último siglo y quinto. Su director durante 31 años la recuerda.Secciones
Servicios
Destacamos
Los 120 años de un periódico. 3/4 ·
La historia de El Diario Montañés es, en buena medida, la de nuestra región, la de España y la del mundo en el último siglo y quinto. Su director durante 31 años la recuerda.En un momento histórico, con el proceso de la transición de la dictadura a la democracia en marcha, un grupo de empresarios y profesionales cántabros se agruparon para reflotar El Diario Montañés. El reto era de extrema dificultad, ya que existía el gran obstáculo de la grave situación económica, la urgencia en renovar la maquinaria y la no menos importante de rejuvenecer y modernizar el equipo de redacción.
Otra amenaza se cernía sobre el futuro del periódico: el cierre, aunque fuera temporal, por una huelga o por el abandono de los trabajadores cansados de promesas incumplidas. El primer objetivo era mantener El Diario en los quioscos cada día y levantar el ánimo de quienes lo hacían posible. El grupo de empresarios y profesionales dispuestos a reflotar Editorial Cantabria decidió, tras unas conversaciones en Madrid y Santander, nombrarme director. La puesta era arriesgada. Yo era un joven periodista, licenciado en Ciencias de la Información por la Universidad Complutense de Madrid y profesional que conocía bien la empresa.
El director, Ramón San Juan Corrales, cumplía 65 años y tenía intención de jubilarse, por ello fue fácil acordar una fórmula para que dejara de facto la dirección en enero de 1979, momento en el que me hice cargo de conducir el periódico. El objetivo era mantener viva la publicación y enviar señales de un proceso de modernización de contenidos y rejuvenecimiento de la redacción.
Una vez que el obispado de Santander comprendió que debía asumir su responsabilidad como accionista mayoritario, se abrió un periodo para reflotar la empresa. Un grupo de personas, unidas por su respeto a la Iglesia, con el proyecto de hacer de España un país democrático y acercarse a los modelos económicos de Europa, afrontaron el reto de rescatar el periódico: Leandro Valle, Mariano Linares, Justo de las Cuevas, José Antonio Rodríguez, Roberto Saiz, Alberto Cuartas, Roque Manresa, Manuel Garrido... suscribieron las nuevas acciones del periódico y tomaron el control. Muy pronto, Mariano Linares, joven abogado con raíces lebaniegas y buen conocedor de Cantabria, se puso al frente del proyecto empresarial en el cargo de presidente-editor.
A la primera meta, mantener vivo El Diario, se llegó pronto y desde esa posición era preciso abordar el resto de problemas: un acuerdo para diferir en plazos la deuda con la Seguridad Social y liquidez para atender los gastos fueron los primeros logros de Linares.
Su misión: informar y defender a su público católico.
Aportó al diario una nueva forma de hacer periodismo.
Defendió al periódico frente a la dura represión republicana.
Protestó dejando en blanco los espacios censurados.
Mientras, yo buscaba apoyos en jóvenes periodistas que aportaran nuevos contenidos e hicieran atractivo el periódico. Con ese propósito y de forma casi altruista se sumaron al relanzamiento de El Diario profesionales de diferentes perfiles: José Ramón Saiz, Jesús Pindado, Víctor Gijón... José Luis Ramos, un linotipista joven con mucho talento, asumió la responsabilidad del diseño, una tarea fundamental en ese momento. Un grupo de jóvenes colaboradores enriqueció la redacción: José Emilio Pelayo (Chemi) puede ser el ejemplo de ese amplio colectivo. Estudiante de Medicina, probó la 'droga' del periodismo y quedó enganchado, llegando a director adjunto. Emilia Levy, Consuelo de la Peña, Jesús Martínez Teja, José Antonio González Casares, Jesús Serrera, José Manuel Jimeno, Juan Carlos Flores Gispert, Donata Bustamante, Irma Cuesta, Alberto Santamaría, María Ángeles Samperio, Diego Ruiz, Nacho González Ucelay, Cuca Ysart, José Luis Pérez, Almudena Ruiz, Ana Rosa García, Francisco Fernández Cueto, Aser Falagán, Isabel Arozamena... son algunos de los nombres de quienes pusieron talento, bien en el primer momento o posteriormente se fueron incorporando al equipo para aportar su esfuerzo y entusiasmo y conseguir convertir el anticuado periódico en un moderno modelo de comunicación. En la delegación de Torrelavega nombres como los Cayón, Nieves Bolado, José Manuel García Lahidalga...
Demasiado moderno para su época, pronto fue relevado del cargo.
Un periodista de la casa, culto y buen conocedor de la provincia.
Tomó la decisión de cambiar el formato sábana por el tabloide.
Dirigió el periódico en un momento de apuros económicos.
Guillermo Balbona, al frente de la sección de Cultura, ha colocado el periódico en lo más alto, hasta ser un modelo para otros diarios y una referencia en el ámbito nacional. Ha publicado multitud de exclusivas que son ya historia de la región.
El trabajo del equipo de talleres, menos vistoso que el de los periodistas, fue igualmente fundamental para la evolución de El Diario, con grandes profesionales al frente como Guillermo Gómez, Alfonso Sánchez, Emilio Lanza, Jesús Rodríguez y Rodrigo Gómez.
Marc González llegó a Cantabria procedente de Barcelona y desde entonces dirige el diseño. Ha logrado numerosos premios nacionales e internacionales.
Durante muchos años Manuel Bustamante fue el único fotógrafo de El Diario. Bustamante se multiplicaba para estar cada día en diferentes lugares y captar con sus cámaras la actualidad. Tras él, un grupo de fotógrafos introdujeron las nuevas tecnologías, con el manejo de la imagen digital. Miguel de las Cuevas al frente de la sección de Fotografía ha desarrollado, y sigue en la tarea, una nueva forma de fotoperiodismo. Con él, cámaras como Roberto Ruiz, Luis Palomeque, Antonio San Emeterio (Sane), Sé Quintana, Andrés Fernández, Celedonio Martínez, Daniel Pedriza, J. Pérez, Luis Peralta, María Gil, Juan José Santamaría...
Dos personas que, desde la tarea silenciosa del despacho, tienen un papel relevante en la historia de este periódico son las secretarias de Dirección. Teresa Pardueles, que ocupó ese cargo desde su creación, en el año 1984, hasta 1992, y Marta Higuera Casanueva, que trabajó junto a Teresa desde 1987 y hasta el presente.
Asumió la dirección sin expectativas de hacer cambios en profundidad.
Cogió un periódico hundido y lo dejó siendo líder absoluto.
Afrontó el reto de la digitalización de El Diario Montañés.
Con él, el periódico se afianza en la simbiosis del papel con internet.
Julián Pelayo se implicó al máximo en la tarea de atraer anunciantes y de esa manera se puso en marcha un proyecto que tenía tanta ilusión y entrega como escasos medios. Posteriormente se pudo fichar a profesionales con juventud y experiencia, binomio poco frecuente, y así se incorporó Teresa Cobo, ahora subdirectora, y Alberto Santamaría, que ocupa la Subdirección.
Una persona clave en ese proceso y en todo el camino recorrido por el periódico ha sido el letrado Luis Revenga Sánchez. Ha sido el abogado que ha defendido y tutelado la trayectoria reciente del diario, superó las barreras existentes para rescatar una sociedad al borde del concurso, en un primer paso decisivo, y luego ha acompañado la evolución hasta el presente. La labor de Revenga, y su despacho, en la defensa, tanto de los profesionales de la redacción como en los asuntos societarios, ha sido esencial. Ahora, Luis Revenga es el presidente del periódico tras un proceso de homogenización de las diferentes cabeceras de Vocento, en las que los cargos ejecutivos están ocupados por un periodista como director, Íñigo Noriega, y un economista que se encarga de la gestión financiera, publicitaria y logística - el director general- que desempeña en la actualidad Ignacio Pérez Alonso, tras suceder a Manuel Campillo, responsable del traslado del periódico desde La Albericia a la Avenida de Parayas, con la ayuda de Manuel Higuera, gerente y jefe de personal.
Revenga sustituyó a Mariano Linares en la presidencia de Editorial Cantabria y en ese mismo paso de relevo generacional, Linares fue nombrado presidente de Honor, en reconocimiento a una trayectoria de eficacia, fidelidad, implicación y éxito.
Incrementar la venta de ejemplares y tener presencia en la sociedad de Cantabria eran los dos primeros objetivos. Los cambios introducidos en el periódico supusieron el inicio de una remontada, lenta y trabajosa, para captar la atención de los cántabros. En plena Transición, el equipo de redacción, que tuve el honor de dirigir, abordó la problemática de la región desde diferentes puntos de vista, dando voz a ganaderos, empresarios, sindicatos, comerciantes, industriales, etc. Pero era necesaria una acción que acelerara el proceso. Fue la 'Gran Enciclopedia de Cantabria' la herramienta para lanzar el 'nuevo' Diario Montañés. El desafío era descomunal: reunir, por orden alfabético, todo lo referente a la región: personajes, pueblos, artistas, empresarios, linajes, historia...
Noticias Relacionadas
Manuel Ángel Castañeda
Manuel Ángel Castañeda
El Diario Montañés firmó un convenio con la Caja de Ahorros de Santander y Cantabria para abordar la edición de la enciclopedia: La Caja compraba un número de ejemplares para realizar con sus clientes una promoción para captar nuevos depósitos y El Diario realizaba la tarea de redactar esa obra, que el propio Marcelino Menéndez Pelayo quiso abordar, pero consideró que era poco menos que imposible. Mariano Linares tomó las riendas del proyecto mientras que yo profundicé en la tarea de mejorar los contenidos informativos para relanzar la difusión del periódico y mejorar la oferta editorial. Fue en una etapa especialmente complicada, con 'Alerta' como diario hegemónico. Jesús Pindado y Margarita Rodríguez López aglutinaron, junto a Linares, un equipo de colaboradores para la 'Gran Enciclopedia' que reunió a los mejores especialistas en las diferentes materias: desde el deporte a la prehistoria, pasando por la cultura, la economía, etc. El listado de colaboradores es la suma de los mejores en cada especialidad.
La obra se terminó en plazo (ocho tomos encuadernados y 9.000 voces) y se pudo distribuir en junio del año 1985 con un éxito absoluto. En el año 2002, con motivo del centenario del periódico, se editó un apéndice para poner al día los contenidos de tres tomos más. Hoy en día, a pesar de los adelantos tecnológicos, la 'Gran Enciclopedia de Cantabria' sigue siendo un libro de consulta imprescindible.
Tras esa brillante experiencia se prosiguió con los proyectos para atraer nuevos lectores: Unos libros entregados gratuitamente en fascículos con los paisajes de Cantabria, fichas coleccionables sobre la flora y fauna regional, un catálogo de los árboles singulares en la región, sorteos de regalos y un juego de bingo que tuvo gran aceptación. Era necesario que la gente conociera el nuevo periódico. Con esas colecciones se amplió la temática sobre Cantabria y se ofreció material didáctico para las nuevas generaciones.
El 'Anuario de Cantabria' fue la continuación de la 'Gran Enciclopedia'. El primer ejemplar se editó hace 38 años y tuvo una excelente acogida. El anuario recopila lo sucedido en un año con un gran despliegue gráfico y la portada es elaborada por un artista cántabro. El 'Anuario' también ha evolucionado para centrarse más en el análisis que en los datos.
El sistema de impresión estaba tan desfasado que suponía un obstáculo insalvable para el crecimiento. Las fotografías apenas tenían nitidez y los textos se leían con dificultad. Era imprescindible dejar atrás la impresión en plomo y pasar al offset para estar en igualdad de condiciones que la competencia y pugnar por publicar los mejores reportajes, imágenes y noticias. Una nueva rotativa tenía un elevado coste y suponía cambiar completamente el taller de tipografía.
El 'Diario Regional' de Valladolid había cerrado y su rotativa salía a subasta para indemnizar a los trabajadores. Era una oportunidad para modernizar completamente el periódico. Tras una gestión complicada Linares logró la adquisición de la rotativa vallisoletana y se instaló en el edificio de la calle Moctezuma. El paso de la tipografía al offset suponía reconvertir al personal para pasar de las linotipias a primitivos teclados que picaban cinta perforada, montar sobre cartulina textos y fotos y finalmente imprimir de una manera mucho más limpia y con una calidad infinitamente superior. En la redacción también aparecieron los primeros y primitivos ordenadores.
La noche en la que se dio el paso al offset fue histórica. Desde ese momento El Diario se presentaba ante sus lectores con una calidad gráfica similar a la competencia y la elección por parte de los cántabros dependía solamente del interés de la información y la independencia en la opinión.
Con herramientas mínimamente competitivas El Diario inició una etapa de crecimiento sostenido. Me esforcé en ampliar la redacción y abrí las páginas a los diferentes colectivos de Cantabria. Adopté un modelo que optaba por la calidad de la información y las colaboraciones. Intensifiqué la apertura de las páginas de El Diario a los diferentes grupos sociales, de forma que sindicatos, patronal, izquierdas y derechas, conservadores o progresistas encontraran un medio abierto, objetivo y plural. También la suscripción de los servicios de la agencia Colpisa permitió ofrecer colaboraciones de columnistas de primer nivel nacional e informaciones bien elaboradas de ámbito nacional.
Pronto se evidenció que la rotativa comprada en Valladolid se quedaba pequeña. Con ella se podían imprimir un máximo de 24 páginas y en poco tiempo el crecimiento de la publicidad y la necesidad de ofrecer más información, tanto local como regional, a la que añadir nacional e internacional, obligaban a duplicar la paginación.
No era posible adquirir e instalar en el local de Moctezuma una rotativa mayor por lo que se optó por imprimir el periódico en dos tandas. En las primeras 24 páginas se incluían las secciones menos condicionadas por la actualidad (región, guías, agendas, programas de TV, espectáculos) que debían estar listas para imprimir a las ocho de la tarde y en el segundo cuadernillo se incluían los temas que requerían mayor actualidad. Para embuchar los dos cuadernillos fue preciso adquirir una máquina sueca. En su instalación y puesta en marcha intervino, de forma directa, Leandro Valle quien, siendo médico y sin formación reglada como ingeniero, tenía grandes conocimientos de mecánica y su colaboración fue clave.
El crecimiento era imparable. El número de lectores aumentaba y pronto El Diario se convirtió en un referente de la información en Cantabria. El edificio de la calle Moctezuma no ofrecía las mínimas condiciones. Construido tras el incendio de Santander, en el centro de la ciudad, no ofrecía ninguna posibilidad de ampliación. Al tener la rotativa en el mismo edificio era preciso abastecerla de papel, lo que requería grandes espacios y el acceso a los camiones.
La década de los años ochenta aportó grandes novedades en el universo de los medios de comunicación. En lo referente a la prensa quedó muy claro que se imponía la agrupación de cabeceras para lograr mejores precios en la compra de papel, utilizar tarifas conjuntas de publicidad y rentabilizar la distribución.
En esa línea, se produjo un acercamiento entre el incipiente grupo Correo, formado por dos grandes diarios, 'El Correo' y 'El Diario Vasco', y El Diario Montañés. Pronto se vieron las ventajas de esa alianza, ya que se mantenía la estricta independencia en la línea informativa y editorial y reducía los costes, a la vez que permitía el acceso de El Diario a contenidos de gran calidad en articulistas, grandes reportajes, información nacional e internacional.
En el año 1983 se subastaron los periódicos de la cadena del movimiento, diarios creados tras la guerra civil y propiedad del Gobierno. La venta de 'Alerta' quedó desierta tras varias subastas y, con la ley en la mano, ese periódico debió cerrar y sus bienes pasar a Patrimonio del Estado, como sucedió con la mayor parte de sus homónimos de la cadena del movimiento. El gobierno decidió convocar a un reducido grupo de editores para una 'subastilla' en la que, sin mínimos y en sobre cerrado, se pujara por las cabeceras condenadas al cierre. 'Alerta' fue adquirido por una sociedad, Canpresa, formada por una serie de accionistas cántabros vinculados al partido socialista. La operación fue oficial el 16 de mayo del año 1984.
A raíz de ese cambio en el panorama del mapa de la prensa, la colaboración entre Editorial Cantabria y la editora del Grupo Correo avanzó y pronto se formalizó con la entrada en el capital de El Diario Montañés. Ese acuerdo impulsó el proyecto del periódico. Las aportaciones de Alejandro Echevarría, José Bergareche, Juan Mijangos, Iñaki Arechabaleta y tantos otros, fueron importantes porque llegó capital, apoyo tecnológico y el respaldo de una empresa muy profesionalizada.
¿Ya eres suscriptor/a? Inicia sesión
Publicidad
Publicidad
Mikel Labastida y Leticia Aróstegui (diseño)
Óscar Beltrán de Otálora y Gonzalo de las Heras
José A. González y Álex Sánchez
Esta funcionalidad es exclusiva para suscriptores.
Reporta un error en esta noticia
Comentar es una ventaja exclusiva para suscriptores
¿Ya eres suscriptor?
Inicia sesiónNecesitas ser suscriptor para poder votar.