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En el asilo San Cándido, en Santander, el pasado viernes se realizaron tres pruebas del coronavirus a los últimos residentes con la enfermedad. Si el resultado era negativo, el centro podía celebrar que por fin estaba libres del bicho entre usuarios. Y así ... fue. «Ya estamos limpios», dice Gema de la Concha, presidenta de Lares y directora de la residencia. La buena noticia les ha permitido cerrar la 'zona Covid' habilitada en una de las plantas desde que comenzaron a detectarse los primeros contagios. El momento fue una alegría para todos los profesionales que se han desvivido durante semanas. Ahora, según los datos aportados ayer por la consejería de Empleo y Políticas Sociales a El Diario Montañés -y que recogerán hoy en el boletín que el Instituto Cántabro de Servicios Sociales publica y actualiza cada semana- en las residencias de la región sólo quedan 28 casos activos, de los cuales 11 corresponden a empleados y el resto (17) a usuarios. Una pequeña cifra de los 748 residentes afectados por el virus que se han registrado durante la crisis sanitaria.
Después de más de dos meses de esfuerzo y trabajo duro, la situación en las residencias de personas mayores y dependientes de Cantabria «ha mejorado mucho, y ahora mismo está controlada», resume de la Concha. Y los números así lo demuestran. «Los positivos no han crecido y las defunciones son las mismas», añade la directora de San Cándido.
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Poco a poco los contagios «están remitiendo» y el coronavirus ya sólo está presente entre los residentes de cinco centros residenciales de la comunidad autónoma. Y cuatro tienen aún algún positivo entre sus profesionales. El Asilo San José, en Torrelavega -el único con positivos en usuarios y empleados- concentra todavía el mayor número de casos activos, un total de 17, de los cuales diez son usuarios. También tienen aún positivos entre sus residentes las residencias de CAD San Miguel (4), La Loma (1), Municipal de la Tercera Edad (1) y Santa Ana (1).
VISITAS DE FAMILIARES
Lo cierto es que el Covid-19 ha tenido un fuerte impacto en estos centros, entre el grupo de personas más vulnerable en esta crisis sanitaria. En Cantabria en torno a 6.000 personas mayores o dependientes viven en estas residencias donde se han producido un total de 143 fallecimientos durante la pandemia, lo que supone casi el 70% de las 209 víctimas que han perdido la vida como consecuencia del coronavirus en la región, la última el pasado 19 de mayo.
Tras las complicadas semanas, los momentos más duros han quedado atrás, ahora los números empiezan a estar a favor y las residencias ya ven la luz al final del túnel. Por eso a lo largo de estos días casi todas han ido poco a poco reabriendo sus puertas a las visitas de familiares, uno de los primeros pasos de su 'desescalada'. «Estamos muy bien», coincide Rubén Otero, presidente de la FED (Federación de Empresas de la Dependencia). Y pocas palabras más hacen falta.
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«Tenemos todas las residencias ya abiertas» porque están libres de coronavirus. Como el centro de atención a la dependencia Virgen de Valencia, en Puente Arce. Allí tampoco quedan casos activos entre los residentes (sólo un empleado). Por lo que sí, la situación mejora y está controlada, pero hay que tener «mucho cuidado y avanzar poco a poco para que no nos vuelva a pillar», recuerda Almudena Gómez, profesional del centro.
Los reencuentros son emocionantes y el sector vive la vuelta de las visitas con ganas e ilusión, pero también preocupados porque el enemigo invisible sigue en la calle y no es momento de bajar la guardia. Paso a paso y con estrictas medidas de seguridad para mantener al virus fuera.
Por ahora también han retomado la actividad los centros de día. Algunos ya han arrancado y los que aún no lo han hecho sólo están pendientes de que la Consejería de Políticas Sociales dé el visto bueno al «plan de acción» que deben presentar, un documento que recoge cómo van a cumplir las medidas de seguridad y protección en estos espacios. «Tenemos ganas de abrir», comenta Otero.
FALLECIDOS
Para afrontar la crisis sanitaria, las residencias tuvieron que adoptar medidas organizativas drásticas. En algunas los profesionales optaron por confinarse con los usuarios y así limitar las entradas y salidas de personal y las posibilidades de contagiarse. Y donde ya había casos activos, los propios residentes han permanecido en sus habitaciones durante semanas, cualquier medida era poca si se trataba de blindarse contra el virus o de limitar su expansión entre usuarios y empleados.
Si la situación ya era dura de por sí, surgieron además otras complicaciones, se tensó la relación con la consejería de Sanidad cuando su titular, Miguel Rodríguez, dijo que las residencias privadas no habían estado «a la altura», declaraciones por las que luego pidió disculpas. Unas semanas difíciles para el sector que han dejado atrás y ahora, en plena 'desescalada', sólo esperan que la situación continúe en la misma línea y no haya rebrotes.
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