José Francisco Algorri, Marta Robledo, David Cuenca y Selene Cobo. Abajo, Leonardo Scarabelli, Yael Gutiérrez y Marina Torres, en la Plaza de la Ciencia junto a la escultura de Leonardo Torres Quevedo.Javier Cotera
Retos y aspiraciones de los contratos Ramón y Cajal: presente y futuro de la Universidad
Convocatoria ·
Además de procurar un «mayor equilibrio» entre la docencia y la investigación, estas ayudas abren las puertas de la estabilización profesional de unos investigadores que han trabajado «muy duro» para llegar hasta aquí
Los contratos Ramón y Cajal se crearon, entre otras cosas, para promover la incorporación de investigadores en organismos científicos donde pudieran desarrollar con autonomía y cierta holgura sus proyectos, sus ideas, sus talentos y capacidades. Puede decirse que son un trampolín al sistema, y que, ... si el 'salto' es completo, son contratos que conducen a la estabilización del investigador en cuestión, le llevan hasta «un puesto de carácter estable en un organismo de investigación del Sistema Español de Ciencia, Tecnología y de Innovación», según refiere el Ministerio del ramo, que pone así el foco en una de las mayores preocupaciones de los científicos españoles: su consolidación.
No obstante, el camino de las ayudas Ramón y Cajal empieza mucho antes. Es largo, laborioso, también competitivo. «Es un proceso duro, hay muy pocas y hay que pelearlo», revela Marina Torres Trimállez, cuyo contador Ramón y Cajal ha echado a andar en junio de 2024. Como sus compañeros, Torres tiene un currículo brillante, plagado de estancias, menciones, publicaciones de alto impacto e infinidad de requisitos internacionales. «Es muy complicado llegar a una Ramón y Cajal y eso nos da esa perspectiva, ojalá, de estabilización. Es a lo que aspiramos después de haber trabajado muy duro».
Las frases
David Cuenca
Ciencias Históricas
«Te deja mucho más tiempo para dedicarte a la investigación a la que quiero dedicar varias líneas de trabajo»
José Francisco Algorri
Tecnología electrónica e Ingeniería de Sistmeas
«Me da la oportunidad de investigar y lo disfruto. Y está el compromiso de sacar una plaza en la que estés acreditado»
Yael Gutiérrez
Física Aplicada
«El programa tiene un equilibrio mayor entre investigación y docencia. Y también es un camino hacia la estabilización»
Leonardo Scarabelli
Química e ingeniería de Procesos
«El objetivo es llegar a una masa crítica en el grupo y poner a la UC en el mapa de la buena ciencia internacional»
Marina Torres
Historia Moderna y Contemporánea
«Quiero combinar mi línea de investigación con la docencia. Hay que mirar la historia a nivel global, en sintonía con el siglo XXI»
Selene Cobo
Ingenierías Química y Biomolecular
«La principal ventaja es tener más independencia y poder pedir tus propios proyectos; contratar gente y moverte»
Marta Robledo
Biología Molecular
«Tenemos perspectiva de estabilizarnos. Estamos consiguiendo el Ramón y Cajal a unos niveles avanzados de la carrera»
Torres se reúne en la plaza de la Ciencia con otros 'colegas' de la convocatoria de 2022 –incorporados a sus plazas en distintos momentos de 2024–. La estatua que se erige en medio de la plazoleta de baldosas es la del ingeniero Leonardo Torres Quevedo y no la del Nobel de Medicina, aunque ambos comparten el hecho de dar nombre a programas públicos de investigación. En concreto, las ayudas Ramón y Cajal le han permitido a Torres, investigadora adscrita al Departamento Historia Moderna y Contemporánea, «seguir explorando» su principal objeto de estudio: las relaciones entre misioneros y las sociedades locales en Asia durante los siglos XVII y XVIII. Torres ya había trabajado sobre esta cuestión en Bélgica y la ayuda Ramón y Cajal le va a permitir «profundizar» en este fenómeno, en cómo fue la vida y el destino de las personas –niñas, en el caso concreto que ella estudia– «en esos nuevos entornos a los que llegaron». En paralelo, Torres aspira a entender la relación entre poderes de un momento de la historia de gran contacto intercultural. «Y eso nos ayuda a entender también el presente».
Hay más objetivos al margen de la investigación. Esos «otros mundos a los que nos llevó la monarquía hispánica» también quiere trasladarlos Torres a las aulas y los planes de estudio. Porque la ayuda Ramón y Cajal implica también horas de docencia. De hecho, es un camino «con mayor equilibrio entre la investigación y la docencia», apunta en este sentido Yael Gutiérrrez Vela, que justo acaba de empezar el segundo de los cinco años del contrato y sigue adelante con sus investigaciones. En el grupo de Óptica del Departamento de Física Aplicada Gutiérrez trabaja con materiales cuyas propiedades pueden transformarse con estímulos externos (por ejemplo, un material transparente, estímulo mediante, puede acabar reflejando la luz). Ha recibido 50.000 euros para seguir adelante con una labor científica que, además, contribuye a la «renovación» de las líneas de su grupo.
Al igual que para sus compañeros, para Gutiérrez la estabilización profesional ha sido un acicate a la hora de emprender el camino del contrato Ramón y Cajal. «La UC tiene el compromiso de sacar una plaza de estabilización en la figura que estés acreditada» (por ejemplo, de titular). Esa perspectiva también estuvo presente para José Francisco Algorri Genaro, del Departamento de Tecnología Electrónica e Ingeniería de Sistemas y Automática. También le animó la idea de poderse dedicar plena e íntegramente a la investigación, puesto que él ya ha cumplido con los tramos de docencia requeridos –además de su paso por la Universidad Carlos III, Algorri ya desarrolló en la UC una ayuda Juan de la Cierva de tres años–. «Lo mío es vocación cien por cien, lo disfruto. Y en ese sentido, estoy contento porque la Ramón y Cajal me ha dado la oportunidad de investigar».
Algorri trabaja en «metasuperficies dieléctricas», unas estructuras más pequeñas que la longitud de onda de la luz, nanométricas. «Las usamos para mejorar sistemas espectroscópicos» con el objetivo final de «conseguir detectar bacterias resistentes a antibióticos». En busca de esta aplicación biosanitaria, el equipo «colabora con el Servicio de Microbiología» de Valdecilla, explica Algorri esta mañana de febrero en la plaza de la Ciencia.
Entre los protagonistas del reportaje, Leonardo Scarabelli es, quizá, el más familiarizado con las entrevistas y los flashes. Hace un año, se conoció que había elegido el campus de la UC para poner en marcha su proyecto 'Nanogrowdirect', respaldado con una ayuda europea ERC de más de dos millones de euros. Entonces, fue presentado en una gran rueda de prensa en el Paraninfo de la Universidad.
Además de esta prestigiosa y cuantiosa ayuda, Scarabelli cuenta con una Ramón y Cajal, cuyo primer año también disfruta en la UC tras haber crecido académicamente en el Biomagune de San Sebastián, en la Universidad de California (UCLA) y en el Instituto de Ciencia de Materiales de Barcelona. Ahora, Scarabelli está inmerso en la configuración de un grupo de investigación sólido e internacional. «La idea es llegar una masa crítica en el grupo de ocho personas, e intentar poner a la UC en el mapa de las universidades donde se puede hacer muy buena ciencia a nivel internacional», dice con convicción. Por su parte, la ayuda Ramón y Cajal le procura una «figura clara» de referencia para, con el tiempo, seguir siendo profesor. «Me permite explorar más mis 'expertises'», incide Scarabelli, que entre foto y entrevista conversa con sus compañeros sobre las aspiraciones, retos y problemas que comparten 'los cajales' y que, en buena medida, también atañen al personal investigador y docente del país.
«La principal ventaja de este contrato es tener más independencia» y, en consecuencia, el hecho de «poder pedir tus propios proyectos», apunta aquí Selene Cobo Gutiérrez, del Departamento de Ingenierías Química y Biomolecular. Su línea de investigación pasa, a grandes rasgos, por la «evaluación de tecnologías para retirar CO2 de la atmósfera». Su 'posdoc' ya se centró en esta cuestión y ahora, en estos años de contrato Ramón y Cajal, amplía el objetivo al desarrollo de herramientas que permitan «tomar decisiones para la descarbonización» del sector de los metales. Ambos ámbitos, constata, están muy bien engarzados.
Cobo encara con entusiasmo un contrato Ramón y Cajal con el que, en el futuro, aspira a consolidarse. No obstante, observa que la posibilidad queda aún «en el aire» en esta convocatoria. A ella le gustaría estabilizarse, su departamento está por la labor, pero el paso final «depende de la Universidad». Ella y sus compañeros comentan que los 'cajales' tampoco escapan a la carga burocrática. «Los trámites llevan mucho tiempo, es un problema sistémico», apunta Cobo. «Todo se extiende mucho en el tiempo, la burocracia te entierra», coincide Gutiérrez. Otros la describen como una «losa».
En este sentido, David Cuenca pone sobre la mesa cuestiones a escala nacional o local, como el reconocimiento de los complementos o la «falta de legislación» específica para 'los cajales', que les deja en muchas ocasiones en una especie de limbo. Adscrito al Departamento de Ciencias Históricas, desarrolla sus proyectos en el marco del Instituto Internacional de Investigaciones Prehistóricas de Cantabria. Cuenca está muy centrado ahora en su labor científica gracias a ese «equilibrio» con n la docencia que procura el programa, y pone el foco en varias líneas de trabajo que tienen por objeto de análisis diferentes materiales de la prehistoria, desde herramientas hasta ornamentos personales. Cuenca lidera, entre otros, un proyecto de I+d+i financiado por el Ministerio de Ciencia e Innovación dedicado a profundizar en el simbolismo ornamental de los cazadores-recolectores. Proyectos como este dejan «una base muy potente para continuar en el futuro», celebra el investigador, contento con el «compromiso de consolidación de 'los cajales'» en la UC.
También coincide y confía en ello Marta Robledo Garrido, que combina la tarea investigadora en el Instituto de Biomedicina y Biotecnología de Cantabria con la docencia en la Facultad de Medicina, y que, gracias a la Ramón y Cajal, ha podido crear su grupo 'Microbiomas ambientales y Biotecnología del RNA'. Además de varios descubrimientos, Robledo tiene varias líneas de trabajo abiertas sobre el desarrollo de biopesticidas y biofertilizantes, o el tratamiento de bacterias «de forma específica dentro de comunidades complejas».
Madre de dos hijos, uno de ellos de apenas quince meses, Robledo apunta a la importancia de la conciliación. «Por suerte, la UC tiene un servicio de guardería con el que estoy bastante contenta», expone y a esto se suma las dinámicas de trabajo que pone en práctica con su «gran equipo».
Inaugurados los laboratorios del grupo 'NanoOddLAB' de Leonardo Scarabelli
Leonardo Scarabelli compagina el contrato Ramón y Cajal con el desarrollo del proyecto 'Nanogrowdirect' que logró gracias a la ayuda europea Starting Grant del Consejo Europeo de Investigación (ERC, por sus siglas en inglés). Así, como investigador principal del grupo 'NanoOddLAB', ya dispone de las instalaciones, la equipación y parte del equipo que precisa para llevar a cabo su proyecto sobre química de materiales basado en el crecimiento de nanopartículas metálicas en patrones en diferentes superficies.Dispone de laboratorios de química y de óptica, que ya cuentan con equipos específicos, entre los que destacan un microscopio electrónico de barrido de sobremesa y un ultramicrotomo.
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