![La sexta ola avanza con menos casos graves aunque vuelve a poner en riesgo la Navidad](https://s1.ppllstatics.com/eldiariomontanes/www/multimedia/202111/28/media/cortadas/69486749-kKWB-U16092914839J4G-1248x770@Diario%20Montanes.jpg)
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Después de casi dos años de pandemia, el virus ya no tiene secretos en cuanto a sus vías de propagación. Le gusta el contacto social. Mejor si es cercano y en sitios concurridos, al abrigo del frío. Sus preferencias son también la base para evitar ... el contagio: mantener la distancia social, usar mascarilla y buscar la ventilación en los espacios cerrados. Pero aún con todo, conserva una cualidad que descoloca: su capacidad de sorprender cuando ya se le daba casi por vencido. Y con esta, van seis. Ni siquiera la vacunación masiva ha sido suficiente para cortarle las alas, aunque el impacto en enfermedad grave está lejos de las experiencias previas. En la actualidad, acaban en el hospital con complicaciones seis de cada cien contagiados (un porcentaje que se eleva al 18% si se coge como referencia a la población de más de 60 años); frente al 45% de la primera embestida (aquella en la que nunca se sabrán los casos reales por la falta de test) o al 14% de las siguientes. Y ahora la mayoría logra superar el cuadro infeccioso de coronavirus: mueren uno o dos de cada mil infectados.
La ola que ha puesto en jaque a media Europa coge impulso también en España -Cantabria se ha subido un poco más tarde, pero casi ha triplicado la incidencia en apenas tres semanas- a las puertas del largo puente de diciembre y de las celebraciones navideñas. «El terreno idóneo para alimentar al virus», describe el director general de Salud Pública, Reinhard Wallmann, que reconoce que la pandemia vuelve a poner en riesgo la Navidad por segundo año. «¿Hasta dónde va a llegar esta ola? No sabemos. En País Vasco y Navarra, que van por delante, aún no hay signos de pico o de meseta. Es posible que no hagan falta medidas duras, porque el sistema sanitario es capaz de soportar ahora incidencias más elevadas (del doble) al reducirse la proporción de casos graves por la protección de la vacuna -de ahí el ajuste en los umbrales de los indicadores epidemiológicos-. Pero la capacidad de hospitalización es la que va a marcar todo. El inicio de esta onda ha sido lento, con un incremento no tan brusco, lo que ha permitido en esta primera fase mantener el equilibrio entre ingresos y altas», destaca.
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Una rotación que, no obstante, se ha minimizado en esta última semana, en la que se ha producido el pico de hospitalizaciones «tal y como predecíamos». El patrón se repite de nuevo: sube la expansión del virus y, quince días después, empieza a repercutir en los hospitales. «Están aumentando los ingresos bastante», comentaba Carmen Fariñas, jefa de servicio de Enfermedades Infecciosas de Valdecilla, a mitad de esta semana. Sólo tres días después, la cifra se había doblado de 15 a 30, y la sala de UCI, que llegó a quedarse con un único paciente, vuelve a acoger a ahora a seis positivos, rozando el cambio de escenario. Según los cálculos de Salud Pública, con 33 hospitalizados y ocho pacientes en Cuidados Intensivos, Cantabria pasará del nivel de 'riesgo controlado' al 1 (bajo), y con ese escalón se retomará el primer paquete de restricciones recogido en el semáforo covid.
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«Cada ola tiene sus peculiaridades», sostiene Wallmann. La del verano impactó sobre todo en la población más joven, la menos protegida entonces -la tasa de población vacunada en julio rondaba el 25%, mientras que ahora supera el 82%- y la que salió en tromba a recuperar el tiempo perdido tras meses de restricciones. «Esta sexta es muy diferente», reitera. Y el factor vacuna es la clave: «Si no fuera por esta protección, ahora estaríamos muchísimo peor», advierte el epidemiólogo. No hay más que mirar al mapa de Europa, con incidencias disparadas allí donde la cobertura vacunal se ha quedado a medias. «Podemos decir que estamos en una situación privilegiada con respecto al resto de Europa y del mundo», opina Marcos López Hoyos, jefe de Inmunología de Valdecilla y presidente de la sociedad nacional de la especialidad, que no niega que el panorama pinta oscuro. La región ya está por encima de los 130 casos por cada 100.000 habitantes, aunque hay municipios que duplican esas cifras, como es el caso de Castro Urdiales, primero en percibir la presión epidémica del vecino País Vasco, donde los hospitales empiezan a sufrir por el creciente aumento de la demanda.
«Hay que tener cuidado. Cuanto más virus en circulación, más riesgo de contagio. El problema es que hay gente que piensa que estar vacunado protege de la infección, y no es así. La vacuna previene la enfermedad grave, pero incluso vacunado se puede infectar y contagiar a otros si no se guardan las medidas», recuerda el inmunólogo, que hace un llamamiento a la prudencia. «La gente tiene que ser consciente de que si nos quitamos la mascarilla en interiores y encima no está bien ventilado estamos en el sitio ideal para propagar el virus», añade.
Hay otro elemento que puede distorsionar los registros oficiales de incidencia covid: «Los casos ocultos. Tenemos la percepción de que puede haber un infradiagnóstico», declara Reinhard Wallmann.Si en olas anteriores, la tasa de asintomáticos alcanzaba prácticamente a la mitad de los casos detectados, ahora no se descarta que haya positivos sin niquiera saberlo ni tener la más mínima sospecha que les empuje a realizarse el test. Aunque no fue así el invierno pasado, lo habitual es que en esta época del año circulen más virus respiratorios que pueden causar síntomas parecidos y camuflar al SARS-CoV-2.
Las autoridades sanitarias cuentan con que las fechas que se avecinan son las más propicias para el contacto social (cenas de empresa, compras navideñas, reencuentros familiares y mal tiempo, que reduce las actividades al aire libre), sobre todo después de las restricciones que marcaron las Navidades pasadas, con toque de queda, límites de aforo y celebraciones hogareñas limitadas. Por eso insisten en no bajar la guardia; temen las consecuencias en el arranque de 2022. «La vacuna no es neutralizante, lo que nos permite es tolerar más nivel de contagio sin que se resienta el sistema sanitario», apunta Wallmann, que mira atento la evolución de Portugal, donde la tasa de vacunación es mayor que en España, al igual que la incidencia, y sin embargo mantiene unas cifras de hospitalización asumibles.
El análisis de los ingresados en Cantabria revela que los no vacunados representan un tercio del total, aún procediendo de un segmento de población de entre 30.000 y 35.000 personas. «El virus ya circula entre población vacunada, que es la mayor parte (hay más de 481.000 inmunizados en Cantabria), es lógico que la proporción de ingresos vaya en relación». Lo que se ha observado es que ahora se repite el perfil predominante en la primera ola: los mayores. «La diferencia es que entonces ingresaba con más o menos morbilidades y, sin embargo, ahora vienen con más morbilidad», señala Fariñas. Es decir, que son más vulnerables quienes ya parten de un estado de salud más delicado o tienen un sistema inmunitario más débil. Razón por la que se comenzó la ronda de dosis de refuerzo entre la población más longeva, ahora extendida a partir de los 70 años y, próximamente, a la década de los 60 y también al personal sanitario. «Estudios recientes confirman que el riesgo de enfermar de covid y de precisar hospitalización es treinta veces más alto entre los no vacunados», asegura López Hoyos. En términos generales, desde Salud Pública subrayan el predominio de ingresos en mayores de 80 años y varones, de la misma forma que se ha comprobado una menor efectividad de la vacuna entre quienes recibieron la de Janssen (la única monodosis), motivo por el que se ha desplegado también una dosis adicional de Pfizer o Moderna para este colectivo (22.162 personas), y AstraZeneca, que serán los siguientes en añadirse a la cola del pinchazo de refuerzo.
«Aunque no sabíamos el tiempo que iba a durar la inmunidad de las vacunas, lo cierto es que sigue siendo duradera, de lo contrario ya tendríamos más problemas», dice López Hoyos, que destaca también «que en Cantabria mayoritariamente se sigue usando la mascarilla incluso por la calle, algo que en otras comunidades se ve menos. Ese ejercicio de responsabilidad es clave de cara a las Navidades, para que el virus no se expanda tanto».
En definitiva, los expertos auguran una ola covid que, a priori, sería más llevadera para el sistema sanitario, pero «el problema es que se solapará con la gripe», avanza Fariñas. Y el hospital aún se está reponiendo del repunte de infecciones respiratorias en los niños, con la bronquiolitis como principal protagonista, antesala de lo que puede ocurrir en la población adulta. En Pediatría, el brusco aumento de la demanda llenó la planta de hospitalización y atascó las urgencias, obligando a la Dirección a aumentar el número de camas.
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