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Soba y su culebre

Soba y su culebre

LEYENDAS DE CANTABRIA ·

Algunos vecinos aseguraban al comenzar los setenta haber visto una gran animal con forma de culebra en Valdició

Aser Falagán

Santander

Sábado, 24 de abril 2021, 07:44

Más de medio siglo lleva un extraño animal escondido en Soba a tenor de los testimonios, que por cierto no fueron pocos. Más en concreto en el Valle de Valdició. En una zona llamada La Hayuela, para más señas ¿Más detalles aún? En la Peña de las Espinas. Una zona muy poco conocida salvo para quienes que tienen allí su ganado. Es un viejo pueblo que apenas conserva ya sus cabañas ganaderas y un puñado de edificios. Quizá por eso sea el lugar perfecto para este tipo de seres, fuera lo que fuera lo que vieron allí. Y quizá por eso del poco tránsito no se haya vuelto a tener noticia de ello desde 1969. O al menos nadie reconoce haberlo visto, que con estos asuntos conviene ser prudente.

A veces las leyendas urbanas –o mitos contemporáneos, porque de urbano, lo que se dice urbano, Valdició tiene poco– de tan sorprendentes que son parecen diseñadas ad hoc. Pero esta tiene hasta testigos de primera mano y con nombres y apellidos. Y muchas reseñas en prensa. Claro que en aquel momento no se quiso alarmar a la población hablando de un basilisco. Además, está claro: no es el vocablo más correcto desde un punto de vista técnico. También podría ser una hidra despistada que hubiera remontado el Asón o lo dicho: un culebre; hipótesis esta última que se tambalea porque de acuerdo con los testimonio no tenía alas. De modo que al final se optó por denominarlo 'enorme monstruo'. Sin duda, algo mucho más tranquilizador.

La primera que se atrevió a hablar de ello en público para la prensa fue una vecina de cierta edad. Se lo contó a todo el que quiso escucharla; en el pueblo y en los medios de comunicación. «Lo vi el verano pasado la primera vez –obsérvese ese 'la primera vez'–. Me dio un susto de muerte. Había acudido hasta la cueva que hay al pie de la Peña de las Espinas y de pronto lo vi; era como una serpiente gigante que, incluso, silbaba. Permaneció solo unos minutos ante mi vista», transcribía el 15 de marzo de 1970, ya un tiempo después de que los testigos narraran los acontecimientos, El Diario Montañés sus declaraciones, en las que se la identificaba con nombre y apellido.

Lo contó en el pueblo y la historia cuajó tanto que varios vecinos aseguraron que ellos habían tenido encuentros similares. Su propio hijo lo constataba. No solo su madre había sido testiga de la visita de aquella 'enorme serpiente que silbaba'. «Algunos vecinos de Valdicio que tienen que ascender a sus cabañas por el sendero que pasa a escasos metros de la cueva también dicen que lo han visto junto a una fuente que allí hay, e incluso dicen que lo han visto lanzarse al río por un precipicio de no menos de cien metros de fuerte desnivel», seguía El Diario.

A otros testigos, porque ya les digo que hubo unos cuantos, les localizó Francisco Renedo Carradi ya en el siglo XXI para contarlo en su 'Cantabria incógnita y misteriosa'. Es el caso de otros dos vecinos del pueblo a los que también identifica. El primero, ya anciano, explicaba: «Yo iba hacia la Peña de las Espinas (...).Entonces fue cuando lo vi por primera vez. Me llamó la atención cómo se agitó de repente el agua. Yo, por curiosidad, pensando que se trataba de cualquier otro bicho, me acerqué hasta el cauce, pero me quedé helado. Era como una especie de serpiente grandísima, que levanta la cabeza sobre el agua más de un metro. Una cabeza enorme, achatada y alargada, con un cuerpo grueso como un poste de luz y de una longitud de más de cinco metros (...). Le conté a algunos vecinos lo que me había pasado, no sin poca vergüenza en un principio, pensando que me iban a tratar de chiflado. La suerte fue que no era el único».

Al parecer el bicho no atacaba a nadie; tal vez porque era más pacífico de lo que su aspecto daba a entender o porque la gente salía corriendo cuando se lo encontraba, como por otra parte parece bastante lógico, pero el caso es que él mismo solía desaparecer al poco tiempo.

Así que, si conduce por la carretera que comunica Soba con el resto del planeta, hágalo con cuidado. Y si no conoce la zona, tampoco se detenga demasiado o le dé por hacer senderismo. Corre el riesgo de encontrarse con el monstruo de Valdició, ese que tan pronto aparece como se desvanece, porque desde aquellos primeros setenta no se ha vuelto a hablar de él. Pero lo mismo que desaparece sin despedirse en cualquier momento le puede dar por regresar.

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