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Paloma Navas (Cádiz, 1980) se ha convertido en la directora de Salud Pública más mediática que ha tenido Cantabria a causa del covid. Tras un año de lucha contra la pandemia y de fuertes tensiones internas en Sanidad, el consejero Miguel Rodríguez la destituyó ayer ... . Justo cuando Cantabria quedó retratada como la comunidad menos efectiva en administrar las vacunas.
-¿Por qué la ha destituido el consejero de Sanidad?
-Ha habido momentos muy complicados en los que lo técnico y lo político no se han entendido. Las injerencias políticas han podido llegar a ser insoportables en algunas ocasiones. Eso es muy complicado de aceptar para una persona como yo, centrada en aplicar mi juramento hipocrático: la protección de la vida humana. Todos esos momentos de tensión y presión han dado lugar a desencuentros y formas de entender las cosas de manera distinta entre el consejero y yo.
-¿Cuáles han sido esas principales diferencias de criterio?
-Hemos tenido un año muy complejo. Como en todos los divorcios amigables, es mejor ser discreta y no entrar en detalles porque no merece la pena. Pero sí es verdad que los planteamientos técnicos sanitarios pueden llegar a ser distintos a las políticos en algunas ocasiones. La presión y el estrés a los que ha estado sometida toda la Consejería han sido enormes. Ese contexto es clave para entender todo.
-¿Y en ese contexto de presión y estrés se ha impuesto la política alguna vez a la prioridad sanitaria en la lucha contra el covid en Cantabria?
-Ha habido presiones fuertes y mi trabajo ha sido muy intenso tratando de defender siempre lo sanitario. Sí, ha habido presiones muy duras y muy difíciles.
-¿Cuándo y de qué tipo?
-Prefiero dejarlo ahí, no quiero profundizar más en eso.
-El momento elegido para su cese parece señalarla como la culpable del retraso en el calendario de vacunaciones. ¿Lo es?
-No, en absoluto. Salud Pública se limita a recepcionar las vacunas. Incluso, yo misma me he asegurado personalmente en dos ocasiones de que todo estaba correcto. Pero nosotros no teníamos equipos de vacunación, ni competencias, ni potestad para decidir la organización de los equipos. Es absurdo intentar vincularme con que no se haya vacunado en festivos. Las dosis estaban listas, pero si luego ha habido retrasos, desconozco los motivos. Es más, no tenía ninguna información. Toda la logística y planificación corresponde al SCS.
RETRASOS
CIERRES
PERSONAL
-¿Quién tiene la culpa entonces?
-No me atrevo a hacer un análisis. No me parece justo hacerlo de algo que no es mi competencia. Sí puedo decir que es un proceso complejo, distinto a otras vacunas, pero desconozco por qué no se han puesto en festivos. Habrá motivos importantes. Lo único que sé es que las vacunas llegaron correctamente, que era mi función. Y sé que los sanitarios han hecho un esfuerzo tremendo y se lo agradezco muchísimo.
-El consejero dijo ayer que el cambio en Salud Pública tras su cese «favorecerá la coordinación necesaria con el SCS» en el plan de vacunas. ¿Está de acuerdo?
-Es evidente que existe falta de personal en el ámbito de las vacunas en la Dirección General de Salud Pública. Es una demanda que he mantenido durante mucho tiempo. La jefatura de la sección, por ejemplo, lleva vacante años y solo hay un trabajador. Es una locura que una única persona lleve todo el tema de las vacunas en Cantabria. Pero la respuesta siempre ha sido que no hay dinero. Sí, claro, que sería muy bueno mejorar la coordinación con el SCS dotando de personal a Salud Pública, que solo tiene cubierta el 55% de su plantilla. Es complicado hacer una labor de gran magnitud así. Es imposible. No ha llegado ni un solo refuerzo de plantilla orgánica en todo el año. Pedí epidemiólogos en marzo y no hemos recibido ni uno. Hay que entender este contexto para juzgar el resultado final.
-El presidente y el consejero siempre se han amparado en sus informes para justificar las medidas más duras. ¿Cree que se han escudado en exceso en usted para protegerse ante la opinión pública? Por ejemplo, con el cierre de la hostelería o el confinamiento de barrios.
-He priorizado en todo momento el bienestar de las personas. Eso es lo único que me ha preocupado. Por eso, si me han pedido salir, aunque fuesen ruedas de prensa más incómodas, lo he hecho porque era mi deber. He asumido lo que me llegaba sin pestañear ni queja.
-Pero, ¿se ha sentido sola en algún momento?
-He sido una de las caras más visibles de la crisis y me hubiera gustado estar más acompañada en algunos momentos.
COMPETENCIAS
DISTANCIA SOCIAL
RESTRICCIONES
-Si hubiera tenido más libertad, ¿hubiese sido más dura con algunas restricciones?
-Sí, claro. Claro que hubiera sido más dura.
-¿Por ejemplo?
-Con el Plan de Navidad. Hubiera limitado los grupos más desde el principio y hubiese adelantado los toques de queda. Pero no nos solicitaron ningún informe, nos dijeron que lo hacían con la potestad que les daba el estado de alarma. Desde Salud Pública sí que intervinimos para fin de año, cuando se endurecieron las medidas al ver que el descenso de contagios se frenó. Es más positivo ser más cautos, lo he defendido siempre en todos los sitios. En Cantabria hemos tenido mucha suerte con el clima, el mal tiempo ha sido un tremendo aliado porque ha mitigado los contactos sociales.
-Entonces, ¿considera que en Cantabria hemos sido demasiado blandos con las restricciones?
-Las medidas se adaptan al contexto. Y también a cómo se van aceptando por la gente. Hay medidas que tardan más en asimilarse...
-¿Se refiere a la hostelería? Su cierre ha sido una de las decisiones más polémicas y que más protestas ha generado.
-Hubiera ayudado mucho trabajar desde el principio en el aprovechamiento de los exteriores. En octubre hice una reunión con alcaldes, la CEOE y asociaciones para poner en práctica un plan como el de New York, donde sacaron 60 kilómetros de comercios a la calle y los mantuvieron en invierno. Deberíamos habernos preparados más entonces. Se podrían haber eliminado filas de aparcamiento o cerrado manzanas para ganar espacios de comercios y bares. Pero esto choca con la cultura de aquí y es una medida que se ha tardado mucho en asumir. Por eso no creo que en este caso podamos hablar de medidas más duras, son cuestiones culturales que tardan tiempo en asimilarse.
-Pero los hosteleros insisten en que se han cargado excesivamente las tintas aquí contra ellos y que hay comunidades con medidas más laxas.
-Tengo la conciencia muy tranquila, hemos tomado las medidas adecuadas. Entiendo perfectamente las protestas, sé que el batacazo económico es tremendo y que cuando una situación te perjudica especialmente es comprensible elevar las críticas. Pero la gente tiene que entender que no podemos arriesgarnos a una situación de colapso sanitario. Quizás nos ha faltado explicarlo bien. Habría que cancelar cirugías, retrasar consultas... eso generaría una mortalidad difícilmente cuantificable. En Reino Unido va a morir más gente por eso que por el covid. No podemos dejar que la infección campe a sus anchas.
-Su sucesor al frente de Salud Pública, Reinhard Wallmann, dijo que intentar legislar cada circunstancia de la vida de cada uno de los ciudadanos «lleva a la confusión y distrae de lo importante». «Son mejores pocas reglas, reglas claras y que se imponga el sentido común». ¿Lo comparte?
-Las reglas, cuanto más claras y más sencillas, mejor, pero hay que entender el contexto. Existen culturas en las que es un valor cumplir las reglas, en otras no. En Alemania cruzar una carretera en rojo indigna a todo el mundo, en Baltimore, sin embargo, todos lo hacen.
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Daniel Martínez
-Visto lo visto, ¿ha perdido la confianza en el sentido de la responsabilidad colectiva de la gente durante este año?
-Hay que mejorar en el entendimiento sobre la psicología humana. Hemos observado los efectos de la fatiga pandémica: estamos sometidos a una presión grande para mantener las distancias sociales que genera agotamiento psicológico que acaba por obstaculizar el cumplimiento de las medidas. Te desmotivas. Eso es fundamental para entender el comportamiento de la gente.
-¿Se equivocó el Gobierno de Cantabria al anular las vacaciones de los colegios? ¿Era mejor opción el cierre de los municipios desde el primer momento?
-La propuesta inicial de Salud Pública era el cierre de municipios. No sabría evaluar si una opción era mejor que otra. Lo que sí sabemos ahora es que en la escuela ha habido pocos contagios, las aulas son un lugar seguro y que un cierre de municipios afecta a toda la población y, por tanto, es más estricto. Pero la medida escolar tenía más dimensiones que lo puramente epidemiológico y no lo puedo juzgar.
-¿Hubiera enfocado la estrategia con las residencias de otra manera? Durante la primera ola la acusaron de «denegación asistencial» y ahora de falta de información.
-Lo primero que hay que recordar es que Salud Pública no tiene competencias asistenciales, eso corresponde a la Atención Sanitaria. Y lo segundo es que entonces se vivieron momentos dramáticos y terribles. Se nos olvida que había desabastecimientos continuos. No había material. Se habían acabado los tubos de transporte de muestras y tuve que llamar a la UC, donde nos los fabricaron a mano. También sufrimos desabastecimiento de hisopos. No podíamos hacer cribados en residencias y sabíamos que no iban a llegar porque los aviones se daban la vuelta para vender el material al mejor postor. Y se imprimieron hisopos para solucionarlo. Tampoco había mascarillas. Se vivieron momentos de tensión en los que es muy difícil aliviar a la gente. La puedes arropar más, pero en una situación así es imposible que no se angustie. Y fue igual para todos.
-Con los datos que maneja, ¿qué futuro inmediato debe esperar Cantabria? ¿Una tercera ola muy fuerte?
-Hemos estado preparándonos con mucha intensidad para la tercera ola. Hemos duplicado el número de rastreadores y tenemos sistemas de rastreo muy sólidos. Espero que Cantabria se comporte lo más parecido posible a la segunda ola, cuando tuvimos un ascenso más tardío que otras comunidades, con picos en fiestas y fines de semana, eso es inevitable. Pero todo ese trabajo de fortalecer sistemas de detección nos protegerá mucho en la tercera ola. Es difícil de predecir lo que nos espera porque partimos de una incidencia acumulada más alta, pero soy positiva y creo que los equipos trabajarán muy bien.
santander. La ya exdirectora general de Salud Pública del Gobierno de Cantabria, Paloma Navas, no es la única víctima política de la pandemia en España. De hecho, son varios los gestores sanitarios que ocupaban su mismo cargo en otras autonomías que han sido cesados o que han optado por dimitir ante la deriva de la situación. Uno de los casos más sonados es el de Yolanda Fuentes, homóloga de Navas en la Comunidad de Madrid, que abandonó su despacho en el mes de mayo por no compartir las prisas de la presidenta Isabel Díaz Ayuso a la hora de relajar las restricciones y avanzar en la desescalada haca la fase 1.
No sólo dimitió esa misma primavera el director de Salud Pública catalán, Joan Guix, alegando «motivos personales», sino que en plena crisis, el puesto estuvo vacante durante dos meses hasta la llegada de su sustituto, el epidemiólogo Josep Maria Argimon. Desde más arriba cayó la entonces consejera de Sanidad de Aragón, Pilar Ventura, que decidió dejar su puesto tras unas polémicas declaraciones sobre los EPI que enojaron a los sanitarios. También en Madrid, el portavoz del grupo científico, Emilio Bouza, se fue dos días después de su llegada por los enfrentamientos entre el Gobierno regional y el nacional, donde se han ido varios altos cargos sin que el ministro Illa dé explicaciones.
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