Los vacunados con AstraZeneca, a la expectativa

En el momento de interrumpir el suministro en Cantabria ya se había inyectado en 7.014 personas, la mayoría profesionales esenciales:policías, médicos y enfermeros del sector privado, fisioterapeutas, farmacéuticos...

Ninguno de los casos consultados por este periódico muestra inquietud por lo ocurrido. Lejos de eso, todos dicen comprender la situación, con protocolos que obligan a revisar los compuestos y a primar la cautela sobre cualquier otra cosa. Ninguno, tampoco, ha sentido efectos secundarios adversos más allá de la reacción de las primeras 24 horas. Y en conjunto aguardan a que la Agencia Europea de Medicamentos vuelva a dar el visto bueno a la fórmula para ponerse la segunda dosis.

«En España se ha dado un caso de trombo y se han puesto un millón de dosis de AstraZeneca. Es casi como el dicho: 'una entre un millón'. No creo que debamos tener miedo a los efectos de la vacuna porque son mínimos». Isabel González, médico de trabajo de 47 años, defiende que los protocolos son de obligado cumplimiento:«Hay que interrumpir el suministro cuando se detecta un efecto adverso que puede ser sospechoso de venir derivado de la vacuna;pero eso no quiere decir que ahora haya que crear alarma en torno a lo que ha pasado».

Comenta que el problema son los miedos infundados que a veces crecen en torno a informaciones confusas, que terminan desvirtuándose. «La gente comienza a hablar y la información que llega es diferente a la que se manejaba en un principio. Se están malinterpretando las cosas y eso genera miedos. Hay que esperar a que la Agencia Europea de Medicamentos se pronuncie», aclara.

Para ella lo esperado es que la vacunación con el suero inglés continúe adelante y pueda ponerse la segunda dosis en unas semanas.

Cuando se vacunó el pasado mes, sólo sufrió una leve cefalea y un dolor muscular en la zona del pinchazo. «Soy de las pocas que he tenido la suerte de no tener mucha fiebre ni ese cansancio que te obliga a tirarte en la cama», recuerda la fisioterapeuta Ana Ostolaza (25 años). «Más allá de esos síntomas, no he notado nada».

Su confianza en Europa y en los criterios comunitarios para aprobar un suero es plena. «Si han dado el visto bueno a esta y no otras, como la rusa o la china, será por algo, ¿no?», destaca. «Además, entiendo que si esto fuese realmente serio y no un mero trámite que hay que seguir cuando se produce un caso similar, pues estarían vigilándonos a todos mucho más».

Tan nulo es su temor al medicamento que ya está pensando en el plazo para recibir el segundo pinchazo. «Espero que todo esto haya pasado de cara a esa fecha y podamos ponernos la segunda». Además, añade queha hablado con enfermeras que se han puesto Pfizer, a las que les han aconsejado no usar ciertos tratamientos durante unos días. «Total, que todas las firmas también tienen sus cosas», señala.

«No está demostrado que exista una correlación clara entre la administración de la vacuna y los casos de trombos conocidos en estos quince pacientes en Europa», aclara el médico Javier Arnaiz, de 37 años. A él le pincharon AstraZeneca el pasado 13 de febrero y pasó 24 horas malas. «Estuve aguantando sin tomar paracetamol durante unas horas pero al final no me quedó más remedio porque lo estaba pasando mal», cuenta.

«Aunque al final no sentí nada más que ese malestar. No he tenido ningún otro efecto». Como médico trata de buscar siempre una explicación a todo lo que está ocurriendo con la situación sanitaria. «Por buscarle una explicación diferente a todo esto, podríamos pensar que también hay posibilidad de que los pacientes que han sufrido trombos son los que tal vez tuvieran el virus activo en el momento de recibir la vacuna», baraja como hipótesis.

«El covid puede generar trombos y nadie hace una PCRa los que van a pincharse», esgrime como posible explicación a las situaciones que se han producido con esos 15 casos descubiertos en Europa.

Javier Rapado (46 años) no tiene duda alguna de que «no hay motivos para estar nerviosos». Lanza un mensaje claro desde el Colegio de Farmacéuticos de Cantabria:«A los profesionales vacunados debemos mandarlos un mensaje de tranquilidad, porque estos casos de trombos no suponen una diferencia estadística reseñable respecto a los que tiene la población normal por otras circunstancias que nada tienen que ver con las vacunas», sentencia.

También es cierto que la situación en que se han puesto en marcha estos sueros, a una velocidad de vértigo, puede llevar a temer que no se hayan tomado las medidas de seguridad necesarias. «El mínimo tiempo de prueba de un medicamento suelen ser cinco años, como mínimo. Por eso es lógico que haya quien tenga cierta inquietud, pero de verdad que la incidencia de estos problemas es tan baja que no supone ningún problema real».

Respecto a la segunda dosis, destaca que«habrá que esperar, porque tal y como está la situación, todo puede cambiar con vista a dos meses; lo normal es que la pongamos sin problemas».

«Todas las vacunas producen a veces efectos secundarios y en todos los casos hay personas que desarrollan reacciones adversas. Pero ahora todo lo que tiene que ver con el covid se mira con mucho cuidado», cuenta Ruth García, enfermera de empresa, de 39 años.

Ella fue previsora. Tomó paracetamol antes de inocularsey después, cuando comenzó a encontrarse mal, volvió a tomarlo: «Así creo que evité ponerme con esos síntomas gripales de los que se quejaban otros profesionales;pero no he sentido nada más», asegura.

Por eso no tiene temores. «No tengo miedo;aunque desde el primer momento he pensado que hubiera preferido la de Pfizer. No porque tenga menos efectos secundarios, sino porque creo que protege más contra otras cepas del virus.

Sólo queda esperar a que Europa delibere. «Será la Agencia Europea de Medicamentos la que decida cuándo y cómo retomar la vacunación con ella y esto no es más que la forma de actuar ante cualquier efecto adverso que pueda estar asociado a cualquier fármaco».

«Lo importante es poner sobre la mesa los beneficios y los perjuicios que puede causar cualquier medicamento. Y por experiencia sé que siempre prima lo primero a lo segundo. De lo contrario, nunca se hubieran llegado a aprobar y comercializar». Es el argumento con el que la farmacéutica Lara Sánchez de Movellán (32 años), defiende la vacunación con AstraZeneca.

Cuenta que en la vida hay «otras muchas circunstancias» por las que puede aparecer un trombo, y que nada tienen que ver con las vacunas. «Tal vez no tengan relación y eso es lo que hay que estudiar ahora, porque la incidencia que se ha visto es muy similar a la que aparece en la población general sin incluir el elemento de las vacunas», razona.

Tiene fijado el día en el calendario cuando le toca la segunda dosis. «No hay por qué pensar que se va a cambiar el calendario y se va a eliminar esta firma. Lo lógico es que ahora se pare, se estudie, y que con mucha probabilidad se continúe vacunando con ella. Yo tengo muy claro que es peor coger el covid que ponerse AstraZeneca.