Ninguno de los cuatro escenarios de pactos que permite hacer el sondeo coincide con el que existe en la actualidad en el Gobierno de Cantabria. No hay manera de reeditar un bipartito PRC-PSOE. Los resultados no les dan a ninguno de los dos. A ... pesar de la minimalista subida del PSOE a 8 diputados, la bajada del PRC a los 8-9 escaños elimina cualquier posibilidad. Solo la entrada de Podemos-IU en el Parlamento, con dos sillones, abriría la puerta a un tripartito como solución más parecida a lo que existe ahora. Eso le da al partido de izquierdas la fuerza suficiente para reclamar al menos una cartera de ese Ejecutivo. No se contentarían, como ocurrió en 2015, con ciertas concesiones parlamentarias a cambio de apoyar la investidura de Revilla.
Pese a las etapas de amor-odio que han caracterizado las relaciones entre Revilla y Zuloaga, parece que esta alternativa podría ser la más cómoda para el PRC, no solo por mantener la presidencia y por dejarle en una posición de fuerza en el reparto de competencias, sino por la presencia de Pedro Sánchez en La Moncloa. Al menos hasta diciembre.
El resto de opciones tiene como protagonista al PP como ganador de las elecciones. Aunque una de ellas suena inconcebible. Un pacto autonómico con el PSOE no se contempla en ninguno de los dos lados.
Si Podemos se queda fuera del hemiciclo, esos dos diputados acabarían en manos de PP y PRC, lo que permitiría a los populares sumar mayoría absoluta si une sus escaños a los cinco de Vox. La fórmula que ya funciona en Castilla y León supondría un éxito total para el partido de ultraderecha en Cantabria, ya que tocaría poder con solo una legislatura de experiencia en el Parlamento.
En ese caso, en la mesa del Consejo de Gobierno se sentarían dos viejas conocidas del gabinete de Ignacio Diego: Buruaga, que en aquellos años dirigía la Consejería de Sanidad, y Leticia Díaz, número uno ahora de Vox y por aquel entonces consejera de Presidencia y Justicia.
Desde el partido que preside Emilio del Valle en Cantabria ya han avisado de que, en caso de llegar al Gobierno, intentarán deshacer algunas de las medidas puestas en marcha por el bipartito, como las recién aprobadas leyes de Memoria Histórica o LGTBI.
El reencuentro PRC-PP
Aunque ahora nos chirríe en los oídos hablar de un pacto entre regionalistas y populares después de tantos años de idilio con el PSOE, lo cierto es que sería la suma más holgada para gobernar. Entre ambos sumarían 22 diputados en el mejor de los casos. Y Revilla ya sabe lo que es sentarse en la misma mesa que el PP. De hecho, se estrenó en el Gobierno como consejero de Obras Públicas en 1995 de la mano de José Joaquín Martínez Sieso. Y su relación con los populares siempre fue buena, hasta que llegó Ignacio Diego. Todos los puentes entre ambos partidos se quemaron con una rivalidad que acabó derivando en lo personal.
La relación entre Revilla y Buruaga es mucho más cordial, ambos se tienen respeto más allá de las obvias diferencias políticas y de gestión. Pero, incluso, se les ha visto algunos gestos cercanos, como el de estas Navidades, cuando la presidenta del PP se acercó a preguntar al líder del PRC por el estado de salud de su esposa.
De momento, ambos juegan a negar la mayor. Revilla está basando parte de su campaña en marcar distancia con Vox y, por extensión, a ese pacto del bloque de la derecha. «Ya lo tienen decidido», ha llegado a decir. Mientras que Buruaga, además de identificar al presidente cántabro con Pedro Sánchez, con todo lo que ello conlleva, está siendo muy crítica con la dejación de funciones del PRC en muchos proyectos históricos y urgentes para Cantabria, además de problemas como las listas de espera sanitarias o el empleo. En cualquier caso, se sentarán, seguro, a negociar al día siguiente del 28M.
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