![«Me vacuno por mí y por todos»](https://s2.ppllstatics.com/eldiariomontanes/www/multimedia/202104/13/media/cortadas/63605831-kL6F-U14035339311dHI-1248x770@Diario%20Montanes.jpg)
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El Palacio de Exposiciones y Congresos de Santander volvió a funcionar ayer como recinto masivo de vacunación. Apenas sí dio tiempo a que se formaran grupitos en el exterior porque los llamamientos se sucedieron cada quince minutos escasos, pero en muchas charlas previas prevalecían ... las ganas de inmunizarse sobre cualquier miedo o temor a efectos secundarios negativos de la vacuna.
El interior se distribuyó otra vez como un gran circuito con paradas para la higiene, la validación de datos, la resolución de dudas o la espera. Ayer se vacunó con AstraZeneca en tres puestos -mañana y tarde- a personas de 60 a 65 años. «Hoy hay buen ritmo, al menos más que la semana anterior», resumió en el breve descanso que se concedió al final de la mañana la enfermera Janette Gil, protegida con EPI, mascarilla, pantalla, guantes y un colorido gorro sanitario. En su puesto, desde luego, se pinchaba con celeridad: primero un breve recordatorio sobre la vacuna, después una llamada a relajar el brazo y luego el pinchazo, rápido y por lo general, indoloro. Ante las dudas que provoca el tipo de vacuna, Gil, ya 'veterana' en el Palacio y en la campaña, recuerda el valor de la acción colectiva. «Hay que animar a vacunarse para poder avanzar», alentó justo antes de volver a su puesto.
Una de sus compañeras, la médica Blanca Saiz Macho, ayer designada para intervenir en caso de reacción al pinchazo, era de la misma opinión: «Es la primera vez que contamos con una vacuna en un año. Es una herramienta maravillosa y que esté al alcance de la población es un gran reto, es apasionante. Para mí, estar aquí es un honor. Animo a la gente a vacunarse», manifestó.
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A Saiz, que resuelve dudas a las personas citadas antes de dejar su brazo al descubierto, admite que ha tenido que responder más cuestiones sobre AstraZeneca que, por ejemplo, sobre Pfizer. El suero de Oxford ha sufrido vaivenes, parones, cambios de edades... y las preguntas afloran. «Hay mucho ruido con las vacunas», opina al respecto Mijail, 64 años, que ayer se vacunó sin temor, igual que ha hecho toda su vida. Minutos antes había recibido su primera dosis Agustín, exmarino, «sin ningún miedo», y con alguna duda menos que su acompañante.
La idea de que la inmunidad depende de todos, de cada pinchazo planeó en los exteriores del Palacio. Allí, Pilar, pediatra ya jubilada, esperaba a una amiga citada para vacunarse. «Calculo que pueda tocarme en un mes, y me vacunaré con la que me toque», aseguró. «Hay que vacunarse por uno mismo y por el resto de la población». A los pocos minutos, Ana Soto, médica de familia, al pie del cañón en la primera ola, abandonaba el edificio con la dosis puesta y la misma opinión que su amiga Pilar: «Me vacuno por mí y por todos mis compañeros».
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