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Fue a principios de 2024 cuando la encuesta del Centro de Investigaciones Sociológicas (CIS) sobre igualdad puso el foco en los jóvenes. «El 52% de chicos entre 16 y 24 años apoya la idea de que existe una discriminación hacia los hombres y se sienten discriminados por el feminismo». Unos datos que alejaban a la generación Z –grupo de personas nacidas a finales de la década de 1990 e inicio de los 2000– del movimiento feminista y su lucha, enfocada, entre otros aspectos, en la erradicación de la violencia contra las mujeres. El Diario Montañés ha reunido a catorce jóvenes de entre 18 y 24 años con motivo del 25N, que conmemora hoy el Día Internacional de la Eliminación de la Violencia contra la Mujer. Un encuentro en el que este grupo, concienciado y autocrítico, planta cara a la violencia de género. «Esto debe parar y la vergüenza debe cambiar de bando», comentan en referencia a la frase que defendió Gisèle Pelicot, víctima de centenares de violaciones a manos de hombres que su marido reclutaba a través de internet.
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«El número de denuncias por violencia machista sigue aumentando y es algo alarmante, pero no veo que eso esté reflejado en la preocupación de la gente de mi edad». Este es el análisis que hace Estefanía Liaño, de 22 años, y que comparten el resto de asistentes. Y es que, entre las reflexiones planteadas durante el encuentro, sin duda la más repetida fue la «intranquilidad» que sienten por la falta de «empatía y concienciación con la violencia que sufren las mujeres». Una circunstancia que se produce, dicen, por la educación recibida. «No contamos con formaciones precisas que nos permitan hacer un análisis más profundo y detallado de este problemón, que nos envuelve en nuestro día a día. No somos conscientes de que a veces es cuestión de vida o muerte», comenta Liaño.
Otro de los datos que reflejó la encuesta del CIS es que las mujeres de todas las generaciones son más feministas que los hombres, pero la diferencia es mayor en la franja de 16 a 24 años. De hecho, Darío Encinas (19 años), percibe «una nueva tendencia de crear círculos sociales solo de chicos porque entienden que si no hay presencia femenina pueden hacer comentarios que son ofensivos hacia ellas, aunque saben que no está bien hecho. Eso también es otra forma de violencia. Y lo peor es que son conscientes». Un fenómeno que Cristina Badía (22 años) achaca a la polarización que, a su juicio, se está produciendo entre las personas de su generación. «Claro que hemos avanzado, especialmente en temas legales, pero sí que percibo una gran polarización en estos últimos años muy extrema entre chicos y chicas. Creo que las mujeres tenemos, por lo general, más concienciación sobre este tipo de violencias. Porque vivimos esa violencia en primera persona. Por ejemplo, cuando nos gritan por la calle. Por otro lado están los negacionistas, que se niegan a aceptar que las cosas han cambiado». Precisamente por eso, se «oponen» a movimientos que les dicen que lo que han hecho hasta ahora no está bien. «Les gustaría seguir teniendo el derecho de ejercer cualquier tipo de violencia contra las mujeres, ya sea física o psicológica...».
«El número de denuncias por violencia machista sigue aumentando y es algo alarmante»
«El machismo ha evolucionado de una manera distinta. Es decir, ha cambiado de forma»
«Hay una tendencia de crear círculos solo de chicos para poder hacer comentarios ofensivos»
«El proceso de socialización es primordial y no veo que se nos eduque en igualdad»
Una actitud que es un «síntoma» de que el machismo «no ha ido a menos», dice Yanira Muñoz (22 años). «Lo que ha ocurrido es que ha evolucionado de una manera distinta. Es decir, ha cambiado de forma. ¿Cómo vamos a frenar esta violencia si no somos capaces de ver que está presente de otra manera distinta?». Por eso, «debemos ser mucho más críticos y afrontar esta cuestión informándonos correctamente, siendo conscientes de dónde buscamos datos... El problema es que las redes sociales intoxican mucho», reconoce.
Para Lucía Maceiras (23 años), la base de esa polarización es la desinformación y la falta de sensibilización «desde que somos pequeños». «No se nos explica que la violencia de género es un problema social. El proceso de socialización es primordial y el problema que veo es que no se nos educa en igualdad y muchas de las conductas adquiridas fomentan la base de esa violencia que se ejerce contra las mujeres. Sea del tipo que sea».
La educación, tanto en el colegio como en casa, es «crucial», dice Paula Arroyo (18 años) para el «desarrollo de las personas». «Todo radica en los valores familiares. La forma en la que te hablan tus padres o incluso como se relacionan entre ellos, si existe o no una superioridad. Después, cuando te vas haciendo mayor, esos valores son los que te hacen ser capaz de huir del mensaje tóxico que hay ahora en internet sobre la demonización de la lucha feminista y la erradicación de la violencia».
«Tenemos que hacer autocrítica y revisar a las personas a las que hacemos famosas»
«No podemos estar permanentemente cuestionando a las víctimas»
«Creo que las mujeres tenemos, por lo general, más concienciación sobre este tipo de violencias»
«La violencia de género es un problema estructural que nos afecta a todos pero no se ataja en el colegio»
Plenamente conscientes de que invierten «demasiado tiempo» en redes sociales, este grupo de jóvenes hace autocrítica y reconoce que pueden ser un «arma arrojadiza» que pone «permanentemente» en duda el mensaje de las mujeres. «Por lo que tengo entendido las redes más utilizadas –Instagram y Tiktok– funcionan con el famoso algoritmo que está hecho para mostrarte las cosas que te gustan y con las que interaccionas. Si un individuo piensa que todas las denuncias que presentan las mujeres son falsas, ese mensaje le saldrá siempre que utilice el móvil. Y me da miedo porque creo que se convierten en un arma de desprestigio», expresa Nicolás Gómez (19 años), que entiende que las redes ya se han convertido en un medio de relación «muy importante» para la generación Z «y para todas las demás». «Por eso creo que es importante darse cuenta del propósito intrínseco de estas mismas redes, que puede ser el de dañar. Lo digo porque retroalimentan las armas que se pueden utilizar en contra de los movimientos que quieren acabar con la violencia de género».
Tanto es así que, Claudia Nieto (19 años), considera incluso que hay personajes públicos que hacen que «retrocedamos en el tiempo. No son personas cualificadas para hablar de cualquier tema y pueden generar odio», explica. Y aquí viene la autocrítica. «Debemos revisar a las personas que hacemos famosas. Si somos conscientes de nuestros valores, debemos actuar en consecuencia y no dar voz a mensajes que echan por tierra, por ejemplo, el sufrimiento de una mujer. Aunque veamos ese vídeo para criticarlo, da igual, porque son visualizaciones que ellos ganan», matiza Óscar Juárez (24 años).
El prisma de esta generación Z –la que participó en el debate que organizó este periódico– es que «aún queda mucho por hacer». Lo creen porque, de lo contrario, «este tipo de charlas no serían necesarias», lo dice Lorena Maza (21 años), que piensa que el futuro pasa porque la violencia que sufren otras mujeres «deje de utilizarse como un arma política, con beneficios individualistas y sin pensar en el avance de la sociedad. Eso debe terminar. No es una guerra de unos contra otros», añade. Para Quique Ortiz, profesor de 24 años, hay una parte fundamental que se debería trabajar desde el aula. «La violencia de género es un problema estructural que nos afecta a todos pero no se ataja en el colegio. Es un reto que tenemos y debemos fomentar una actitud crítica».
«Los jóvenes debemos tener un pensamiento crítico y analizar la información con perspectiva»
«Las redes pueden ser un arma arrojadiza que pone en duda el mensaje de las mujeres»
«La violencia que sufren otras mujeres debe dejar de utilizarse como un arma política»
«Mi país, México, es mucho más machista. Allí hay actualmente alrededor de siete feminicidios al día»
«Hay personajes públicos que hacen que retrocedamos en el tiempo. No son personas cualificadas»
«Todo radica en los valores familiares. La forma en la que te hablan tus padres o incluso como se relacionan entre ellos»
Generar y fomentar ese tipo de actitudes es «posible», según Inés Fernández (19 años), «frenando el negacionismo y los bulos que se forman solo por la conveniencia de algunos. Si veo un vídeo, debo saber quién transmite ese mensaje». Y hace una especial mención a la gente de su edad. «Especialmente los jóvenes debemos tener un pensamiento crítico y analizar la información con perspectiva». De lo contrario, «nos convertiremos en unos ignorantes», añade Amanda Delgado Lobeto (19 años). «No podemos estar permanentemente cuestionando a las víctimas, poniendo trabas cuando deciden denunciar, preguntándoles por qué no lo hicieron antes o revictimizarlas para que cuenten una y otra vez por lo que han pasado. Falta empatía, el que no lo vive no se lo cree o lo pone en duda. Eso hay que trabajarlo porque podemos estar hablando de personas que están en peligro de verdad».
A Emiliano Castillo, un joven mexicano de 20 años, le resultó inevitable hacer una comparativa sobre la violencia de género en su país y en España, donde reside desde hace dos años. «Mi país es mucho más machista. Allí hay actualmente alrededor de siete feminicidios al día. Crímenes cometidos contra la mujer básicamente por el hecho de ser mujer. Por desgracia allí sufren vejaciones cuando viajan en transporte público». Por eso, considera «importantísimos» los movimientos que defienden a las mujeres, que en México cada vez son «mayores». «Son cruciales para esta lucha, es importante que se mantengan unidos y aquí lo mismo. Que tengamos todos el mismo objetivo», añade. Un objetivo que no es otro que «seguir presionando a las instituciones para que esta situación cambie». Lo tienen claro, y aunque haya quienes pasen del tema, «no hay futuro sin avance. La esperanza no está perdida».
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