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La última vez que César Bona (Zaragoza, 1972) visitó Santander el covid y sus fatales consecuencias aún no existían en nuestras vidas. Hace más de un año este maestro, autor de varios ensayos sobre educación como 'Las escuelas que cambian el mundo', ' ... La emoción de aprender', 'El asombroso mundo de Bernardo'.... ultimaba una nueva obra que paró para poner negro sobre blanco algunas reflexiones sobre todo lo que estaba escuchando, lo que estaba viviendo acerca de cómo afectaba y cómo iba a afectar el virus en las aulas más allá de fomentar el uso de la mascarilla, el gel y respetar la distancia social entre el alumnado. Así nació 'Humanizar la educación' un libró que presentó en acto organizado por el Aula de Cultura de El Diario Montañés en el Ateneo y que se convirtió en un canto a la enseñanza en valores, al respeto al escolar y al oficio del maestro. Después de todo, ¿cuál debería ser el objetivo de la enseñanza? «Proporcionar a los alumnos las principales herramientas para que crezcan», aseguró.
La intervención de Bona, que en el año 2015 fue elegido uno de los 50 mejores maestros del mundo en el Global Teacher Prize y que hoy disfruta de una excedencia que le ayuda a comprender y amar más su profesión, estuvo acompañado en la presentación por Luis Revenga, presidente de Editorial Cantabria; Manuel Ángel Castañeda, presidente del Ateneo y el crítico literario Javier Llamazares y su intervención fue seguida de forma presencial por un gran número de personas, la mayoría docentes. «Enseñar a los alumnos a saber convivir y comprender el mundo en el que viven; utilizar las nuevas tecnologías de forma responsable y ayudarles a asumir un compromiso social» son para César Bona las principales herramientas que se deben ofrecer a los niños y niñas en los colegios, según explicó, tras mostrar su perplejidad ante algunas de las cosas relacionadas con la educación que ha vivido en los últimos meses. «La pandemia nos ha enseñado que cambiamos muy rápido de opinión cuando nos conviene», dijo en relación al uso de las nuevas tecnologías. «Antes todo eran críticas al uso del móvil en los colegios –señaló a modo de ejemplo– pero está demostrado que sí la tecnología está fuera también debe estar dentro de las aulas», aseguró, insistiendo eso sí en el fomento «del uso responsable y ético» de estas herramientas.
Lo que también tiene claro este maestro, que durante 14 años ejerció en el aula de quinto curso de Primaria de un colegio de Muel (Zaragaoza), es que el planteamiento de la educación está siempre abordado desde el punto de vista del adulto, que no se escucha a los chavales, algo que él viene demandando en sus obras y que aún se ha visto más claro en estos últimos meses. «Se les ha tratado como una burbuja y no se les ha preguntado cómo han vivido, cómo viven la pandemia. Hubo quién se llegó a plantear que finalizaran el curso con un aprobado general. Se hablaba de ellos como si no estuvieran aquí», afirmó.
Y es que su filosofía, en cuanto a su oficio, es que la educación es escuchar y es compartir, algo que echa de menos y que le ha llevado a escribir este libro que está llenó de anécdotas que él mismo ha vivido y también que invita a la reflexión.
Durante el acto insistió mucho en el tiempo presente. «Hablamos de los alumnos como los líderes del futuro, los futuros adultos y eso ya no sirve. Hay que proporcionarles herramientas para que vivan el presente porque también forman parte de la sociedad de ahora» aseguró. Además reconoció que en un sistema educativo en el que uno de cada cuatro alumnos no termina los estudios es una señal «de que algo no va bien» y de que «debemos ampliar la mente para llegar a todos los niños, a cada uno de ellos». Por eso lamenta determinados informes como el de Pisa, en el que los escolares españoles no suelen salir muy bien parados, «porque el fracaso escolar comienza cuando enseñamos las cosas como si estuviéramos en una competición».
En su sistema educativo ideal, que él ve a todas luces factible, cuestiones como la solidaridad o el respeto al medio ambiente deberían tener mucha más importancia de la que se ofrece hoy en día. «Yo quiero una escuela en la que se escuche más al niño y ahora mismo el peso de los contenidos no dejan que les escuchemos. Una escuela en la que se invite al diálogo y a la reflexión, un lugar en el que se prioricen cuestiones como la salud. ¿De que sirve que aprendan todos los órganos que tiene el cuerpo humano si luego no son capaces de reaccionar cuando alguno de ellos falla?» preguntó. Eso sí dejó bien claro que no hay que quitar importancia a las materias que se imparten hoy en día, si no relacionarlas con su vida, con su día a día. Y para ello pidió a los adultos que una vez acabado el curso en vez de preguntarles a los niños sí han aprobado todo nos interesemos por saber qué es lo que han aprendido.
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Álvaro G. Polavieja
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