Hay tesoros que no se esconden en cofres ni se custodian en cajas fuertes, joyas que brillan sin otros engarces que la memoria y el conocimiento y placeres que toman forma de partituras e instrumentos. Así lo siente y lo vive el músico y docente ... Carles Magraner (Almusafes, Valencia, 1962), doctor en Música por la Universidad Politécnica de Valencia y director de la formación Capella de Ministrers, así como especialista en violonchelo barroco y viola da gamba. Magraner ha dirigido e impartido esta semana el seminario 'Música del Siglo de Oro español. Entre el Renacimiento y el Barroco' en el marco de los Cursos de Verano de la Universidad Internacional Menéndez Pelayo (UIMP). A juicio del experto, España cuenta con un auténtico tesoro, estrechamente ligado a la historia y la identidad del pueblo español, que, destaca, mucha gente desconoce, en contraposición con el conocimiento que existe respecto los ámbitos literario, artístico o arquitectónico propios de la época.
–En general la gente conoce el Siglo de Oro español por sus autores literarios, pero desconoce esta etapa dorada de la música. ¿Cuáles fueron las claves a nivel musical de este periodo?
–Es es uno de los motivos por los que se hace este curso: por el gran desconocimiento que existe aún hoy de lo que es la música en España en este periodo. Conocemos pintores, autores de obras teatrales, como todos los maestros del Siglo de Oro, conocemos la arquitectura y todo el mundo sabe quién construyó el Escorial o reconoce una pintura del Greco, pero cuando ponemos música de un autor nuestro del Siglo de Oro ahí tenemos un gran vacío. Sí que es cierto que en música religiosa hay algo más de conocimiento, pero cuando pasamos a facetas profanas existe un vacío inmenso.
–Una circunstancia que choca con la calidad y variedad de géneros, piezas y compositores...
–Sí, porque tenemos una gran riqueza musical, que influyó en Europa y en todo Occidente entre finales del siglo XV y hasta la llegada del siglo XVII. Tenemos grandes figuras.En principio los cancioneros, como el 'Cancionero musical de Palacio', que es el gran referente a finales del Renacimiento en el género de la música profana, vinculado a la Corte de los Reyes Católicos y que incluye obras maravillosas, muchas de ellas desconocidas. Ya en el siglo XVI tenemos muchísimos grandes autores, desde Francisco Guerrero a Cristóbal de Morales, para después entrar en un siglo XVII todavía más desconocido, con maestros e influencias ya venidas de Flandes de la mano delemperador como el Maestro Capitán, por ejemplo.
–¿Cuáles son las características generales de esta música?
–Es una música con sello hispano, nuestra, única en el entorno europeo de la época, sin influencia todavía de la corte borbona, y con una singularidad que la hacía todavía más interesante.
«En esta obras se aprecian los orígenes de la música popular española, incluso de palos del flamenco»
–¿En qué radica esa singularidad a la que alude?
–Sobre todo en su arcaísmo. Es una música muy cercana, con una proyección aún renacentista sobre el Barroco. Es una música que influye mucho sobre el texto, tanto en la faceta religiosa como en la profana. En este caso era música hecha para su uso, sobre todo para el teatro, donde se aplicó muchísimo, como en el caso de Lope de Vega. De hecho no se puede entender el teatro del Siglo de Oro sin la música. Es una música para el teatro, para la Corte, muy funcional, con instrumentos en los que siempre están presentes la guitarra y el arpa. Es también una música polifónica, con unas polifonías con textos de una gran riqueza, y que todavía utiliza ritmos característicos de la música popular como seguidillas o folías, por lo que al escucharla siempre nos despierta algo y nos conmueve porque reconocemos en ella los orígenes de la música popular española, incluso de algunos palos flamencos.
–Eso respecto a la música profana. ¿Y la religiosa?
–A partir de 1650 se unificó el estilo en toda Europa debido al Concilio de Trento, pero anteriormente la polifonía española, con Peñalosa, con Morales, gozaba de una identidad muy característica, basándose también en ese arcaísmo que se ceñía más sobre el texto, con el que pretendía generar las emociones.
–¿Cuáles fueron los cimientos de esta época dorada de la música española?
–Esta época surge del descubrimiento de América y de la conquista de Granada, que le dieron a España una riqueza económica como nunca en su historia había tenido. Después llegaron las relaciones con Flandes, con el Emperador... La interrelación con la Corte de los Habsburgo generó una explosión de la música española. También influyeron la utilización de la imprenta en esta época y la influencia en Roma, donde por primera vez hubo un Papa español, en la figura de Alejandro VI. Todo ello propició el inicio de un gran Siglo de Oro cuya decadencia empezó a finales del siglo XVII.
–¿Cómo ha conseguido condensar en una semana de curso tanto conocimiento y una evolución tan destacada de la música española?
–La verdad que es algo difícil (ríe). Empezamos con tres planteamientos teóricos a los que se suma la práctica. En este caso lo centramos en la figura de Miguel de Cervantes y su obra, que es muy musical y contiene muchísimas referencias, y desde ahí lo expandimos a todo el Siglo de Oro. Desde ahí abordamos no solo el planteamiento teórico sino también el práctico, porque muchas veces las partitura del Renacimiento o del Barroco español no nos hacen fácil su interpretación. Hay que tener un gran conocimiento de la praxis musical de la época para poder sacar todo el partido que merece la música y se están viendo los resultados en la reinterpretación de unas músicas que encuentran su verdadera esencia cuando suenan.
–¿En qué sentido?
–En el de que la estructura musical en esta época en España es muy de uso y se escribe para recordar, no pensando en su reinterpretación posterior. Por eso el trabajo del intérprete es en muchos casos doble.
–Como experto, ¿cómo valora la salud de esta música en la actualidad en nuestro país?
–Lo primero que tengo que agradecer es que se realice un curso así, que tenía que ser permanente, en una universidad como la Menéndez Pelayo, porque creo que es la mejor forma que hay de proyección para esta música. Aunque este año no ha sido posible, en futuras ocasiones habría que intentar que participaran alumnos extranjeros para que vengan a conocer esta música. La defensa de este patrimonio tiene que pasar por nuestras manos, que somos quienes realmente lo conocemos y a los únicos a los que les interesa que se difunda.
–¿Cómo cree que debe afrontarse dicha difusión?
–Francia tiene su Siglo de Oro e Inglaterra también. Nosotros lo tenemos pero en lo musical tenemos que trabajar más y darlo a conocer, sobre todo entre los jóvenes, que cuando lo conocen se apasionan.
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