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«Artesantander tiene una inercia de 31 ediciones muy buenas. Es un proyecto querido por el público, los artistas, los galeristas y los coleccionistas. Todo este legado me llena de responsabilidad y al mismo tiempo me tranquiliza». Mónica Álvarez Careaga (Torrelavega, 1964) ha gestionado decenas de proyectos como comisaria, museóloga, productora... Son más de 30 años en el mundo del arte. Adquirió experiencia en la organización de ferias de arte con diferentes responsabilidades en la propia Artesantander, Arte Lisboa y Swab Barcelona. Y en 2016 fundó Drawing Room Madrid, con extensión en Lisboa. Además, ha organizado encuentros, foros y festivales, como el Nacional MAV Miradas de Mujeres en 2014, pero fundamentalmente ha trabajado como curadora, artífice de numerosas exposiciones en España y en el extranjero.
–¿Cómo define Artesantander?
–Artesantander es una feria de arte contemporáneo mediana en tamaño y con una calidad muy alta. La particularidad de celebrarse en verano la hace atractiva y diferente. Además, suele proponer una mayoría de artistas españoles en la mitad de sus carreras, cuando su trabajo es muy sólido.
–Con mucho esfuerzo, un equipo exiguo y muchas piedras en el camino, la anterior gestión consolidó un modelo, eludió crisis y creó una marca. En síntesis, ahora, ¿cuáles son los nuevos caminos que la feria debe adoptar con perspectiva de futuro?
–El equipo de Juan Riancho creó una feria perfecta, definida por un planteamiento curatorial muy fuerte y siempre al servicio de las galerías españolas. Yo he cambiado un poco el modelo, hacia una feria más comercial y más internacional, porque estos dos retos me motivan mucho personalmente.
–Desde su experiencia, ¿dónde ubica Artesantander convertida, al fin y al cabo, en la segunda cita más longeva del mercado?
–Pese a los cambios políticos, el Gobierno de Cantabria y el Ayuntamiento de Santander han otorgado un apoyo ininterrumpido a la feria durante años. Me gusta decir que Artesantander es la feria donde los galeristas de toda España aprenden a hacer un proyecto para presentarlo en una feria y a defenderlo. Es una especie de curso máster de la profesión. En esta edición tenemos 16 galerías que participan por vez primera y la mitad de ellas llevan menos de dos años abiertas, entre ellas una nueva galería santanderina.
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–Arte, Santander y una gestión por delante necesitada de tiempo. ¿Afronta esta etapa con independencia?
–Hemos trabajado en esta edición con total independencia. Yo temo más a la soledad que al control.
–En escaso tiempo usted ha estado a punto de dirigir uno de los museos más importante del país, abrió una galería y luego la cerró, ha asumido la dirección de la feria y prosigue con otras labores.... ¿Vivir el arte supone estar siempre en el alero, ascender y descender, arriesgarse?
–En mi carrera así ha sido. Para poder continuar siendo significativo en el mundo del arte hay que presentarse a concursos (y a veces quedar el segundo) probar nuevos formatos y arriesgar constantemente. Con los años he aprendido a ver las cosas en su conjunto, algunos proyectos no duran mucho tiempo y otros van rodados. Mi trayectoria ha sido muy satisfactoria para mí. No tengo ninguna queja.
–¿Qué problemas plantea dirigir una feria ya nada pequeña, y qué urgencias debe afrontar?
–Artesantander necesitaría invertir en tiempo, en dedicación… desarrollar más el equipo, trabajar con mayor planificación, viajar a ferias extranjeras y presentar nuestra feria para que pueda crecer y ser un gran evento con impacto internacional.
–Hay quien dice que el galerismo y las ferias tienen fecha de caducidad. ¿Deben reinventarse ante el cambio de consumo y la propia inteligencia artificial?
–Visitar una feria de arte no es muy diferente de visitar un centro comercial. Las galerías se disponen como si fueran comercios especializados y los galeristas reciben al público con mucha dedicación. Quizás por esto las ferias suponen casi la mitad del negocio anual de muchas galerías. Además, las ferias de arte son muy útiles para las galerías de ciudades pequeñas porque adquieren una gran visibilidad en poco tiempo. Por su parte, las galerías cuentan para sobrevivir con fenómenos sociales como el auge de los eventos y la economía de la experiencia (inauguraciones, visitas de estudio, charlas, presentaciones de catálogos, viajes a ferias...).
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Guillermo Balbona
–El mercado del arte es, como parece, ¿imprevisble, implacable, impositivo, caprichoso?
–Desde fuera puede parecer todo eso. Es un mercado que genera valor por dos vías: la vía experta son las recomendaciones de los críticos y las elecciones de los comisarios, los coleccionistas y los conservadores de museos. Por otro lado, está la habitual ley de oferta y demanda, la cantidad de obras que produce un artista, la evolución de los precios en subastas…, todo influye.
–Le pregunto la última cuestión que le hice a Juan Riancho antes de su despedida: Santander contará con nuevas infraestructuras abiertas y con el arte como común denominador. ¿Qué le inquieta y qué reflexión le merece ese nuevo panorama?
–¡Me parece fantástico! Yo lo disfrutaré al máximo y espero que muchas personas se unan al hábito de visitar los museos de su propia ciudad y dejarse interrogar, cautivar o simplemente divertir por el trabajo de los artistas.
–Una ciudad de la cultura que ha permitido factores vergonzosos en torno a su Museo de Bellas Artes, ¿es poco fiable?
–Santander está haciendo un gran esfuerzo para adquirir esta marca de ciudad de cultura y muy especialmente de ciudad de museos. Es una ciudad pequeña con mucha ambición y ha conseguido aliados fantásticos, como el Centro Botín, las fundaciones Enaire y Banco Santander y el Museo Reina Sofía. Espero que el MAS enderece el rumbo y cumpla una función que ninguno de las instituciones citadas va a desarrollar: conservar el patrimonio artístico y apoyar a los creadores actuales de nuestra región.
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Guillermo Balbona
–¿Aceptaría el reto de dirigir el MAS?
–No lo sé, depende de las circunstancias. En Santander hay muchas personas que lo harían muy bien. Tenemos una generación de comisarias y gestoras muy potentes que han ganado mucha experiencia fuera de Cantabria.
–¿Cree que se cuida a los artistas de esta comunidad?
–La inactividad del MAS durante años ha tenido como consecuencia la expulsión de los artistas de esta comunidad. Otras instituciones han llevado a cabo iniciativas pero siempre con una alarmante debilidad técnica y presupuestaria.
–¿El coleccionismo sigue siendo la asignatura pendiente?
–En Cantabria hay un grupo de grandes coleccionistas comprometidos vitalmente con el arte contemporáneo. Han creado patrimonios privados de gran importancia y ahora toca a las instituciones públicas conseguir donaciones, cesiones temporales, etc. Aparte de esto, mi idea es que 'coleccionar' arte puede asustar un poco. Se trataría de atraer a los compradores de arte más jóvenes para que adquieran un cuadro que les encanta, una foto que les sorprende, una escultura que les emociona… sabiendo que, además de llevarse la obra a casa y disfrutarla, apoyan al sector artístico, una voz imprescindible en una sociedad crítica y libre.
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Mikel Labastida y Leticia Aróstegui (diseño)
Óscar Beltrán de Otálora y Gonzalo de las Heras
José A. González y Álex Sánchez
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