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«Que veinte años no es nada...», cantaba el tango de Gardel. Y veinte son las veces que la Gimnástica ha disputado el torneo de la Copa del Rey. Pero fíjense si no es nada que con las seis ediciones de la Copa de ... España y las catorce que llevó el nombre de Copa del Generalísimo, en Torrelavega llevan más de media vida de Copa en Copa. «¿Vas a ir al partido?», se escucha en la panadería, en el súper o en la cola del banco. No se habla de otra cosa esta semana por las calles de la capital del Besaya. Lo del domingo no es nuevo, ni mucho menos, pero sí necesario para un club en el que, dentro de cuatro años, se cumplirá un siglo desde que se trajo a la ciudad la primera eliminatoria copera.
A El Malecón no hay que acicalarle mucho. Ya viene guapo de serie. Lo tiene todo para un partido como el que le enfrentará este domingo al Real Oviedo a la hora del vermú (12.00 horas). Precisamente hace cien años que se puso en pie el primer Malecón, aquel que se inauguró con un triangular entre el Athletic de Bilbao, la Real Sociedad y la Gimnástica. En las gradas estuvo la reina Victoria Eugenia. Y como la cosa va de coronas el destino ha querido reunir en este viaje a dos equipos con el título de 'Real'. La Gimnástica lo obtuvo en 1923 y el Oviedo en 1918. Y es que en Torrelavega todo es real... Como que vendrán más de mil aficionados oviedistas, como que los más de mil socios (1.117) no se perderán el partido o como que se esperan algo más de 3.000 espectadores en las gradas del coqueto estadio. «El equipo vive de la Liga, pero es indudable que esto es un aliciente y que la gente tiene muchas ganas de volver a vivirlo», reconoce Siro del Barrio, presidente de la Gimnástica, que disfruta de su primera jornada de orgullo extra desde que ocupa ese famoso vagón de la montaña rusa que es la presidencia del club blanquiazul.
La moderna estructura de El Malecón permite la colocación de vallas estáticas, publicidad institucional y algún guiño más a la Federación Española de Fútbol. En la ribera del Besaya no hacen falta supletorias, pero sí que los empleados se multipliquen. «Tenemos empleados acorde a la exigencias que nos da la Liga, pero es obvio que para un partido como este todo es poco; tendremos que doblarnos», admite Del Barrio. El de las oficinas cortará entradas, el de prensa acompañará a los equipos, la seguridad se multiplicará, se cerrará la carretera de los aledaños del estadio para dar cabida a los seguidores y a la llegada de los jugadores... Los controles se intensificarán y los nervios crecerán. «Claro que estamos nerviosos», señala el 'presi' blanquiazul, que seguro que le era más fácil estar abajo con las botas de tacos cuando era futbolista que arriba con la corbata.
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Marcos Menocal
Los vecinos continúan con su rutina, pero con la Copa en la punta de la lengua y en el club no deja de sonar el teléfono. «Nos llaman familias de Oviedo preguntándonos. Como no habrá problemas de entradas, organizarán el viaje sobre la marcha y comprarán en taquilla», explica Del Barrio. Aún así, la Federación, los seguidores, la seguridad... Las oficinas de El Malecón no dejan de echar humo porque este torneo tiene estas cosas. No tiene dobleces: o se gana o se pierde. O ríes o aprietas el puño. Y reparte alegrías que no están presupuestadas en los balances de pretemporada y que a muchos les arregla el año. Lo que sí se puede leer negro sobre blanco es el montante que maneja cada club y así hacerse una idea de la diferencia, a priori, que existirá en el terreno de juego. Los cerca de 600.000 euros de presupuesto de la Gimnástica se quedan lejos de los casi catorce millones de los carbayones. Ahora bien, todo o nada a noventa minutos. O a 120... O a una tanda de penaltis. Así es la Copa del Rey.
Ruido. Mucho ruido. Sin embargo en el vestuario todo sigue igual. No se ha cambiado la hora de entrenar, ni las rutinas del cuerpo técnico. Los jugadores acuden a las 18.00 horas al 'curro' sin que la entidad del rival de esta semana trastoque nada más allá de lo necesario. Casi todos se dedican al fútbol en exclusiva, aunque también hay algún profesor o ingeniero, como Tobar, Somavilla o Alberto Gómez. El míster, Sesi (Sergio Fernández) se estrena en la competición y es el primer sorprendido de lo que genera la Copa. «Es algo que ilusiona tanto... Da esa sensación de que todo es posible, que anima a la gente», reconoce. El técnico sabe que tiene las de perder –o no–, pero también que a poco que haga saldrá reforzado. «Vamos a intentar dar la campanada», señala. ¿Qué pensará su paisano Álvaro Cervera? En el banquillo del Oviedo, recién aterrizado, llega un 'cántabro' –nacido en Guinea Ecuatorial, pero... De casa– con mucha experiencia en estas lides, buena y mala, para quien la Copa lo mismo puede ser una indigestión muy molesta. En Oviedo, una derrota en El Malecón no se arregla ni con un palé de Almax. La Copa no le sienta igual a todos.
En Torrelavega se respira incertidumbre. Hay ese hormigueo de los artistas al subir al escenario o el de los estudiantes cuando esperan la nota de un examen. «Es que para nosotros es muy importante. Si ganamos seguro que nos toca en la siguiente ronda un equipo de Primera», explica Chamorro, el capitán de un equipo que «piensa ponerle las cosas muy difíciles al Oviedo. Por si no lo sabían, el del brazalete lo recuerda. Apenas es una hora y cuarto de viaje por autopista. Los carbayones se subirán en el Carlos Tartiere después de desayunar y cuando quieran darse cuenta estarán en El Malecón. Tiempo suficiente para que los jugadores repasen cómo en diciembre de 2003 la Gimnástica eliminó al Athletic de Bilbao (2-1); en la campaña 2000-01 se llevó por delante al Alavés a penaltis, a Las Palmas (2-1) o como un solitario gol de Rivaldo con el Barcelona salvó la vida de los culés en el barro del antiguo Malecón. Si es que hasta el Real Madrid de 1967 –había ganado la Copa de Europa el curso anterior– empató (2-2) en Torrelavega. En la época de los móviles y las tablet, lo mismo a más de uno de los oviedistas se le indigesta el viaje relámpago. La Copa está servida en El Malecón, solo falta saber quién paga la ronda.
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