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P. Ríos
Lunes, 31 de agosto 2020, 18:50
A estas alturas de esta triste historia del final del verano barcelonista, apenas quedaban esperanzas de que hubiera final feliz, pero si había algún optimista este lunes se debió pasar al bando de los pesimistas. Leo Messi, como estaba cantado tras su ausencia el domingo en los tests PCR, ... no se presentó tampoco al primer entrenamiento de la pretemporada del nuevo Barça de Ronald Koeman y su marcha del club azulgrana, por mucho que se retrase, será inevitable. Falta lo más difícil: el cómo.
El miércoles aparece como nuevo día clave en este pulso que inició el '10' el pasado martes enviando un burofax al club azulgrana para informar que su contrato acababa el 31 de agosto y que comunicaba, en plazo estipulado al tratarse de un curso prolongado por la pandemia del coronavirus, que no ejercía la posibilidad de completar la temporada opcional reflejada hasta 2021. El Barcelona replicó con otro burofax que en el contrato quedó muy claro que si no avisaba antes del 10 de junio, automáticamente quedaba vinculado una campaña más. Y, aunque ha pasado una semana, así siguen las dos posturas, ambas supuestamente cargadas de razón a juicio de sus respectivos abogados, que leen e interpretan fragmentos de lo redactado y firmado en 2017 a gusto del consumidor.
El aterrizaje en Barcelona este miércoles de Jorge Messi, padre y agente de Leo, debería propiciar una cumbre con Josep Maria Bartomeu, presidente contra las cuerdas a quien ayer ya se le inició oficialmente una moción de censura que en dos semanas se sabrá si prospera. Pero, que se sepa, las relaciones entre el padre de Messi y Bartomeu tampoco han sido nunca fluídas y no parecen el dirigente y el familiar-representante ejemplos de sensatez negociadora como para pensar que la cita acabará con un apretón de manos.
Cobra fuerza que Messi pueda irse al Manchester City, su silencio le delata como club de destino, con un tránsfer provisional a la espera de una decisión de un tribunal. Eso significaría que el club inglés tendría muy claro que el '10' lleva razón jurídica, pues en caso contrario se arriesgaría a tener que abonar dentro de unos meses los 700 millones de su cláusula de rescisión. Aunque fuese la mitad, sería un palo para el City, vigilado por la UEFA por su confuso 'fair play' financiero. Y si el Barça tiene la posibilidad de llegar a un acuerdo para embolsarse una cantidad aceptable, sorprendería en la misma situación que corriera el riesgo de que un juez diera la razón a Messi y se quedara sin nada, o con la morralla, dentro de unos meses. El cómo sigue siendo un misterio.
Más sencillo lo ha hecho Ivan Rakitic, el primero de los descartados de Ronald Koeman que deja el Barcelona tras seis temporadas en las que lo ha ganado todo. Vuelve al Sevilla a cambio de una cifra testimonial porque acababa contrato en 2021. Los siguientes en salir deberían ser Luis Suárez y Arturo Vidal, quienes se entrenan con el grupo pese a saber de boca del holandés que deben ir buscando equipo. También tienen contrato hasta 2021. Si quieren quedarse, estarán en su derecho y protagonizarán el próximo lío.
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