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Diez meses después, Jon Ander fue titular. El vasco volvió a lucir el '9' desde el pitido inicial y la de este sábado fue la decimotercera ocasión en la que su nombre estaba en la alineación. Con las ganas de jugar que tenía ... no le debió preocupar ni lo más mínimo lo de las supersticiones.
Después de dejar atrás una tortuosa e inoportuna grave lesión de rodilla Jon Ander aprendió de golpe a no pensar en lo malo. Y a los cinco minutos... Todo parecía igual. El vitoriano apretó a los centrales, les incomodó, no rehuyó el contacto y no dio un balón por perdido. Todo le parecía poco. Como siempre. Los aficionados corearon su nombre porque los 26 partidos que le dio tiempo a jugar la pasada temporada le sirvieron de carta de presentación. Y al minuto 22 se hizo grande; un envío de Aitor Buñuel lo remató el delantero y obligó al portero a esforzarse. Su cabezazo fue la primera ocasión de un delantero del Racing en los últimos partidos. Un dato para nada baladí. Precisamente esa inoperancia de sus compañeros -Barral y Nuha (no convocados) y David Rodríguez, en el banquillo- fue la que le dio ayer la alternativa. Su vuelta al once suscita muchas conclusiones. La primera, ante la impotencia de que nada funcionaba y la urgencia de que algo había que cambiar, Cristóbal le dio la confianza y la oportunidad de ocupar la referencia en el ataque en un partido de vital importancia. Crucial. Y la segunda, que el míster hace lo que puede con lo que tiene sin esperar a lo que pueda venir. Precisamente, Jon Ander está en la lista de futbolistas que la dirección deportiva baraja dar salida y, sin emabrgo, Cristóbal decidió darle toda la responsabilidad. La traducción es evidente; la delantera del Racing está hecha unos zorros o el divorcio entre el entrenador y la dirección deportiva es un hecho.
En Anduva, lo que no se puede negar es que Jon Ander corrió tanto como Nuha, tuvo más presencia que Barral y David Rodríguez y le aportó al equipo algo que ninguno de ellos consiguió en las últimas comparecencias: un plus de incertidumbre. El vasco logró darle sentido a los pocos desbordes que sus extremos firmaron en Miranda.
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Sergio Herrero Marco García Vidart
Han ofrecido tan poco los delanteros 'estrellas' que Nuha, primero, y desde ayer Jon Ander -los llamados reservas- han surgido por icomparecencia de sus compañeros. Para el vasco, esta temporada es un aprendizaje acelerado. Nunca antes había jugado en Segunda División y su infortunio le privó de poder competir en igualdad de condiciones por el puesto que sí se ganó -como pocos- el curso pasado en Santander. Lo que ayer demostró no fue ninguna sorpresa. No es un virtuoso con el balón y sería extraño que ahora explotase unas condiciones que nunca tuvo. No obstante, la defensa del Mirandés no lo tuvo fácil con él; fijó a los centrales, dificultó la salida de balón y cuando Lombardo y Cejudo -este último más bien poco, porque no estuvo acertado- colgaron el balón, Jon Ander estaba donde debía. En el área. Su excesivo ímpetu le llevó en ocasiones a derribar a los defensas en la disputa del balón, pero con ello le dio posibilidades al resto del ataque. Con poco demostró que puede ser uno de los fichajes y que Chuti Molina debe replantearse las intenciones después de tantas apuestas perdidas. La salida se la merecen otros mucho más que el vasco, que ayer volvió a sentirse futbolista y regresó a una alineación titular después de casi un año. A falta de que realmente se mejore como se debe la delantera del Racing, Jon Ander aprobó -sin nota alta, la cosas como son- su máster en Segunda División.
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