![Del bullicio al 'Chuti, vete ya'](https://s3.ppllstatics.com/eldiariomontanes/www/multimedia/201912/22/media/cortadas/aficion%20(1)-k0QE-U901040264486F1G-624x385@Diario%20Montanes.jpg)
![Del bullicio al 'Chuti, vete ya'](https://s3.ppllstatics.com/eldiariomontanes/www/multimedia/201912/22/media/cortadas/aficion%20(1)-k0QE-U901040264486F1G-624x385@Diario%20Montanes.jpg)
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La expectación previa a un acontecimiento siempre aumenta las ganas de que se produzca. Quizá por eso se esperaba con tantas ganas el partido de ayer. Con ciertas reservas, eso sí, porque el pasado siempre revolotea sin que le den permiso y en los últimos ... antecedentes siempre hubo alguna sombra que eclipsó todo lo bueno que tiene un evento como el que se vivió en los Campos de Sport. Salió casi todo bien. Solo faltó que el Racing hubiese ganado. rilló el fútbol por encima de todo, aunque para ello hubiese que ver policías hasta debajo de las piedras. Desde primera hora de la mañana se puso en marcha un operativo especial que sólo funciona cuando se declara a un partido como de alto riesgo. Más que nada por prevenir, pero intimida y no deja de ser una lástima porque si uno piensa todo lo que les une al Racing y al Oviedo seguramente hubiesen sobrado más de la mitad de los agentes. Fijo.
Con permiso del efímero derbi norteño entre estos dos equipos en Segunda B, en la temporada del ascenso con Paco Fernández (2013-2014), hacía 17 años que no se producía un duelo oficial. «¡Y falta hacía, o!», gritaba uno de los supuestos aficionados ultras del equipo carbayón que guardaba escrupulosamente su turno en la ordenada fila a las puertas del estadio. Pulgar arriba y risas. Tranquilidad. Eran las 18.00 horas y la policía escoltaba la maniobra sin incidente alguno. La estampa era la siguiente: alrededor de un millar de seguidores oviedistas en procesión, cuatro furgones de la Policía Nacional cortaban la calle anexa; luces y sirenas. La normalidad presidio el acto y en apenas unos minutos, la gran mayoría de la afición del Oviedo estaba en el interior de los Campos de Sport.
«Todo bien, todo perfecto», admitía uno de los agentes que detuvo a los viandantes mientras duró el trámite. A continuación se restableció el orden sin nada que destacar. En ese preciso instante finalizó una de las labores más delicadas, a priori, con éxito. Y es que todo comenzó con la detención del sector más animoso de los seguidores asturianos en Gornazo, a treinta kilómetros del estadio y en plena A-67. Desde allí se les escoltó hasta el centro de Santander, previo corte de las calles que se encontró el convoy. En pleno corazón santanderino se juntaron los grupos de oviedistas, los que tuvieron corteo y los que se acercaron a la capital cántabra por su cuenta. «Y ahora tendremos que ir andando hasta el campo. Bueno pues nada», lamentaba Sergio Rivera, que apuraba un vaso de esos de plástico de quita y pon.
Ya desde media mañana Peña Herbosa era azul. El Río de la Pila, zona neutral.Solo los blancos del domingo. Y poca gente, con el castigo del mal tiempo. Pero los oviedistas más madrugadores sí daban color a esa Peña Herbosa en la que incluso improvisaron un pequeño bar a base de latas junto al Centro Gallego.Otros iban de paseo desde El Sardinero. «Pon elGPS», bromeaba una cincuentena que bajaba a pie Francisco Palazuelos.
Y después de comer en Peña Herbosa, se unieron más carbayones. La Policía, vigilante en Puertochico.Como antes enLope de Vega.Y algunas carreteras cortadas brevemente para conducir a los radicales. Así se llegó a la verdadera previa.El particular pasacalles azul hacia el partido mientras muchos verdiblancos esperaban en casa.El viento y, sobre todo, la lluvia amenazaban.
«Habrá un kilómetro o así», le orientaba Fede García, un racinguista que entre los azules pasaba la mañana sin credenciales verdiblancas que le distinguiesen. Y así fue; en el coche de San Fernando –unas veces a pie...–, como si fuese en una especie de procesión, cerca de mil aficionados cruzaron el túnel de Puertochico hacia El Sardinero sin que nada se saliese del cesto. Canciones, ruido y luces. En las cunetas algún curioso grababa la estampa y en las ventanas se asomaban los vecinos para no perderse el espectáculo.
En los aledaños del estadio estaban aparcados los siete autocares de peñistas del Oviedo que madrugaron más que nadie y como un goteo fueron llegando coches; de ellos salían aficionados con la bufada enrollada al cuello, la de unos era azul y la de otros verdiblanca. Porque con tanta atención a los seguidores de fuera uno se olvida de los de casa... Y estos, como era previsible, no faltaron.
Con todo el orden; la Policía en sus puestos, los seguidores en el suyo ... ¡Que comience el fútbol! De fondo sonaba 'Viento del norte', que coreaban los del Fondo Norte, mientras bramaban los del sur. Los unos se dicen sus cosas y los otros contestan. Cosas del fútbol. «A mí me encanta venir aquí. Jugamos partidos que me prestaron mucho», repetía Luisa Iglesias, «de la cuenca, ponlo por ahí», insiste. «Yo ya vine un par de veces y me acuerdo bien. Somos rivales y ya está. Eso no se puede cambiar. Esto es fútbol y así será siempre», añadía antes de entrar Pelayo. «Tú pon Pelayo, con eso vale».
Faltaban quince minutos para que empezase el partido y de repente, en la esquina de los que vestían de azul, alboroto:«Goooool!». La grada coreaba el gol del Extremadura al Sporting. La rivalidad por encima de todo, porque realmente el gol hacía daño tanto al Oviedo como al Racing. En el Fondo Norte no cabía nadie. Hasta arriba. La lluvia y la tarde estrenaba un invierno que avecina nubarrones, pero con los de la Gradona no pudo.
En el palco tampoco había sitio ayer para un alfiler. Hasta la bandera. Presidía Tuto Sañudo y a su derecha, los dueños de la criatura, Alfredo Pérez y Pedro Ortiz, y un poco más allá la concejala de Deportes del Ayuntamiento de Santander , María Luisa San Juan, que representaba a los dueños del 'prao'. Todo eran risas, cuchicheos hasta que en el minuto 14 la zona noble enmudeció. «¡Hay que echarle huevos, hay que echarle huevos de una puta vez!». El gol del Oviedo enfadó a la Gradona y los cánticos de los oviedistas aún hacían más daño. El espectáculo no luce tanto cuando te va en contra. Si tu equipo pierde, lo demás de poco importa. Aunque la grada, incluso en su banal desesperación tuvo un detalle de los que sí se valoran:«Celia, descanse en paz», rezaba en una pancarta, en recuerdo a la desaparecida joven. El fútbol no lo es todo.
Las ganas de primera hora del día, dieron paso a una euforia con el pitido del árbitro, resignación con lo que se veía y enfado con el gol y lo que vino después. «Esto no hay quien lo consienta ni se lo trague, hombre. La culpa la tiene el que ha hecho el equipo ¡Vaya jugadores, madre de Dios!», lamentaba Luis Javier Morante, puro en ristre y gorro de Navidad. Sentado en la zona donde los carnés son más caros. «Voy a por un café, a ver si reviento». Y ya ven, como son las cosas, se lo perdió. Porque a los enfados sólo los curan las alegrías. Figueras remató un córner que despertó a El Sardinero y a algún vecino de Cueto. Las bufandas dejaron de abrigar el cuello y se agitaban recuperando El Sardinero ese aspecto que hace saltar del asiento. En la esquina Sur, silencio sepulcral. Ya a los veinte minutos, en la jugada en la que Ortuño estuvo a punto de hacer el segundo gol, los Campos de Sport comenzaron a silbar. La afición verdiblanca está harta y pese a los inten tos por arropar al equipo en ciertos momentos parte de la grada no podía dejar de proyectar su frustración .
El descanso sirvió para calmar la tensión. Y para que se empezase a dar por bueno eso de no perder. Miedo. Con el paso de los minutos se fueron apagando las voces y la música de viento pedía paso. Cristóbal, brazos cruzados, impertérrito. No se alteró ni cuando Manjarín, su segundo, salió vociferando a protestar al cuarto árbitro una entrada desproporcionada a Cejudo. Para entonces, su colega en el Oviedo, Javier Rozada, ya había estado al borde del colapso un par de veces. Registros distintos. Y entonces una expulsión de Tejera lo cambió todo.El Racing apretó y dominó; la afición se volvió loca, animó, gritó, saltó y hasta Cristóbal se salió de sus casillas.
Los últimos minutos fueron de esos que los médicos prohiben si uno se pone delicado. Y el Racing dejó vivo a su rival que sólo se defendió como gato panza arriba. El final del partido sacó de dentro lo que nadie quería quedarse. A los gritos de despecho a los jugadores le siguió una cantinela unánime de la Gradona que sólo señaló en una dirección:«Chuti vete ya, Chuti vete ya». Y es que de nuevo fue el director deportivo uno de los blancos de las iras. El albaceteño ha perdido definitivamente el poco crédito que le quedaba en Santander, y la masa social ya le señala sin duda como el máximo responsable de la situación del equipo. La mala composición de la plantilla, plagada además de futbolistas veteranos que no han ofrecido un buen rendimiento, hipoteca al máximo responsable verdiblanco.
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Tampoco el recurso al escaso presupuesto le funciona ya. Con un límite salarial mucho menor al de los verdiblancos, el Fuenlabrada está en puestos de fase de ascenso a Segunda. Los otros dos recién ascendidos, Ponferradina y Mirandés, están en la zona templada de la clasificación. E incluso el Elche, con un tope salarial similar al cántabro (solo 6.000 euros los separan) marcha cómodamente cerca de los puestos de promoción de ascenso.
El contraste hace más evidente la mala planificación de Molina a los ojos de una masa social que ya le señala mayoritariamente. La última vez que los Campos de Sport cantaron el 'Chuti, vete ya' la reacción del manchego fue destituir a su entrenador, Iván Ania. Ahora no puede echar mano de ese recurso. Al acabar, mientras el míster carbayón se volvía momentáneamente loco, la Policía siguió a lo suyo. Escoltó a la afición y a la expedición del Oviedo. Los despidió y colorín colorado.
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