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Al Racing se le paró el reloj el 13 de marzo y todavía no le ha dado cuerda. Ya es hora. Se le paró -como al resto de equipos- sin querer, pero parece ser que por mucho que quiera no consigue echarle a andar.
Después de lo visto ante el Lugo el pasado sábado, la sensación es que el Racing jugó ante el Numancia dos días antes y no tres meses. Es como si estuviera atrapado en un espacio temporal inexplicable. Es lo mismo siempre. Se ha adelantado quince veces en el marcador y en once ocasiones le han remontado; una expulsión, varios errores defensivos, un gol en los últimos minutos... Miedo, mucho miedo. Todos los finales son el mismo repetido. Quizás por eso lo de este martes (Montilivi, 21.45 horas) no es más que un acto de fe. Ya no lo de ganarle al Girona, sino simplemente lo de esperar que sea capaz de presentar una versión distinta a la inmutable puesta en escena del eterno aspirante a ganador. A Oltra se le escapó este lunes esa supuesta intención de «modificar algo». Es más, aseguró que ya lo tenía pensado pasase lo que pasase ante el Lugo. Sea como fuere al Racing le urge cambiarlo casi todo. Necesita que su defensa no cometa los improperios del otro día; que sus centrales no le rían las gracias a los rivales; que sus bandas sean verticales... Que sus delanteros aparezcan en las imágenes de televisión, esas que LaLiga gestiona por control remoto. Todo y más.
En el vuelo chárter de este martes (10.30 horas, aeropuerto Seve Ballesteros) no se montará ni David Barral, lesionado, ni Guillermo, con molestias, ni Papu... Silencio de radio. Lo del futbolista cedido por el Zaragoza es un misterio. Llegó para aportar en el mercado de invierno y ha sido un lastre. Oltra lo ha dejado fuera por decisión técnica. Con la guerra que dio cerrar su cesión, ha pasado tan inadvertido que nadie lo recuerda.
Con tantos impedimentos y decepciones -no será intención de estas líneas justificar nada- bien es cierto que lo de Oltra es un ejercicio de voluntad. La plantilla es corta, muy justa y cuyo margen de mejora es mínimo. No obstante, al entrenador se le exige que piense en algo nuevo para hoy pese a que ni improvisando tiene piezas. Antes tenía que ganar siete partidos de los once, ahora tiene que ganar los mismos, pero... De diez. Para ello empieza esa decena de milagros en el campo del Girona, el segundo mejor equipo de la categoría en su casa (34 puntos) por detrás del Huesca (38).
Con el Racing ha llegado un momento en el que casi no importa mucho quién juegue. Salvo Álvaro Cejudo que se está ganando la jubilación -a sus 36 años- el resto son robots. Da igual quien juegue. El aficionado no pierde ni un minuto en pensarlo. Son todos iguales. Es atrevido, pero los datos son insobornables.
Con la nueva política del silencio impuesta por LaLiga, se necesita de intuición para presentir que Oltra hoy le dará a Aitor Buñuel el puesto de central que deja Manu Hernando. En Alexis confía poco, aunque quién sabe. Si es así, el dibujo se mantendrá con Figueras, Olaortua y el navarro, en el eje de la defensa, y Carmona y Abraham Minero, en los laterales. Los centrales, por eliminación -no hay más-, y los laterales, por rotación. En el centro del campo, si continúa con las rotaciones, Dani Toribio podría ocupar un puesto en el doble pivote y con ello le dará descanso a Kitoko, al que -siguiendo con la intuición- querrá protegerle para los partidos ante rivales directos. En cuanto a los tres puestos de ataque, salvo el de Cejudo que puede y debe jugar donde le dé la gana, en dos de ellos juegue quién juegue apenas se lo merecerá. Es probable que lo hagan Enzo Lombardo y Borja Galán. Esa es la primera opción, la segunda contempla a Nando García escorado a la derecha en detrimento de Galán. Sin Papu en la lista, todos los que no han hecho méritos se revalorizan. El primero Lombardo, que sin hacer nada reseñable es indiscutible. Y en la delantera no hay mucho mejor que decir. El puesto de '9' en el Racing va por libre. Casi no existe nada destacable que añadir en los 32 partidos disputados. A Girona viajan Jon Ander -inadvertido-, David Rodríguez -desaparecido- y Rafa Tresaco -semidebutante-. Entre todos dos goles. En casa se quedan Guillermo y Barral, entre los dos... Un gol. Tienen el atenuante de que ser delantero en el Racing no es nada sencillo, pero su aportación es la más baja que se recuerda de una sección de delanteros en los últimos años.
Hablar de sistemas, de nombres, de propuestas tácticas... Es casi -perdón por la osadía- perder el tiempo. El Racing necesita ganarle a un equipo que ha perdido tan solo dos partidos de los 16 que ha jugado en su estadio. Un conjunto, el Girona, que tiene a un exracinguista, Stuani, que ha marcado él solito 24 goles y que no puede permitirse un traspié si no quiere quedarse apeado del camino a la Primera División. Esa es la cruda realidad. Ni más ni menos. Y si el Racing lo consigue, realmente de poco importa cómo porque será toda una sorpresa. Eso sí, el fútbol está lleno de sorpresas.
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