Secciones
Servicios
Destacamos
Faltan dos minutos para que empiece el partido. Los jugadores se colocan en sus posiciones y de la bocana de vestuarios aparece discretamente Cristóbal; de negro. Chambergo largo y manos en los bolsillos. Suena la megafonía y el árbitro se prepara para el sorteo ... de campos. Eloy Jiménez, el entrenador el Lugo, se acerca a su colega. Se dan la mano y charlan. Desde lejos, a no ser por el pelo corto, apenas se le distinguiría de otro viejo conocido: Miguel Ángel Portugal.
Le cuesta sacar las manos de los bolsillos. Si lo hace es para cruzarlas a la espalda. Da pasitos cortos y aplaude de vez en cuando. Se apoya en la capota del vestuario y mueve los pies. Tiene frío. Se encorva y aplaude con intensidad. Han pasado diez minutos y el Racing ha llegado a la meta rival más veces que en muchos partidos. Yoda la puso en el poste y la sacó Ander, el portero del Lugo; Lombardo rozó el gol con un tiro lejano y Nuha le pegó al muñeco -al portero- en un mano a mano. Cristóbal ha celebrado y lamentado todas las intervenciones en apenas un metro cuadrado. Le sobra el 90% del área técnica acotada en su banquillo. Como lateral que era le faltaba banda, como entrenador prefiere guardar fuerzas.
«Pega tú». Señala a Alexis. Al malagueño le ha rescatado del cuarto oscuro donde lo escondió Ania y ahora le concede el rango de 'sacar tirar las faltas'. «Bien, bien». Aplaude el míster a Carmona. Intenso el andaluz. Mejor que nunca. Y de repente... El Anxo Carro pide penalti. Silbidos y gritos. Cristóbal ni se inmuta. Apenas a diez metros, el técnico del Lugo se vuelve loco saltando. Parece un niño en un parque al que le han quitado el juguete. Bota y bota maldiciendo. Cristóbal no se inmuta.
Se cumple media hora y la labor del colegiado, Songués Oscoz, está siendo muy protestada en Lugo. Con razón, porque Figueras ha llegado tarde un par de veces a su marca y el trencilla le ha perdonado la falta y hasta algo más. Pero Cristóbal continúa a lo suyo. Parece que coge un poco confianza y conversa con su segundo, Javier Manjarín. Y de repente... Minuto 31. Cejudo pone un centro en la cabeza de Yoda y el francés la coloca en la escuadra. Inapelable. Cristóbal sale de su 'refugio' y ahora sí, ahora sí que se va hasta la otra esquina de su zona técnica. Pero sin correr, como agachado. Como si quisiera celebrar el gol sin que le vieran. Aprieta los puños y aplaude. Sus jugadores se agrupan en un piña con Yoda en el centro, mientras el míster trata de hablar con ellos desde la distancia. Y de vuelta a su campo, el propio Yoda, más frío aún que el míster se acerca a Cristóbal y le extiende la mano: 'Plas'. Se chocan los cinco. Es la primera vez que el pichichi celebra un gol -y con el de ayer lleva siete- y lo ha hecho de un modo muy sereno, como no podía ser de otra manera, y lo ha compartido con el debutante en el banquillo. Cristóbal se da la vuelta y mira hacia abajo. A Manjarín se le ve asomar la cabeza por el banquillo con gesto de alegría.
Otra vez el Racing se pone por delante, a ver cómo acaba. Y sin nada que destacar se llega al descanso. El árbitro señala el final de la primera parte y el entrenador del Racing como si fuese un resorte enfila el camino de los vestuarios. No se para con nadie y desciende las escaleras que le llevan a la caseta, donde existe un código distinto para todo. Donde lo que allí ocurre es secreto de sumario.
La primera parte del partido ha confirmado las pocas conclusiones que -siendo muy perspicaz- adelantó su modo de proceder durante su presentación y en los cuatro entrenamientos que ha dirigido en Santander. Su equipo se ha armado defensivamente, ha evitado el riesgo, pero paradójicamente y a pesar de su idea inicial se ha encontrado con un dominio substancial del partido y con un ramillete de ocasiones impensables. Con esa dinámica no es extraño que el míster se ha ido relajando y le ha dado tiempo hasta de disfrutar en numerosos minutos de sus jugadores.
Ahora, en el descanso, hay quien puede estar pensando que con un cambio obligado en el lateral izquierdo -Kitoko jugaba porque no había más- y el regreso de Alexis tras varias jornadas el equipo parece otro. Juega de la misma manera, con idénticos futbolistas, pero es el que domina y no sufre. Es como si no hubiese cambiado más que el dueño de la zona técnica y con eso hubiera bastado para dar un vuelco a todo. Se apaga la música que ha vuelto loco a más de uno en el periodo de entretiempos y vuelve a su posición inicial: Cristóbal se coloca en su esquina. Manda calentar a Nkaka, David Rodríguez y Sergio Ruiz.
La noche y el día. Minuto 57 y a Eloy Jiménez sólo le falta salir a rematar. En cambio, Cristóbal... Calma. Y al cumplirse la hora de partido por fin se le ve alterado al cordobés. Ha sido Cejudo y un par de frivolidades de su paisano las que le han sacado de su zona de confort; un pase mal medido y una falta a destiempo que acaba en tarjeta le han hecho el trabajo. Se da la vuelta y señala a Sergio: «Tu, venga». El míster prepara su primer cambio: Sergio por Cejudo. A este último se le está haciendo largo el partido y en la pizarra de Cristóbal no encaja un futbolista que esté obligado a correr más para atrás que hacia delante. Resulta obvio.
Los nervios del nuevo entrenador están a prueba de bomba. Si es así, ha llegado al sitio idóneo. En el banquillo racinguista se ha pasado de un propietario que se comía los dedos a otro al que no le crecen las uñas. Falta hará de ahora en adelante la templanza que parece tener Cristóbal. Si han de salir las manos de los bolsillos que sólo sea para pedir calma, pero a falta de un cuarto de hora el Racing le solicita una prueba de vida a su nuevo empleado. Gol del Lugo. El Anxo Carro en pie y el míster se da la vuelta, de espaldas al campo. Extiende una pierna como si fuera una patada al aire. Se guarda lo que piensa. Retira a Nuha y saca a Jon Ander. El lamento del delantero vasco se escucha en los Campos de Sport. Cristóbal se muerde el labio y mira al cielo. Se va hasta la otra esquina, la que nunca pisa y llama a Nkaka. Quiere echar el cerrojo a falta de ocho minutos para el final. Ahora ya se le escapan los gestos. Se golpea las piernas, se encoge y llama al delegado para que se dé prisa con el cambio. El equipo se ha metido atrás, como siempre. No quiere salir, como siempre. Nadie quiere el balón... Como siempre. Y Cristóbal quiere pero no puede sacarle de su delicada situación.
Faltando cinco minutos, Lombardo intenta una ruleta a dos metros del míster y la pierde. Ania se lo habría comido, mientras que el cordobés mira al árbitro dispuesto a aceptar que señale el final ya. Los últimos minutos están siendo una agonía. Y en el 92... Los fantasmas. Y en el 93, más de lo mismo. Final. Cristóbal se retira del mismo modo que llegó a las 18.25 horas. Saludo con Eloy Jiménez y chao. Ahora, a trabajar. Su debut ya se acabó. Décimo empate, con los mismos jugadores y del mismo modo, adelantándose y al final pidiendo la hora. Eso sí, ha cambiado el libro de estilo.
EL partido
Sergio Herrero Sergio Herrero
Marcos Menocal
¿Ya eres suscriptor/a? Inicia sesión
Publicidad
Publicidad
Te puede interesar
Fallece un hombre tras caer al río con su tractor en un pueblo de Segovia
El Norte de Castilla
Publicidad
Publicidad
Esta funcionalidad es exclusiva para suscriptores.
Reporta un error en esta noticia
Comentar es una ventaja exclusiva para suscriptores
¿Ya eres suscriptor?
Inicia sesiónNecesitas ser suscriptor para poder votar.