![Los jugadores del Racing celebran la victoria junto a La Gradona.](https://s1.ppllstatics.com/eldiariomontanes/www/multimedia/2024/02/10/racingcronica-U2101492316912K3B-U2101492573176e4G-1200x840@Diario%20Montanes.jpg)
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Jugaron los que jugaron y ganaron los que ganaron, pero la victoria ante el Espanyol no existiría si no fuese por los que se negaron a jugar. Los que hace diez años dijeron basta y que este sábado, presentes o no, se llevaron el merecido ... homenaje de los Campos de Sport. El espíritu entonces nacido hizo el resto. Y el Racing, que recuperó su mejor versión, apabulló a un presunto aspirante al ascenso directo.
Lo más novedoso en el once de José Alberto fue la titularidad de Jordi Mboula en el extremo derecho, por delante incluso de Andrés Martín. El catalán ha venido para jugar. Lo de que Íñigo Vicente volviese al otro flanco del ataque ni cotizaba en las apuestas. El resto, lo mismo del triunfo frente al Amorebieta.
«Sí, se juega. Sí, se juega». Así arrancó el partido. Y vaya si se iba a jugar... Desde el córner propio hasta la portería contraria. Acción colectiva. Combinación perfecta desde atrás. Peque e Íñigo Vicente hicieron el tiki-taka en la banda izquierda; el vasco se marchó en solitario hacia la meta del Espanyol y, cuando ya encaraba el arco, la puso atrás –diez asistencias, diez– para que Arana rematase a gol. Los Campos de Sport, de cero a cien en 55 segundos. Ebullición.
El Racing vio al periquito grogui e insistió en zarandear la jaula. Pero el Espanyol no había perdido toda la pluma. Dani Fernández tuvo que despejar un centro peligroso. Poco después, un duro disparo lejano de Ian se marchó desviado. Y Jofre mandó su tiro al lateral de la red. Esto no iba a ser tan fácil. Pero vamos, que la situación, ni soñada.
Visto lo visto, con el enemigo soliviantado, el equipo cántabro optó por tomar un perfil más bajo. No vaya a ser. Pero bien, fuerte, intenso. Y con Manu Hernando para las escenas peligrosas. Un pulpo en el Canal de Castilla. Era importante no caer en errores. Un mal pase de Aldasoro propició una opción de peligro blanquiazul. Mario García, inocente, no acabó la acción y Omar cabeceó al final sin acierto.
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Pese al entonces dominio visitante, el Racing golpeaba con bastante más fuerza. Tanta, que estuvo a punto de hacer el segundo. Íñigo Sainz-Maza, cual ala de rugby, avanzó con la pelota salvando rivales y, cuando llegó al área y se le agotaron los espacios, la puso al centro, donde, mordida, la remató Íñigo Vicente. No pudo colocarla y se fue a donde estaba el meta Pacheco, que repelió con apuros. Y otra más. Esta después de que el balón se pusiese conejo. Mboula lo bajó, le puso el collar y su disparo con la izquierda lo despejó el arquero con las piernas. Tuvo que ser uno de L'Hospitalet que se formó en Cornellà el que acabó con esa peligrosa piedad en los Campos de Sport. Tras un robo en el centro del campo, Íñigo Vicente buscó un nuevo pase de gol en su inagotable repertorio. Un zaguero desvió con la cabeza, pero no pudo evitar que el balón le cayese a Peque, quien fusiló a Pacheco –doce goles, doce–.
Racing
Ezkieta, Dani Fernández, Mario García, Manu Hernando, Germán Sánchez, Aldasoro (Iván Morante, min. 88), Íñigo Sainz-Maza, Mboula, Peque (Lago Junior, min. 71), Íñigo Vicente y Arana (Andrés Martín, min. 65) (Roko Baturina, min. 88).
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Espanyol
Pacheco, S. Gómez, Víctor Ruiz, Pol Lozano (Keidi Bare, min. 65), Pere Milla, Jofre (Lazo, min. 65), Aguado (Javi Puado, min. 75), Braithwaite, El Hilali, Omar e Ian.
Equipo arbitral: Sesma Espinosa, del Comité Riojano. Asistido en las bandas por Ortuño Sierra (Riojano) y Bernal Martín (Madrileño). Cuarto: Figueiredo Comesaña (Gallego); VAR: Ais Reig (Valenciano) y AVAR: Saenén Álvarez (Valenciano).
Goles: 1-0, min. 1: Arana. 0-2, min. 28: Peque.
Amonestaciones: Amarilla al local Manu Hernando.
Incidencias: Campos de Sport. Césped en aceptable estado en una noche fría, lluviosa y ventosa. 13.512 espectadores.
El periquito dejó de cantar y el Racing se puso gallo. Con Peque e Íñigo Vicente en plan 'delicatessen'. Paredes, regates, caños... A punto estuvo de marcar el tercero el catalán en connivencia con su paisano de la banda. No se pusieron de acuerdo para saltar a por un balón. Aún así, al segundo bote, le hicieron el lío a Ian. Y Mboula, tras ganar el área, la puso atrás para que rematase Peque. Forzado, le pegó al muñeco. Pero hacía un rato que el equipo cántabro estaba pasando por encima de un débil Espanyol. «¡Anda, si está jugando Braithwaite!», dijo, sorprendido, un aficionado de Tribuna Central cuando el reloj ya se acercaba al minuto 40. Un tiro de Jofre que atrapó Ezkieta fue lo más parecido a un intento de redención espanyolista antes del descanso. Parca, sonrisa y bocadillo, el atuendo tendencia este sábado en el racinguismo.
Lomo-queso o tortilla
Ya fuese lomo-queso o tortilla de patata, el personal quedó más o menos satisfecho en la grada. Los del campo, los de verde y blanco, se ve que no habían merendado, porque no tenían muchas ganas de especular. El partido se seguía jugando en terreno visitante. El Espanyol, vestido de rojo, parecía cualquier otro equipo, la verdad. No un aspirante al ascenso.
El Racing daba sensación de haber bajado de revoluciones y el cuadro catalán cobraba algo de protagonismo, pero los verdiblancos andaban pergeñando lo siguiente. Peque e Íñigo Vicente se pusieron a hacer malabares en el centro del campo. Rodeados de rivales. Tom Baker y Oliver Atom. Avanzaron y el vasco, tras un recorte hacia dentro, buscó un disparo que no encontró portería.
El mercado de fichajes le ha dado alternativas a José Alberto para guardar para el banquillo. El asturiano llamó a Andrés Martín para dar refresco en la banda derecha. Pablo Álvarez le estaba dando instrucciones al andaluz pero, minuto 65, era la hora del 'pupas'. Arana cayó tieso. El míster tuvo que improvisar sobre la marcha. Andrés Martín sustituyó al canario y Roko Baturina se marchó a calentar. Un rato después, Lago Junior reemplazó a un ovacionado Peque.
Lo cierto es que el físico estaba empezando a pasar la minuta a los jugadores racinguistas. Por suerte, el Espanyol no apretaba demasiado, pero no se podía obviar que un tanto, así de repente, metía en el partido a los blanquiazules.
Ahora sí, el conjunto visitante tomó la iniciativa. Pobre, pero iniciativa al fin y al cabo. A buenas horas, pensarían en la parroquia perica. El Racing tenía unos veinte minutos para guardar su jugosa renta. Un tiro fuera de Pere Milla desde la fuente de los delfines y una falta lejana lanzada por Keidi Bare que se marchó al mismo sitio fueron lo más parecido a una ocasión blanquiazul en esos minutos. José Alberto pedía calma a los suyos. El partido ya entraba en zona Cesarini.
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Así como quien no quiere la cosa, Mboula pudo acabar con cualquier tipo de incertidumbre. Dani Fernández le metió un buen pase al espacio al extremo, pero su disparo, horrible, acabó en Tribuna Sur. El míster gastó otras dos sustituciones. Roko Baturina e Iván Morante... Pero al técnico le volvieron a cambiar los plantes con el cartelón preparado. La maldición del delantero. Andrés Martín cayó lesionado. Así que el croata entró por el andaluz y Morante ocupó la plaza de Aldasoro. De mientras, pues casi estaba ya el minuto noventa. Fue entonces cuando el Espanyol, por medio de Lazo, mandó un balón al travesaño. Una acción en la que Íñigo Vicente no llegó a tapar el centro-chut porque al árbitro le pilló en medio. Pidió perdón el colegiado.
En la siguiente acción, el Racing pidió un posible penalti sobre Roko Baturina. Sesma Espinosa, cerca, debió verlo claro porque dijo que «sigan». Entre últimos esfuerzos, imprecisiones, piques de Íñigo Vicente con media provincia de Barcelona y el «Sólo por ti» de fondo, tuvo la última Sánchez en un disparo que no encontró portería. Un resumen perfecto de lo que fue el partido del Espanyol.
Y así, niños y niñas, aún después de esa mala racha de tres partidos consecutivos con derrota, en la que el racinguismo veía las cosas oscurillas, el equipo cántabro se fue a dormir a dos puntos del play off de ascenso a Primera. Otra vez con la flecha hacia arriba. Hay un tipo aquí al lado que no deja de decir: «Y si, ¿este año sí?». Los jugadores terminaron sobre el césped, abrazados por los hombros, como hace diez años. Esta vez, dando botes de felicidad. Pero que no se olvide de dónde venimos, porque de aquellos honores estas alegrías.
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