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Si creían que el Racing tocó fondo deportivo el 6 de mayo de 2018, tras caer derrotado 3-0 en Zubieta y perpetrar la peor temporada de su historia -quinto en Segunda División B y fuera del play off de ascenso-, quizá estuviesen equivocados. Le ... quedan once partidos al equipo verdiblanco en esta primera fase de la temporada. La mitad más uno. Hay margen. Lo que no hay son visos de mejoría. La bala del cambio de entrenador ya ha sido gastada por una comisión deportiva con muchos más errores que aciertos; los jugadores parecen hologramas de sí mismos; los técnicos, el anterior y el actual, ni han tenido ni tienen claro qué hacer y a la afición, sedada por el fútbol de la pandemia, aún así se le empieza a agotar la paciencia. Y a estas alturas pocos sueñan con el ascenso a Segunda División. En la parroquia verdiblanca, siempre agradecida y que se conforma con poco, ya ven como objetivo primordial permanecer la próxima campaña en la tercera categoría del fútbol nacional después de la reestructuración que está siendo acometida. Porque un Racing en la futura Primera RFEF será pobre, pero un Racing aún más abajo es probable que ni siquiera sea capaz de sobrevivir. Hay muchas cosas en juego.
Lastre
El nuevo proyecto racinguista no empezaba de cero. Por un lado, el club arrastraba algunas fichas altas del ministerio del anterior director deportivo, Chuti Molina, que ahora han lastrado la confección de la plantilla. Cantidades prohibitivas para esta categoría o que deberían estar destinadas a futbolistas diferenciales, algo que en algunos casos no se está cumpliendo por bajo rendimiento. Además, esta campaña se ha abogado por dar un cambio radical en la filosofía del club para darle protagonismo a los canteranos, después de perder años y años de una evolución de los jóvenes talentos que podría haber sido paulatina. Ahora, deprisa y corriendo.
Mal comienzo
Era el elegido, pero después no. Dos semanas después, con tiempo perdido, entonces sí. La figura de Javi Rozada ya llegó desgastada al banquillo verdiblanco para el entorno. Y generó una imagen de falta de confianza desde la comisión deportiva que después se fue contagiando en otros estamentos del club, hasta llegar al propio vestuario. Un entrenador que, además, más allá de sus errores, se encontró solo, sin personas de su confianza, en el cuerpo técnico verdiblanco.
Menor presupuesto
La propiedad aprovechó el ascenso de hasta seis canteranos al primer equipo para rebajar de forma notable el presupuesto destinado a la plantilla. De los aproximadamente tres millones de euros que gastó Chuti Molina en Segunda División B gracias a su «carta blanca», el actual secretario técnico, Pedro Menéndez, ha dispuesto de aproximadamente la mitad. Eso, añadido a su falta de experiencia en el cargo, a que el mercado de la pandemia no sólo no ha mermado la capacidad económica de los clubes y a que el Racing sigue perdiendo cartel a pasos agigantados, ha lastrado el atractivo verdiblanco para confeccionar una plantilla de garantías.
Los fichajes
Matic, Balboa, Ismael Benktib o Soko eran futbolistas desconocidos para el racinguismo. Apuestas de Pedro Menéndez que, a día de hoy, no han justificado su llegada al club cántabro. Lo mismo que Nana, Pablo Andrade o Maynau, con experiencia en la categoría. Otros jugadores, contrastados en Segunda División B, como Cedric o Villapalos, ni siquiera se asemejan a la imagen que se tenía de ellos. Sólo Álvaro Bustos parece haber dado un plus, pero a cuentagotas. En cuanto a los veteranos, sólo Iván Crespo está manteniendo una regularidad y Cejudo, pese a mostrar momentos de muy buen rendimiento, no ha sido titular habitual con ninguno de los dos entrenadores. Figueras y Óscar Gil, de más a cada vez menos. Asimismo, la plantilla se ha mostrado descompensada en algunas posiciones. la falta de un central rápido está lastrando al Racing en el aspecto táctico; Álvaro Bustos se está viendo obligado a jugar en una posición que no es la suya; falta un mediocentro creativo... El mercado de fichajes invernal está abierto y Pedro Menéndez, si le aportan algo de liquidez, tiene otra oportunidad para redimirse. Sin embargo, antes de dar entrada a nuevas incorporaciones, deberá encontrar acomodo a algún futbolista en otro club.
Arma de doble filo
Los canteranos -unos más y otros menos- al fin han tenido una oportunidad con el primer equipo. Eso es genial de cara al futuro, pero la mala situación del equipo, la falta de ideas de los técnicos y el mal rendimiento de sus compañeros más veteranos han convertido esa opción para evolucionar en una carga de responsabilidad que les puede pasar factura si no se soluciona pronto la crisis deportiva. Dan la cara hasta donde pueden.
Apuesta por Solabarrieta
Un cambio de entrenador suele tener un efecto revulsivo que puede mantenerse o no en el tiempo. Sin embargo, la apuesta de José Mari Amorrortu por su valido, Aritz Solabarrieta, ha sido fallida en los dos primeros encuentros el técnico vasco, procedente del juvenil B del Alavés. Con Rozada, el Racing competía mal. Con su sustituto, ni ha competido. Sólo con la goleada de Zubieta, el equipo cántabro ya recibió más goles que en todo el paso del entrenador asturiano por el banquillo racinguista. Además, en los Campos de Sport no había perdido ningún partido hasta el domingo, frente al Amorebieta. Y la imagen verdiblanca ha empeorado notablemente. La falta de experiencia de Solabarrieta generó dudas en el racinguismo que se han confirmado con las últimas dos derrotas y que quizá coloquen al entrenador en la cuerda floja si no es capaz de enderezar el rumbo este miércoles frente al Real Unión.
Ni pizarra ni idea
Decía Javi Rozada a su llegada que el Racing sería intenso, vertical, dominador y residente habitual en campo contrario. Y su equipo no tuvo nada que ver con esa definición. Ahora, con Aritz Solabarrieta, no ha habido ni promesas. El Racing bastante tiene con mantenerse en pie. Así, desde que arrancó la competición ha habido múltiples cambios de sistema, escasa rutina en la alineación y un estilo de juego inexistente. Ahora presiono, ahora no. Ahora juego desde atrás, ahora juego en largo. Y eso, en un equipo que aspira a ser campeón, supone una sangría de puntos. Además, genera desconfianza en el entorno, muestra debilidad con respecto a los rivales y, lo que es mucho más importante, marea a unos futbolistas que no tienen claro lo que se reclama de ellos.
Ridículo
La eliminación copera fue el principio del fin para Javi Rozada. La imagen ofrecida por el Racing en Mutilva Baja, en un campo de hierba artificial, pero ante un rival a priori inferior, fue una muestra del bajo rendimiento del equipo verdiblanco y, aunque sin público, una oportunidad de ingresar liquidez perdida.
Calendario irregular
Aunque no sirve como excusa, a la ya peculiar situación de la Segunda División B en plena reestructuración, el Racing debe añadirle las dificultades que ha sufrido su calendario a causa de los contagios por covid. Primero, vio aplazado su choque frente al Leioa por el positivo de un jugador del club vasco. Eso, en coincidencia con el protocolario descanso al ser un grupo con equipos impares, dejó al conjunto cántabro sin competición durante dos semanas, además de obligar a llevar el choque a un miércoles. Posteriormente, la plantilla tuvo que estar de nuevo dos semanas sin jugar y diez días sin entrenar a causa del contagio de Jon Ander y el aislamiento del resto de sus compañeros.
Sin público
A causa de las restricciones sanitarias por la pandemia de covid, el Racing ha jugado en desventaja con respecto a los rivales vascos en lo que confiere a la grada. Los Campos de Sport sólo han podido albergar público -hasta 4.444 localidades que no se completaron- en el partido inaugural frente al Portugalete y en el del pasado domingo contra el Amorebieta. Curiosamente, los dos que no ha logrado ganar en casa, aunque la presencia de afición local siempre debe ser tomada como un aliciente, por lo menos a la hora de infundir temor en los contrincantes que visitan El Sardinero. Además, la siempre movida afición verdiblanca tampoco ha podido viajar fuera con su equipo para apoyarlo lejos de casa. Una afición que, desde el sofá, casi ha vivido con indiferencia el rendimiento del equipo pero que, durante y tras el choque frente al Amorebieta expresó su enfado por la marcha del conjunto cántabro. Por otro lado, para echarle más leña a la ya de por sí complicada situación económica del club, la imposibilidad de meter público en los Campos de Sport está suponiendo una importante pérdida de ingresos en las taquillas que puede pasar factura en el futuro.
El ambiente
El exfutbolista Kiko Narváez, al ser preguntado por la presión de los jugadores profesionales, fue tajante: «Para presión la que tiene un minero ahí abajo o un cirujano durante una operación». Desde el Racing insisten en que los futbolistas se sienten presionados. Algo, cuando menos, sorprendente en algunos jugadores, con experiencia en Primera o Segunda o con una amplia trayectoria en Segunda División B. O en una situación en la que apenas ha habido público en los Campos de Sport. De hecho, la afición racinguista sólo ha mostrado su malestar el pasado domingo, hastiada ya por la deriva del equipo.
Pésima situación
Tiene un partido menos y aún hay tiempo para solventar la situación, pero el enfermo no tiene buena cara. Tras desaprovechar los otros dos encuentros aplazados y con la derrota frente al Amorebieta el Racing ya se ha colocado entre los cuatro equipos que lucharán por no caer a la futura quinta división del fútbol nacional. Se dice pronto y parece ciencia ficción, pero es así. Eso, además de lo desagradable que resulta a día de hoy, puede agrandar aún más las inseguridades y debilidades de un equipo que debe encontrar un punto de inflexión de forma urgente.
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