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SERGIO HERRERO
SANTANDER.
Domingo, 5 de diciembre 2021, 07:28
Pocos partidos son tan dolorosos para la parroquia verdiblanca como los que ponen enfrente a un filial. El Racing se pone frente al espejo y lo que ve, no le gusta. «Menudo bajón has pegado, amigo», piensa para sí mismo. «Tú, que antes ... te pegabas con el Athletic, el Celta o el Valladolid, y mírate ahora», continúa, abroncando al tipo del cristal. Se llame Primera RFEF o Segunda División B, engorda, pinta canas, produce alopecia y cuelga pieles. Pasa factura. Es lo que hay. El tiempo pasa para todos, pero si no te cuidas, todo se acelera. De ahí la importancia de salir del agujero. Porque después de lo estético va lo de dentro y al viejo Racing lo puede acabar matando.
Lo primero es aceptarse. Vale, que el equipo de Guillermo Fernández Romo no juega bien. Eso, a estas alturas, ya no va a cambiar. Y después hay que quererse. Para eso, en este negocio, hay que ganar. Y ganar y ganar y volver a ganar. Es la única receta para el ascenso, aunque al míster a veces no le amargue un empate y le sigan saliendo las cuentas.
El técnico madrileño sabe de cambios físicos. Nada que ver en su época en el Noja con su aspecto actual. Ha mejorado. Los años -y seguramente el esfuerzo y el cambio de hábitos- le han sentado bien. Y en la rueda de prensa del viernes afirmó que se ha puesto como reto romper esa maldición de treinta años con entrenadores que no aguantan dos temporadas completas en el banquillo de los Campos de Sport. Un objetivo ambicioso, no cabe duda. Ojalá se eternice. Sería una buenísima señal.
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Pero las mejoras de aspecto conllevan una disciplina y una lucha interna. No siempre se dan pasos hacia delante. A veces se tropieza y hay que volver a coger impulso. Y hay que pasar penurias. Porque para el Racing jugar frente al Valladolid B, aunque sea en el estadio José Zorrilla, es una penuria. Hoy, los verdiblancos casi echarán de menos el peto naranja de fotógrafo de Dimitri Piterman en el feudo blanquivioleta, en Primera División. Menudo esperpento. Entre los mejores, pero el club cántabro era la comidilla. Como tantas y tantas otras veces. Harry no tuvo tanta suerte. Ni en lo deportivo ni en lo personal.
Corrupciones aparte, lo positivo del Racing actual dentro de que vive permanentemente en la Unidad de Cuidados Intensivos, es que ahora se puede hablar de fútbol. Y el equipo verdiblanco se enfrenta hoy a un Valladolid B en horas bajas. El descenso a Segunda del primer representativo pucelano ha dejado al filial en un tercer plano. Por eso anda sumido en los puestos de descenso. Decimoséptimo, por concretar un poco más, a cinco puntos de la permanencia, a día de hoy.
Guillermo Fernández Romo ha viajado a la capital castellana con el guion habitual en la mano. Su equipo es casi tan inamovible como el tupé del míster. Con la baja de Pablo Bobadilla en el centro de la zaga ya asumida y digerida, el madrileño parece haber encontrado una nueva estructura para la línea de retaguardia. Más ordenada, porque al menos cada uno juega en su puesto. Es el caso de Eneko Satrústegui, de nuevo en el centro de la defensa. Gracias, a la beneficiosa irrupción de un Simón que se ha apoderado del lateral izquierdo. A ver quién se lo quita ahora.
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Donde se le amontonan los efectivos al técnico es en la sala de máquinas. Regresa Borja Domínguez después de cumplir su partido de sanción por acumulación de cartulinas amarillas. Con un Sergio Marcos que hasta ahora ha sido protagonista de urgencia, Romo cuenta con tres futbolistas para ocupar los dos puestos del doble pivote. La naturaleza conservadora del entrenador verdiblanco hace vaticinar que, tarde o temprano, Fausto Tienza e Íñigo Sainz-Maza acabarán ocupando esa parcela. Dos tipos de perfil defensivo. Distintos, pero profesionales del robo y el hurto en el centro del campo. El de Ampuero es de los más regulares de la plantilla y el extremeño se encuentra en dinámica ascendente. Sin embargo, el regreso de Borja Domínguez añade un elemento más a la ecuación. Es un jugador de otras características. Técnico. De menos trabajo, pero capaz de mover el balón de aquí para allá. Y a Romo también le entra por el ojo. Hasta hace no tanto, el bajo rendimiento de Tienza se lo ponía fácil. Ahora tendrá que elegir.
El lateral cántabro, aunque él no lo diga en rueda de prensa, es ya uno más en la plantilla verdiblanca. Simón ha aprovechado la oportunidad que le brindó la inoportuna baja de Bobadilla por lesión y ahora a ver quién le quita del flanco izquierdo de la zaga, donde Guillermo Fernández Romo ha encontrado un especialista. Un lateral específico que le ha permitido devolver a su mejor central, Eneko Satrústegui, a su puesto natural, junto a un Pol Moreno que muestra una gran regularidad.
Marco Camus es ahora mismo como Pedro Picapiedra aporreando la puerta del extremo izquierdo racinguista. Anda con una confianza desbordante, pero Guillermo Fernández Romo aún no se ha decidido por darle la titularidad. Hoy puede tener su oportunidad, pero el técnico verdiblanco tendrá que decidirse o por el canterano o por Álvaro Bustos en ese flanco zurdo del ataque. La propuesta de Íñigo Sainz-Maza, como ante Unionistas, parece totalmente descartada.
También porque su equipo, tal y como el propio entrenador ha dejado entrever, está condicionado por la figura de Pablo Torre. El futbolista más talentoso del vestuario verdiblanco debe jugar -aunque después sea sustituido por sistema en las segundas partes-. El de Soto de la Marina necesita escolta y cualquiera de las dos le aporta cosas buenas. Si juegan Fausto Tienza e Íñigo, probablemente el canterano tenga que correr menos. Pero el chaval ya ha demostrado que con tipos como Borja Domínguez -o como Riki la pasada temporada- se asocia, crea y hasta se le ve más feliz sobre el césped.
La otra incógnita del once de Guillermo Fernández Romo para este mediodía en el José Zorrilla llega por la banda izquierda del ataque. Bueno, quizá el míster no tenga duda, pero para quien sigue habitualmente los partidos del Racing, debería, al menos, planteárselo. Porque Marco Camus está con la misma confianza que cuando era benjamín en el Bezana. Es el Soko blanco. Lleva semanas dando patadas a una puerta tras la que aparece habitualmente -más allá del invento de Íñigo pegado a la cal- un Álvaro Bustos demasiado irregular esta temporada. Hoy puede ser una buena oportunidad para el cántabro. O no.
Pablo Bobadilla ha entrado ya en la última fase de recuperación de su rotura de fibras, pero sigue trabajando al margen de sus compañeros y no ha entrado en la lista. El riojano tuvo mala fortuna en verano, donde una lesión le impidió hacer la pretemporada en igualdad de condiciones de sus compañeros y la ha vuelto a tener durante la Liga, puesto que una vez que se ganó el puesto ha vuelto a ver interrumpida la progresión.
El centrocampista vuelve tras cumplir su partido de sanción. La composición del doble pivote es la gran incógnita. O Tienza e Íñigo en una formación de perfil más defensivo o, por el contrario, el gallego junto a uno de los dos compañeros citados, para aportar el pase, el criterio y algo más de fútbol ofensivo. La opción de más músculo le gusta a Romo, pero Borja Domínguez también le entra por el ojo al técnico madrileño, que tendrá que decidir.
Aunque uno no sea atractivo, como le pasa al Racing, la mejor manera de sentirse a gusto con uno mismo es tener éxito. Ganar. Porque los triunfos también atraen. A veces es más importante tener labia que ser bien parecido. Y este equipo, de momento, habla sobre el terreno de juego. Aunque juegue a menudo sobre el alambre de las mínimas ocasiones y algún día se pegará un tortazo. Sin embargo, mientras esa 'galleta' llega, los de Guillermo Fernández Romo han seguido sumando y, más allá de algunas decisiones discutibles -como los cambios en la segunda parte del partido frente a Unionistas-, el míster tiene su plan, El Plan, prácticamente blindado frente a las críticas. «Esta es una carrera de larga distancia, de 38 kilómetros. Vamos por el 14», dijo tras el empate frente a Unionistas. Mira hacia delante, pisa fuerte, impulsa y sonríe para la foto. O para el espejo, que lo que devuelva sea positivo.
Unas dos horas y media en coche. Algo más en autobús. El de Valladolid es un desplazamiento claramente asequible para una afición a la que no le cuesta mucho hacer el petate para acompañar a su equipo. Sin embargo, el compromiso ante el Valladolid B en Pucela se ha encontrado con demasiados condicionantes que minimizarán el apoyo verdiblanco en las gradas.
El club blanquivioleta decidió abrir el estadio José Zorrilla en previsión de un gran desplazamiento de seguidores verdiblancos. Y en principio puso a disposición de la afición cántabra 1.500 entradas. Pero apenas se han dispensando en las taquillas de los Campos de Sport 195 localidades. Un trece por ciento del total. En un recinto con capacidad para 27.618 espectadores, los racinguistas serán apenas un pequeño reducto. Existe la posibilidad de adquirir hoy mismo entradas en las taquillas del estadio vallisoletano, pero quien no se haya animado ya, será complicado que lo haga a última hora.
Porque la previsión del tiempo no ha ayudado nada. El conocido como 'Estadio de la Pulmonía' hará hoy honor a su nombre. La Agencia Estatal de Meteorología prevé temperaturas de aproximadamente ocho grados centígrados para la hora del encuentro, con cierta probabilidad de lluvia.
A eso hay que añadirle las dificultades durante el trayecto. Porque en la zona de Campoo, que hay que cruzar para llegar hasta Valladolid, están previstas tormentas, lluvias intensas y no se descartan incluso nevadas o algo de hielo en las carreteras.
Además, también ha repercutido en la disminución de la expectación por el partido el malestar de un sector de La Gradona de los Malditos con la Policía Nacional y con la directiva del club, por algunas restricciones sufridas en las últimas semanas. El colectivo ya suspendió el viaje a Zamora que tenía organizado y ha optado por no hacer nada conjunto para la cita de Valladolid.
La semana del Valladolid B se vive «diferente», tal y como reconoce su entrenador, Julio Baptista. «Se juega contra un equipo mítico de España, con mucha historia, que ha entrado en esta categoría, que no le corresponde. Es un equipo muy bueno, pero eso no quiere decir que no vayamos a competir el partido», señala.
El técnico blanquivioleta afirma que afrontan la cita con «la máxima ilusión» y «con el plus de jugar en nuestro estadio». «Para estos jugadores tiene que servir este partido como un punto de inflexión en sus vidas. Si quieren llegar a ser futbolistas profesionales, lo tienen que seguir demostrando», expresó.
Para Baptista, el conjunto cántabro es uno de los favoritos para ascender «por presupuesto y por el nivel de jugadores». Cuenta con futbolistas «de grandísimo talento, que desequilibran partidos»: «Es un partido para hacer todo perfecto. No hay posibilidad de margen de error».
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