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ASER FALAGÁN
SANTANDER.
Miércoles, 21 de marzo 2018, 07:30
Pachín se marcha en medio de enormes críticas a la gestión deportiva del equipo. Unas críticas que no solo le han afectado a él , sino a toda la parcela: desde el entrenador, que al final perdió el puesto, hasta el presidente, que queda ... ahora como cabeza visible y más expuesto que nunca desde el punto de vista estrictamente futbolístico. La salida del asturiano supone además un nuevo paso en un efecto dominó. Si a finales de enero la mala clasificación y escaso juego desencadenaron la destitución de Ángel Viadero, ahora le llega el turno al director deportivo, que al margen de sus motivos personales ha sido foco de muchas críticas y tenía, como sus compañeros de aventura, su crédito deportivo agotado.
De hecho, ya la propia destitución del entrenador santanderino minaba la credibilidad de sus compañeros de proyectos. Por mucho que tanto Higuera como Pachín trataran de mantenerle en el banquillo hasta el último momento, por muy dolorosa que fuera la decisión de prescindir de una persona con la que les unía incluso una buena amistad, estaban convencidos de que no había otra salida y eran a su vez conscientes de que la apuesta podía salpicarles. Y así ha sido, a pesar de que el entorno ya pedía sin tapujos el despido del entrenador.
Con Viadero se fue parte del crédito de Higuera, que le contrató, y de un director deportivo que decidió con el presidente su continuidad a pesar de no haber ascendido al equipo, único e inexcusable objetivo reivindicado y admitido por el propio Viadero cuando se hizo cargo del Racing. Su hombre falló por segunda vez y la responsabilidad en cascada sostiene que también fallaron ellos.
El saldo deportivo de Pachín en sus once meses en el Racing no es bueno. Tampoco tuvo buenas cartas. A diferencia de lo que había ocurrido en otras temporadas, este verano el Racing mantuvo su bloque, pero perdió a varios de sus jugadores más desequilibrantes, en especial a Álvaro Peña, Santi Jara y Abdón Prats. Para sustituirles se propició una operación retorno de futbolistas cántabros de Segunda División. Una estrategia que se ha atribuido al asturiano, pero que Higuera ya había intentado los dos años anteriores. No en vano, la llegada de Pachín era una apuesta personal del presidente, que cada vez se queda más solo en medio de la crisis deportiva verdiblanca.
Bajo su mando han llegado en estos once meses diez jugadores: siete en verano y tres en invierno. A cambio, se dieron diez bajas, algunas por decisión del club y otras, caso de los tres jugadores citados y de Jagoba Beobide, porque no aceptaron una oferta de renovación. Entre los más criticados o los que mejor rendimiento han dado está Mati Aquino, hermano menor de Dani Aquino que llegó a Santander para jugar con el filial pero tuvo varias oportunidades con el primer equipo, todas ellas desaprovechadas. Ahora no es titular en el filial
En cuanto al mercado de invierno, la incorporación que más ha mellado la credibilidad del asturiano ha sido la de Franco Acosta, un delantero uruguayo con pobres estadísticas goleadoras en Segunda B cedido por el filial del Villarreal, precisamente el equipo para el que trabajaba el asturiano hasta su regreso al Racing. El charrúa no fue convocado para el partido contra el Barakaldo, en una decisión, ya de Carlos Pouso, que puso en cuestión todo el planteamiento deportivo del Racing 2017-2018. Suya ha sido, de nuevo consensuada con su viejo amigo Higuera, la decisión no solo de destituir a Viadero, sino de contratar al citado Pouso, cuyo entorno ya se sondeó cuando el de Canalejas ocupaba aún el banquillo verdiblanco.
Además, deja una plantilla muy descompensada: seis defensas y otros tantos delanteros para un equipo concebido en principio para jugar un 4-4-2 con matices defensivos. Especialmente delicada fue la situación en el eje de la defensa, con solo dos centrales en el primer equipo, lo que obligó en numerosas ocasiones a retrasar la posición de Granero (Viadero ya lo había ensayado la temporada pasada) y a trasladar a un lateral como Gándara al central. Incluso se llegó a dar la situación de que Sergio Ruiz tuviera que jugar como lateral ante la falta de efectivos en la cobertura.
Tras un comienzo de año muy convulso queda la sensación de que la salida de Pachín deja contentos a todos. Su figura estaba muy desgastada y el técnico nunca se sintió cómodo con la presión que rodea a un cargo como el suyo y al Racing, que pese a militar en Segunda División B conserva un gran interés social y foco mediático en Cantabria. De hecho, rehuía las declaraciones en los medios de comunicación y trataba de mantener siempre un perfil bajo, algo que no le ha ayudado en su nueva etapa en el Racing, que ya será la última.
Con Pachín se marcha así un profesional que nunca se sintió cómodo y a quien las circunstancias personales tampoco acompañaron ni permitieron trabajar en el modo que hubiera querido para dar continuidad a su gran labor en el Villarreal, que fue precisamente uno de los principales argumentos para su contratación.
Quien debía ser el hombre de la reconstrucción deportiva, siempre atento en La Albericia -donde tampoco le gustaba exponerse demasiado, aunque pasara muchas horas- no solo al primer equipo y a las posibles incorporaciones, sino al juvenil y al filial, no ha podido sin embargo pilotar ese proyecto. Se derrumba la última línea de defensa deportiva antes de que el entorno mire ya directamente, en caso de nueva crisis, al presidente, como empezó a hacer hace semanas e incluso meses. Al otro lado del diagrama a los futbolistas, ya les ha empezado a tocar también lo suyo.
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