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El que quiera venir a buscar la permanencia tendrá que sacar al Racing de Segunda División con los pies por delante. Quedan cinco partidos. Quince puntos en juego y cinco, más la diferencia de goles, de ventaja. Pero sobre todo, queda la sensación de que ... este equipo no se lo va a dejar arrebatar y un cartel enorme en la puerta del estadio: 'Esta permanencia no se negocia'.
El Málaga ganó en Lugo a primera hora de la tarde y se colocó, de forma virtual, a dos puntos de la salvación. Había tanto que defender, que la afición hizo de avanzadilla, bajo la lluvia, en los aledaños del estadio. Para mostrar su apoyo a los de casa. Para advertir a los de fuera. José Alberto entró al vestuario. «¿Cómo están los máquinas, lo primero de todo?». La fotillo, para el final, en caso de victoria. El técnico asturiano le dio una nueva vuelta a la tuerca para buscar el rendimiento del partido ante el Albacete. Olvidar lo de Zaragoza y darle continuidad –con los cambios obligados por los contratiempos– a lo anterior. Así, más allá de la lógica de Ezkieta en la portería, cumplió con lo previsto en el centro de la zaga, con Germán Sánchez y Pol Moreno para suplir a Rubén Alves; metió en el doble pivote a Juergen Elitim en lugar de Íñigo Sainz-Maza y salió por la tangente en ataque, con Unai Medina como extremo y con el premio a Peque en la mediapunta. Además, Baturina regresó a la delantera.
Racing
Ezkieta, Dani Fernández, Saúl García, Germán Sánchez, Pol Moreno, Aldasoro (Fausto Tienza, min. 89), Juergen Elitim, Unai Medina (Mantilla, min. 76), Peque (Marco Sangalli, min. 72), Íñigo Vicente (Satrústegui, min. 89) y Baturina (Matheus Aiás, min. 72).
1
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0
Granada
Raúl Fernández, Miguel Rubio, Bodiger (Melendo, min. 54), Callejón (Meseguer, min. 54), Antonio Puertas, Uzuni, Ignasi Miquel (Diedhiou, min. 78), Neva, Víctor Díaz (Bryan, min. 54), Quini y Petrovic (Perea, min. 64).
Equipo arbitral: González Esteban, del Comité Vasco, asistido en las bandas por Pérez de Colosía Alonso (Vasco) y Moleón Cuenca (Valenciano). Cuarto: Fernández Buergo (Asturiano); VAR: Prieto Iglesias (Navarro) y AVAR: Areces Franco (Asturiano).
Goles: 1-0, min. 52: Baturina.
Amonestaciones: Amarilla a los locales Marco Sangalli y Peque y a los visitantes Miguel Rubio, Meseguer y Uzuni.
Incidencias: Campos de Sport de El Sardinero. Césped en buen estado, en una tarde con lluvia intermitente. Realizó el saque de honor el ganador de La Vaca Gigante, el surfista del Alto Maliaño, Nano Riego. 13.467 espectadores.
El partido arrancó con la ola a favor. Íñigo Vicente vio la tabla de surf del homenajeado Nano Riego e inició el juego levantando el balón como si fuese fútbol playa. Fue una extravagancia en el fiero comienzo verdiblanco. Como ante el Albacete –esa corriente a seguir– y empujado por la marea de la grada, metió al Granada en los primeros minutos en su área, anotándose su primera buena ocasión. Tras una combinación por la izquierda, Peque asistió al desmarque interior de Aldasoro y el chut del vasco lo obstaculizó un defensa en su camino a la portería.
A los nazaríes, que flojean lejos de Los Cármenes, les comenzaron a temblar las canillas ante la presión racinguista. Y llegó la segunda, cuando Íñigo Vicente recibió en el área, amagó su disparo marca de la casa, con rosca al segundo palo, pero la acabó estrellando en la malla lateral del primero.
Continuó el dominio cántabro, aunque disminuyeron las facilidades para llegar a la meta rival. Un detalle importante, porque el dinero no da la felicidad, pero sí que permite comprar pólvora en el fútbol. Yde eso, los rojiblancos iban mejor provistos que el Racing, pese a la escasa sensación de peligro andaluz hasta entonces. Un tiro desde Valdenoja de Víctor Díaz, que no vio la portería ni con prismáticos, fue lo más parecido a una ocasión visitante, ya en el minuto 25.
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El choque empezó a ganar temperatura. El árbitro se hizo el despistado con alguna que otra falta y alguna que otra tarjeta para el Granada, y amonestó verbalmente a José Alberto ante una protesta. Y la grada se caldeó. Hay mucho en juego.
Con el partido pisando la mayor parte del tiempo campo rojiblanco, Peque se inventó una fantástica acción en la banda izquierda para llegar a buscar la frontal del área. Le faltó elegir mejor. Tenía a su lado a Juergen Elitim, en mejor perfil para un zurdo como el colombiano, pero el catalán quiso buscar la gloria y su tiro no encontró portería. Víctor Díaz volvió a probar, esta vez de volea y desde Mataleñas, y mandó la pelota a Piquío. Con un pequeño arreón visitante sin apenas apuros finalizó la primera mitad.
El segundo tiempo arrancó con otro aspecto. Quizá más lógico. Con el Granada controlando el juego. El Racing se acomodó bien al nuevo escenario. Tanto, que pronto tuvo la oportunidad más clara de lo que iba de encuentro. En una contra, Íñigo Vicente se coló en el área, pero su disparo al palo largo no llevaba suficiente rosca y se marchó fuera.
A la siguiente, el futbolista vasco decidió compartir responsabilidad. Le puso un fantástico balón a Roko Baturina en el corazón del área y el dálmata, aguantando la tarascada y con un movimiento perfecto, se dio la vuelta para hacer el tanto racinguista. El gol en tus ojos, Baturina.
Al Granada le entraron las prisas y el duelo entró en un modo caos que al Racing no le venía bien. Un centro raso al área estuvo a punto de rematarlo en boca de gol Antonio Puertas, pero el balón se marchó, conejo, a saque de puerta.
Lo bueno es que la confianza verdiblanca andaba inmutable. Pues iba a tener razón Fausto Tienza, cuando salió el miércoles a la sala de prensa de las Instalaciones Nando Yosu: «Ojalá el entorno fuese tan optimista como lo somos en el vestuario». La accidentada derrota de La Romareda no ha dejado cicatrices en el equipo.
José Alberto debía andar satisfecho con lo que veía, porque se acercaba el minuto 70 y el banquillo lo movía, pero sólo por la banda. A calentar unos. A calentar otros. Una tarjeta boba de Peque empujó al asturiano a efectuar el primer cambio. Marco Sangalli y Matheus Aiás sustituyeron al mediapunta catalán y a Baturina. Por fin, el Granada le dio trabajo a Ezkieta:un tiro de falta lejano de Perea lo embolsó el arquero vasco con acierto.
El Granada era incapaz de reaccionar y estaba más cerca el segundo tanto verdiblanco que el empate nazarí. Un cabezazo bombeado del recién ingresado Matheus Aiás se marchó fuera por poco. Mientras tanto, José Alberto ponía en juego a Álvaro Mantilla en el lateral derecho para retirar a Unai Medina. Dani Fernández adelantaba su posición al extremo diestro.
Lo que quedaba era dejarse la vida. Morder. Defender la renta con el alma. No dudar. Ni arriesgar. Acelerar el cronómetro. Empeñar las últimas fuerzas. Los de fuera, dejarse las gargantas. Plus de energía. No perder en cinco minutos lo merecido en los noventa anteriores. Aguantar hasta el pitido final. Luchar hasta el último balón dividido. Vaciarse. Proteger el área como si Ezkieta fuese de la familia. No fallar... Y si se presentaba la ocasión, ya que el Granada tampoco hacía mucho por empatar, matar el partido de forma definitiva: Dani Fernández le puso un balón fantástico a Matheus Aiás en el punto de penalti, pero el brasileño se lió con el control y no acertó a rematar.
José Alberto puso a funcionar la hormigonera. Había que encofrar la victoria. Fausto Tienza y Eneko Satrústegui sustituyeron a Aldasoro e Íñigo Vicente. Esto no se puede escapar. Y de paso, el técnico asturiano se volvió hacia la grada para pedir el último aliento. Un aliento de seis minutos, que es lo que decidió agregar el árbitro.
Cada despeje, cada saque de banda a favor, eran celebrados como si fuese el dos a cero en cada acción. A Pol Moreno se le subieron los gemelos y al árbitro le debió parecer una eternidad, porque añadió un minuto más. El Granada quiso hacer méritos cuando el colegiado hace rato que debía haber pitado. Jarreando en El Sardinero y toda la grada en pie, con las bufandas al aire, esperando a que al del silbato le sonase la alarma. José alberto tratando de contener a sus hombres en el banquillo...
¡Por fin! Se escuchó el silbato. Y el rugir del estadio verdiblanco sonó a permanencia. Ahora sí, José Alberto entró al vestuario. «¿Cómo están los máquinas, lo primero de todo?». Seguro que extenuados, pero contentos. Eufóricos, pero concienciados. Ahora sí, fotillos, las que quieran. Este triunfo ya no deja espacio a las dudas. Este es el camino.
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