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Decía Manu Chao el pasado jueves en Santander que, en sueños, se le había aparecido el protagonista de 'La vida tómbola', Diego Armando Maradona. Le dijo el Pelusa, entre otras cosas, que el Mundial de Catar «es una mierda». A escasa distancia de los Campos de Sport, el que fue líder de Mano Negra abrió su concierto con un improvisado mensaje para el racinguismo, con sus cero goles y sus cero victorias: «Todo llegará». Ese fue uno de los primeros temas del concierto. Una versión musical del 'Mañana saldrá el sol' de su tocayo de El Astillero, Manolín Preciado. Y llegaron los goles. También la victoria. Y salió el sol. Hoy, mejor que mañana. Con luz, todo se ve mucho mejor.
Sporting
Mariño, Rosas, Cote (Diego Suárez, min. 28), Insua, Gragera (Zarfino, min. 46), Pedro Díaz, Cristo (Milovanovic, min. 46), Juan (Aitor García, min. 58), Djuka, Izquierdoz y Queipo (Jordan, min. 75).
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Racing
Parera, Mantilla, Satrústegui, Pol Moreno, Rubén Alves, Íñigo, Juergen (Fausto Tienza, min. 84), Mboula (Dani Fernández, min. 84), Pombo (Peque, min. 84), Íñigo Vicente (Marco Camus, min. 61) y Gassama (Matheus, min. 67).
Equipo arbitral. Milla Alvendiz, asistido en las bandas por Tejero García y Ríos Vargas, todos ellos del Comité Andaluz. Cuarto árbitro: Conejero Sánchez (Extremeño); VAR: Prieto Iglesias (Navarro) y AVAR: Moreno Aragón (Madrileño).
Goles. 0-1, min. 29:Sekou Gassama. 0-2, min. 95: Matheus Aiás.
Amonestaciones. Amarilla a los locales Rosas, Djuka y Zarfino y a los visitantes Sekou Gassama, Íñigo Sainz-Maza, Juergen Elitim y Pombo.
Incidencias. El Molinón. Césped en regular estado, en una tarde muy calurosa. 19.583 espectadores en las gradas, entre ellos unos 2.000 seguidores verdiblancos.
En su intento por estabilizar el equipo en busca de eliminar los horribles ceros que asolaban sus estadísticas, Guillermo Fernández Romo volvió a hacer unos cuantos cambios en el once. En casi todas las líneas. El míster madrileño comenzó por blindar los laterales. Esperó al recién salido de la enfermería Satrústegui para el flanco zurdo, echó al 'prao' a un Mantilla que ha pasado el verano peleado con su hombro izquierdo para el diestro y le devolvió la titularidad a Rubén Alves en el centro. Eso, en la zaga. En la medular, nueva propuesta, con un Juergen Elitim –en detrimento de Fausto Tienza– como acompañante de Íñigo Sainz-Maza para darle, a priori, más fútbol al doble pivote. Y titularidad, nada más aterrizar, para Jorge Pombo en la mediapunta.
Por seguir con lo de la música, y a pesar de todo, allí andaban unos 2.000 seguidores racinguistas en las gradas de El Molinón. En la megafonía sonó el '32 escaleras' del reinosano Rulo y su Contrabanda. Unos cuantos se sintieron identificados: «Yendo contigo, juego con fuego. Sólo disfruto cuanto más me quemo». Masoquismo verdiblanco.
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Marcos Menocal
La consigna, tras el desastre de Tenerife, estaba clara. Bien arropaditos atrás, que en el puesto de colista hace mucho frío. Y, a partir de ahí, lo dicho, todo llegará. Esperar, estar atento y aprovechar. Era por conocimiento de las carencias propias pero también de las de un rival para el que la pelota es una patata caliente. No tiene muy claro qué hacer con ella. Un disparo raso y lejano de Juan lo atrapó sin problemas Parera. Posteriormente, un tiro desde Villaviciosa de Grajera lo despejó, con lucimiento, el guardameta a córner. E Íñigo Vicente, con gran calidad para las asistencias, le regaló un balón a Djuka en el área, a quien el portero balear tuvo que tapar con valentía. El Sporting, aunque incómodo, creaba con muy poco. La producción ofensiva del Racing, a eso de las 14.17, se limitaba a un córner forzado y un disparo raso y desviado de Pombo. El propio mediapunta intentó sorprender por fuera de la barrera en una falta lateral, pero es que Pablo Torre dejó el listón demasiado alto.
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Y, casi sin esperarlo, llegó. Lo que hacía tanto que tenía que llegar. 389 minutos –más los añadidos– después. Mantilla interceptó un balón en el lateral derecho y se inventó una asistencia genial. Al espacio hacia el que corría Sekou Gassama, tras la espalda de una defensa desconcertada por la lesión de Cote. El catalán, pese a la responsabilidad, no se puso ni nervioso. Con un toque medido y certero hizo el primer gol verdiblanco esta temporada. En la jornada cinco. Nunca es tarde si la dicha es buena, dicen. Avistamiento de una pantera a orillas del río Piles. Ansiedad transferida a los de rojo y blanco.
Un buen lanzamiento de Grajera lo atrapó Parera y una falta botada por Izquierdoz por debajo de la barrera se marchó susurrando al poste. Es cierto que el Sporting tenía el balón, pero la mayoría de las veces sin superar la última línea verdiblanca.
Con lo que había costado marcar en la meta rival, había que poner la Romoneta, el autobús de la expedición racinguista y a los cerca de dos mil cántabros que se habían desplazado hasta Gijón delante de la portería. El Sporting cerró a primera parte en una acción en la que el Racing, por una vez en la vida, tuvo hasta suerte. Parera tapó la primera tentativa asturiana. La segunda, sin portero, la sacó Mantilla, bajo palos, con una inmensa agonía. Lo celebró casi como el ascenso.
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Iniciada la segunda mitad, el Racing no podía perder este partido, porque su fortuna iba a más. Casi en la primera acción tras el intermedio, Djuka se encontró solo ante Parera. El meta tapó bien al ariete, que se llevó el balón en el rebote. Su segundo remate lo estrelló contra el poste. 43 minutos por delante.
Pitu Abelardo había implementado dos cambios en el descanso y el Sporting había salido con otro aire. Quería arrollar. El equipo de Romo debía aguantar, como pudiese, ese arreón. Ahí iban a estar gran parte de sus opciones de vencer el partido. De lograr esa primera victoria tan ansiada. Eso, y que le aguantase el físico.
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El Racing superó ese primer cuarto de hora y aplacó, en parte, las ambiciones rojiblancas. Ese segundo que te robo; ese balón que desplazo; esa falta que te saco... Romo le decía a Satrústegui que eso de subir a rematar una falta lateral, nada de nada. Defender. El míster llamó a Marco Camus –que iba a sustituir a Íñigo Vicente– y el santanderino vio junto al cuarto árbitro la ocasión clarísima que tuvo Rubén Alves prácticamente debajo del travesaño. En vez de empujarla, la despejó por encima del larguero.
Romo miró de nuevo hacia el córner para citar a Matheus Aiás. Iba a sustituir a un cansado Sekou Gassama que, de paso, tuvo que ser atendido sobre el terreno de juego. Un ratuco más. Un ratuco menos. Lo cierto es que al goleador no le hizo mucha gracia su sustitución. 22 minutos por jugarse, más el añadido.
Los cántabros mantenían al Sporting lejos de su área y, acomodándose con el paso del tiempo, incluso se atrevían. Marco Camus desbordó por la izquierda y su centro lo remató Matheus Aiás en el primer palo. Mariño tapó bien para evitar el segundo.
El brasileño volvió a perdonar y esta vez ya de una forma preocupante tras la anterior opción marrada por Rubén Alves. Pombo tomó nota de la asistencia de Mantilla en el tanto racinguista. La plagió. YMatheus se quedó solo ante en Mariño, pero al contrario que Sekou, definió de pena. Ni a un lado ni a otro. Al muñeco. Diez minutos más lo que quisiese el colegiado, prometía el cronómetro.
Romo preparó un triple cambio. Tienza, Peque y Dani Fernández. Juergen, Pombo y Mboula, a la ducha. Djuka estuvo a punto de marcar el empate, pero el Racing subo sacar partido del descuido. Parera, enorme una vez más, cercenó la ocasión. El arquero se llevó un golpe con la puntera del delantero. Los nubarrones empiezan a abrirse. Vamos, que sólo quedan dos para los noventa. Más los seis que mostró el cuarto árbitro.
Un tiempo en el que el conjunto verdiblanco, dentro del caos reinante, continuó siendo mejor que un Sporting absolutamente frustrado. Un par de acciones de Matheus y Camus mantuvieron el peligro lejos de la meta cántabra. Y si no, ahí estaba un gigantesco Íñigo para comerse a los rivales cual cachopos. Brutal.
Con el choque prácticamente finalizado, el Racing hizo la del Petit-Suisse. Para qué conformarse con uno. Matheus volvió a quedarse solo ante el área, recortó a su marcador y batió a Mariño con la izquierda. Ahora sí, el sol brillaba con fuerza para el racinguismo. A partir de aquí, como las plantas. Regar, crecer y dar frutos.
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