Secciones
Servicios
Destacamos
. La jornada de fiesta, con horario de mañana y tarde, que vivió Eibar con la visita del Racing y los cientos de aficionados que se desplazaron a Guipúzcoa (muchos más de los que habían comprado las 306 entradas que envió el club armero) se ... vio deslucida por un incidente de esos que se pueden llamar evitables. Un aviso de carga policial porque los aficionados estaban acodados contra la valla y tapaban un vomitorio. Con un poco de buena voluntad de una y otra parte se podría haber evitado un momento de cierta tensión, salpimentado con algún porrazo, que incluso provocó la detención del partido.
Transcurría el primer tiempo. Apenas se había sobrepasado la primera media hora. Perdía el Racing 1-0 en Ipurua y estaba a punto de caerle el segundo. La organización, ya fuera por orden del Eibar, de LaLiga o de los cuerpos de seguridad ordenó despejar pasillos y escaleras adyacentes a un vomitorio. No les hicieron mucho caso.Ninguno, de hecho.Y así comenzó el problema que derivó en confusión en la grada e incluso sobre el césped y dejó algún moratón en los protagonistas.
La afición verdiblanca estaba concentrada en una zona específica del estadio;una de las esquinas, como es habitual en LaLiga. De pronto, desde la megafonía se pedía a los seguidores del Racing que no estaban en su localidad –la mayor parte sí ocupaba su asiento–, es decir, aquellos que seguían el partido apoyados en la valla para animar a su equipo, que se sentaran para despejar los vomitorios. Hasta dos veces se les solicitó. La respuesta, la misma: ninguna. Los hinchas querían seguir viendo y apoyando a su equipo en una tarde tranquila en la que no se había registrado ningún problema.
Noticias Relacionadas
Borja Cavia
Sergio Herrero Marcos Menocal Borja Cavia
La acción, o la inacción, tuvo sus consecuencias. Segundo aviso. También sin éxito; la vida sigue igual. Acto seguido, aproximadamente dos docenas de ertzainas con equipo antidisturbios acotan la zona. Momentos de tensión con los visitantes, que de pronto se veían embolsados por los cuerpos policiales. Voces, discusiones, roces, empujones y un amago de carga que se quedó en menos, aunque con algunos golpes y enfrentamientos para calmar o caldear, según se mire, los ánimos. Hablar de carga sería alarmar, pero no es menos cierto que los ertzainas sacaron sacado las porras a pasear dos o tres veces y en ningún momento se habían vivido capítulos de violencia.
Quería la casualidad además que entre los cientos de seguidores desplazados estuvieran aficionados del Núkleo Asón, que sufrieron la violencia de la extraña situación en un partido de guante blanco en el césped y la grada, como lo había sido la mañana. De Ampuero como el capitán verdiblanco, que si ya de por sí le llamó la atención la situación debió recordar que allí había además amigos de su pueblo.De una de las peñas más fieles del racinguismo, en especial en lo que a acompañarle en los desplazamientos se refiere. Íñigo quiso saber qué pasaba. Preguntó al árbitro, se detuvo el partido y el capitán, arropado por sus compañeros, se acercó a la zona a ver qué sucedía. Todo parecía muy raro. Mientras la policía desalojaba a los aficionados más díscolos; a aquellos que no habían obedecido las instrucciones. los demás lo veían enfadados. Mucho.
Cerca de diez minutos estuvo el juego parado, en medio de la confusión y cierto desbarajuste, hasta que Quintero González dijo que bueno; que ya estaba bien, que allí habían ido a jugar un partido y eso iban a hacer. Volvió a rodar el balón.Con algún aficionado fuera. El resto siguió viendo el partido, pero ya bajo la atenta mirada de la Ertzaintza. Eso sí, sin ningún tumulto ni incidente más. Mientras, el Eibar resumía sobre la marcha lo ocurrido con unas pocas palabras: «No ha habido incidentes entre aficionados. Se ha avisado en varias ocasiones a unos pocos aficionados visitantes de que dejaran libre las vías de evacuación, y al hacer caso omiso, se ha procedido a su desalojo. La afición racinguista se está mostrando espectacular, de diez».
Claro que también hubo quien se quejó de los insultos de algún verdiblanco, pero quienes tuvieron que sufrir ese amago de carga que no correspondía con la tranquilidad de la tarde fueron los cántabros. Les parecía, al menos a los que peor parados salieron, difícil de defender que se estuviera ocupando, junto a la valla, en pleno partido y en la zona acotada, una vía de evacuación. Pero esto fue lo que sucedió. Los racinguistas, o al menos algunos de ellos, se marchan muy molestos por lo que consideran una intervención injustificada.
Y todo para nada o al menos para muy poco, porque en el segundo tiempo esa zona junto a la valla volvía a estar ocupada. Algunos, los que sí se llevaron un buen golpe, ya no lo vieron. Ni siquiera les quedó el consuelo de sacar algún punto, aunque sí la buena imagen de su equipo y la prueba de que el Racing nunca camina solo, aunque mejor si puede hacerlo con más calma.
¿Ya eres suscriptor/a? Inicia sesión
Publicidad
Publicidad
Te puede interesar
Publicidad
Publicidad
Esta funcionalidad es exclusiva para suscriptores.
Reporta un error en esta noticia
Comentar es una ventaja exclusiva para suscriptores
¿Ya eres suscriptor?
Inicia sesiónNecesitas ser suscriptor para poder votar.