Tremenda fiesta inaugural

El Eibar es últimamente como ese conocido que llevas años sin ver y ahora, de repente, te lo encuentras a menudo por la calle: la consecución del ascenso; el penúltimo amistoso; esta genial primera jornada de Liga... Después de esconder sus cartas a Joseba Etxeberria el pasado sábado en Baceñuela, la alineación que dijo José Alberto el viernes que nadie iba a acertar finalmente resolvió las incógnitas. La primera, en la portería, donde se cumplieron los pronósticos, con Ezkieta en la portería en detrimento de Parera. La defensa, la prevista, con Mantilla en el lateral derecho ante la lesión de Dani Fernández. En el doble pivote, a diferencia de la pretemporada, donde el míster ha alternado los perfiles, para lo importante eligió el músculo y los galones: Íñigo Sainz-Maza y Aldasoro. Marco Sangalli adelantó a Yeray y a Lago Junior en la banda derecha; Peque se ha hecho fuerte en la mediapunta y la delantera, a falta de incorporaciones, el elegido fue Ekain, el menos especialista de los disponibles.

Iban apenas uno, dos, tres minutos cuando estuvo a punto de cambiar el encuentro. Una dura entrada de Tejero sobre Íñigo Vicente en campo racinguista. Caparrós Hernández desenfundó la amarilla como John Wesley Hardin. El más rápido al oeste de El Sardinero. Al árbitro le sonó el pinganillo. Había revisión. Pero no hubo roja. En el videomarcador apareció José Mota haciendo el gesto de 'ok'.

El Eibar saltó al césped a hacer a su apodo de equipo armero. La táctica del estropajo: rasca que te rasca. Entre tarascada y tarascada, Ekain e Íñigo Vicente fabricaron una fantástica jugada que finalizó con ocasión para Peque. El catalán, muy forzado ante la salida de Luca Zidane, no pudo conectar el remate en boca de gol.

El equipo vasco era más vertical. El Racing, con mayores dificultades para cambiar de campo, más propositivo, que dicen ahora los modernos. Los guipuzoanos respondieron con un peligroso centro desde la derecha de Aketxe que Rubén Alves tuvo que mandar a córner en el primer palo.

Pero el que tenía el arma calibrada era el mago racinguista. El día de la presentación de las camisetas le hicieron una oferta para fichar por el Circo Quimera. Cogió el teléfono: «Que no, que me quedo». Sus trucos sólo funcionan sobre el verde. Ekain fue derribado al borde del área. Íñigo Vicente se ajustó la chistera. Abracadabra, golazo de falta. A Sebastián Ceria, en su debut en el palco, le saltó el muelle del asiento. Celebración.

Ola favorable en El Sardinero. Y el Racing, cabalgando sobre ella. Siguiente acción. El Eibar, grogui sobre la lona. A falta de fichajes, el club cántabro ha renovado a dos de sus pilares. Uno de ellos, Íñigo Vicente. «Es algo positivo para el vestuario», decía José Alberto en una entrevista en este periódico. Efecto inmediato. Aldasoro, el que firmó la renovación en un oscuro párking de Astillero, hizo el segundo.

Tarde de emociones. El partido se paró después de que un aficionado, ubicado detrás del banquillo racinguista, tuviese que ser atendido y trasladado en ambulancia a Valdecilla. El encuentro se reanudó, pero el Racing tenía el pie atado con bridas al acelerador. A Dani Fernández le va a costar recuperar su puesto cuando salga de la lesión. Mantilla ha pasado de ser soldado de tierra a piloto de caza. Como un avión. El camargués tiró 'pa'rriba', le hizo un caño a un rival y metió un balón interior al área del que Marco Sangalli, 309 partidos en Segunda División, sacó un penalti. Peque, que se ha ganado en pretemporada que el diminutivo se quede únicamente como nombre deportivo, agarró el balón con confianza. Y con confianza le hizo el tercero a un Luca Zidane al que los Campos de Sport le están haciendo pagar cara su 'espantá'.

El Eibar, ahora sí, más por vergüenza torera que por otra cosa, se puso de pie y comenzó a buscar el orgullo perdido. Dos disparos con escasa fe desde el vértice del área racinguista se marcharon a tribuna. Así, las que quieran. Eso, y unos cuantos amagos de trifulca, fue lo último antes del descanso. Plácido y ni soñado intermedio.

La jugosa renta le dio al Racing para probar otros escenarios. Pasito atrás y el dominio para el rival. A ver qué tal los contraataques. Cómodo en su nuevo rol, el cuadro verdiblanco veía cómo el Eibar tardaba un ratuco en acercarse a Ezkieta. Un tiro con poco ángulo de Mario Soriano lo repelía el arquero navarro junto al poste.

Aún con esas, los de José Alberto iban a seguir teniendo más peligro. Un balón al espacio habilitó la carrera de Ekain contra Luca Zidane. El delantero salvó la salida del meta galo, pero se escoró hacia su pierna mala y no se atrevió a chutar. Miró hacia atrás y vio la entrada de Marco Sangalli, cuyo disparó se estrelló en el cuerpo de Venancio, sobre la línea de gol. Siglo y medio después, el asistente anuló la acción por fuera de juego. En el otro área, Ezkieta volvió a responder con acierto a un disparo lejano.

Mientras tanto, José Alberto llamó a Lago Junior. El costamarfileño sustituyó a Peque e Íñigo Vicente pasó a la mediapunta. Precisamente fue el de Derio el que sacó un córner que, tras un rechace, terminó con un durísimo disparo de Aldasoro que iba, violento, junto al poste. Ahora sí, Luca Zidane se sacó una parada espectacular para evitar el tanto. Al meta lo que es del meta.

Donde no pudo hacer nada el arquero fue en el cuarto gol. Menuda contra del Racing y 'menún' caramelo de pase que le dejó Íñigo Vicente a la espalda de la defensa. El africano, solo ante el portero, no falló. Por encima. Justo por donde estaba pasando el equipo cántabro a uno de los aspirantes al ascenso. José Alberto dio entrada a Cedric e Iván Morante en sustitución de Ekain e Íñigo Sainz-Maza.

En su intento de maquillar lo inmaquillable, Aketxe, a la media vuelta, mandó un balón a la cruceta. La verdad es que el Eibar, paupérrimo ante el vapuleo racinguista, ni siquiera hizo méritos para hacer ese triste gol de la honra.

Tiempo para el reparto de minutos en el Racing. Yeray y Jeremy, este último debutante en partido oficial con el primer equipo, al 'prao'. Con el Eibar ya de brazos caídos, el conjunto verdiblanco se fue a por el quinto. Faltaba un gol cántabro que no llegó. Un disparo duro y lejano de Saúl García se marchó silbando al travesaño. Y, acto seguido, Yeray caracoleó en el área, pero se estrelló en el cuerpo de Luca Zidane.

Los últimos minutos se perdieron entre la fiesta general de los Campos de Sport, con lo único reseñable en forma de disparo desde la frontal de Matheus, el del Eibar, que Ezkieta despejó a doble mano para dejar al Racing como líder momentáneo de la categoría. La última vez fue en la tercera jornada de la 1992-93. Y eso que dice el míster que hay que reforzar la plantilla. Ya se encargó él mismo en rueda de prensa en rebajar la euforia.