Secciones
Servicios
Destacamos
No puede ser tan fácil», decía un wasap que me mandó mi amigo Navamuel cuando el Racing encajó ayer el primer gol del Levante. Y eso que los verdiblancos habían salido con ímpetu, apretando incluso en el saque inicial, toda una declaración de intenciones con ... ese balón llovido y todos detrás achuchando.
O sea, que la noche pintaba bien, con una alineación de esas que no renuncian ni a los artistas -Andrés, Íñigo Vicente, Peque- ni a los currantes -Aldasoro e Íñigo-. En los primeros compases ya se vio que iban a tratar de tú a tú a los granotas; al menos, en ataque.
Pero el partido iba a recordar a esa obra de teatro de Henry James, 'Otra vuelta de tuerca', encadenando sorpresas y alternancias en el marcador como si aspirase al récord Guinness. El primer zarpazo lo daría el rival, que entró cual cuchillo en la mantequilla, en una jugada que pondría en evidencia a toda la zaga. Blandita, muy blandita.
Al final, este juego va de equilibrios; como dijo en 1982 aquel seleccionador desafortunado que fue Santamaría, el truco es «atacar como Brasil y defender como Italia». Una idea que es más fácil de formular que de aplicar, claro. Y mucho más cuando el rival ha olido la sangre: imposible jugar al catenaccio cuando sopla el Levante como un vendaval.
Llegarían, pues, unos minutos de desazón, en los que el sufringómetro alcanzaría su máximo nivel. Menos mal que tenemos a Mantilla, que haría de portero auxiliar en dos ocasiones consecutivas. El oficial, eso sí, no tenía la noche, y un pasimisí pasimisá de Germán casi le manda a la ducha tras un penalti de libro. Menos mal que, por una vez, el VAR sonrió al Racing, que en alas de la fortuna lograría rehacerse. Como siempre, justo cuando ya nadie daba un duro por él.
Noticias relacionadas
Un nuevo giro de guion llegaría con el segundo gol de los locales, que llegó cuando más duele: en el descuento. Y de nuevo arreciaron los mensajes, con esa tendencia al melodrama que tenemos los aficionados verdiblancos: que si entramos en barrena, que si hay que traer refuerzos, que si José Alberto no habrá perdido tanto peso por lo que sufre en el banquillo...
Sin embargo, sobre el campo estaban a otra cosa. Este Racing es otra historia, sin el lastre de siglo y pico de papardas épicas y celebrar las derrotas. Así que, cuando otra vez cotizaban las apuestas en negativo, como en una novela de Agatha Christie todo dio de pronto un vuelco, con un penalti que no se sabe cómo logró fabricar Arana y encumbró a un invitado inesperado a principios de temporada.
Porque lo de Peque es también para premio revelación de la temporada. El aplomo con el que lanzó el penalti, casi rozando la paradiña, no solo le quitó el aliento al portero Femenías, sino que casi nos detiene el corazón a los espectadores. Y él, como si tal cosa. Este Peque es grande, muy grande.
Quedaba, todavía el anticlímax, un redoble de goles con el que se daría la vuelta al marcador y acabaría incluso invitando a la afición local a empezar a abandonar el Ciutat de Valencia con media hora de antelación.
Aunque la mayoría, eso sí, se quedarían para comprobar si aun quedaban sorpresas o todo sería un lento transcurrir camino del 'happy end'. Desde la distancia, los racinguistas por fin tomábamos aire, después de tres jornadas conteniendo la respiración.
La remontada sería para recordarla, pero no deberíamos pasarnos toda la temporada montados en esta montaña rusa, porque no vamos a ganar para ansiolíticos. Esta vez ha salido bien, pero no deberíamos tentar tanto a la suerte. Y seguir los consejos de Santamaría es pura utopía, pero un poco de espíritu italiano igual tampoco le venía mal a nuestra zaga. Porque no siempre vamos a acertar tanto en ataque.
¿Ya eres suscriptor/a? Inicia sesión
Publicidad
Publicidad
Te puede interesar
Publicidad
Publicidad
Esta funcionalidad es exclusiva para suscriptores.
Reporta un error en esta noticia
Comentar es una ventaja exclusiva para suscriptores
¿Ya eres suscriptor?
Inicia sesiónNecesitas ser suscriptor para poder votar.