Pegada mortal

Los más temerosos nos mordíamos las uñas en cada saque de puerta: toquecito de Ezkieta a Germán, éste a Mantilla, el lateral a Grenier, vuelta a Germán… Y así, hasta que se perdía el balón. Dos disparos a las nubes y el sufringuímetro empezaba a girar desbocado.

Sin embargo, las apariencias poco tenían que ver con la realidad. Ese Racing que parecía achicarse, cediendo la iniciativa al Albacete, resulta que sólo estaba esperando el momento oportuno para soltar su zarpazo. La estrategia de Íñigo Vicente, que parece un tipo inofensivo, que pasaba por allí, y cuando te quieres dar cuenta te ha robado la cartera y ha metido un pase mortífero entre líneas. Menos mal que era un jugador frío… Vicente es, desde luego, la piedra angular de este equipo, pero es que el resto no le van a la zaga. Ya no se trata de que el bloque funcione, sino que con los nuevos refuerzos hay mucha calidad arriba. Tanta, que lo que podía parecer en principio un enfrentamiento desigual terminó siendo engañoso: cualquier balón que el Albacete perdía en campo campo propio se acaba convirtiendo en ocasión clara.

Y si adelante las cosas van bien, esta vez la teoría de la manta está fallando, porque la dupla Germán-Alves es un auténtico lujo.

Pero que ya es un escándalo es lo de Mantilla. Si el «illa, illa, illa, Mantilla maravilla» es un clamor en cada partido, el día que por fin marque los Campos de Sport se van a venir abajo. Bueno, es verdad que están tan abandonados que cualquier día se caen solos, pero es que que el de Maliaño parece que tiene una marcha más que el resto. Su galopada de setenta metros obstáculo en el minuto treinta y seis levantó una ovación cerrada, pero no sólo de la grada sino incluso de su delantero, Arana. Pundonor marca de la casa. «¡Se ha convertido en Cafú!», se asombraba en la tribuna José María Gutiérrez, antiguo cronista del Racing. Y probablemente el historiador Gómez Samperio le compararía con el mítico Chisco.

Desde luego, está honrando el brazalete de capitán, y además con una humildad encomiable: sólo hay que ver cómo se lo cede a Íñigo cuando entra en el campo.