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La resaca electoral fue este lunes triste en La Albericia. El domingo había referéndum en los Campos de Sport y el resultado fue incierto. La ... grada pidió la cabeza del director deportivo, Chuti Molina. Los números y el clima de opinión, aunque no se verbalizó en forma de cánticos, la de Ania. Y cayó el segundo; quien dependía del primero. El recambio, Cristóbal Parralo, ya estaba listo, prueba de que la del domingo era, esta vez sí, una convocatoria de gracia. Y prueba de que la cuerda se rompe siempre por el lugar más débil no solo es física, sino un axioma en el fútbol. Y el lado más débil se llama entrenador. De ahí que el cordobés sea desde primera hora del lunes el nuevo técnico del Racing. El que entrenará el miércoles al equipo después de un lunes frenético en las Instalaciones Nando Yosu y en las oficinas de los Campos de Sport. Había que confirmar que el andaluz aceptaba hacerse cargo del equipo, comunicar a Iván Ania su despido, arreglar los papeles y anunciarlo. Y todo antes del entrenamiento, porque no era cuestión de hacer al asturiano dirigir la sesión para acto seguido destituirle.
El consenso más o menos general era que no es el único responsable. Ni siquiera el principal, cuando ya se ha señalado a Chuti Molina, pero el código implícito del fútbol señala que cuando un equipo no funciona el principal revulsivo es cambiar al entrenador. No se puede cambiar a una docena de futbolistas ni hacerlo con el director deportivo tendría un efecto inmediato. Quizá tampoco con el entrenador, o tal vez sí, pero una sola victoria en quince partidos era un lastre demasiado pesado para el asturiano, que ya había aguantado más de lo normal en estos casos gracias a la influencia del cambio de entrenador en la disponibilidad para fichajes y a que Sergi Barjuán ya comunicó que no estaba en condiciones de coger el equipo de inmediato, de un día para otro. Cuando el domingo Iván Ania ofreció la rueda de prensa posterior al empate frente a la Ponferradina ya reconocía no saber qué iba a ocurrir con su futuro. Todo se sospechaba, pero nada era oficial. Ni siquiera había prevista reunión del Consejo, pero como se comprobó después, ya lo tenían claro.
Y es que Chuti Molina llevaba al menos dos semanas buscando recambio a Iván Ania, de quien se había distanciado. Ya el empate ante del Deportivo de la Coruña fue una pelota de partido salvada, como la derrota ante el Alcorcón. Si el club y su máximo responsable deportiva querían que los Campos de Sport decidieran, lo hicieron. Pero la cabeza que pideron no fue la de Ania. Y se cumplió así otra regla en el fútbol: cuando el público mira al palco –donde se sientan el presidente y, en este caso, también el director deportivo– cae el entrenador.
IvánAnia abandonó el domingo los Campos de Sport siendo aún entrenador del Racing. Se le veía tocado, taciturno. «Estoy jodido», había dicho, pese a verse con fuerzas. En el club, silencio de radio. Ni aparecer por zona mixta ni atender el teléfono. Chuti Molina, que ya preparaba el relevo, esperó hasta última hora, cuando prácticamente no quedaba nadie, para hacer lo propio. No quería compañías incómodas. Ya sabía lo que iba a ocurrir unas pocas horas después.
Mientras, la plantilla se desayunaba también con la noticia, que se barruntaba, pero al mismo tiempo nadie se atrevía a dar por hecho dados los antecedentes; después de que no se hubiera apostado por aplicar el bisturí ya el domingo y evitar otra noche de malestar al enfermo.
Pero no era una decisión fácil. Destituir a Ania planteaba también problemas desde el punto de vista económico. Con el ascenso, el entrenador había renovado automáticamente su contrato hasta el 30 de junio de este año y había que indemnizarle. Su sueldo ya está incluido en el cálculo salarial, de modo que no afectará al remanente que el Racing mantiene para fichar en enero después de que Molina fracasara en la contratación de su delantero centro titular, pero sí los emolumentos de Parralo y su equipo.
El Racing tiene un tope salarial de 5,078 millones de euros. De ellos cerca de 340.000 seguían disponibles para invertir en el mercado de enero, una cantidad que se puede incrementar de varios modos. Por una parte, buscando la salida de algún jugador que no traiga consigo el pago de su sueldo íntegro hasta final de temporada.
Jugadores como David Barral y Óscar Gil, que ni siquiera ha debutado en Liga, han perdido la confianza del cuerpo técnico, claro que no se puede prever si la llega de Parralo supondrá un cambio de su estatus en la plantilla. Por otra parte, los incentivos que comprenden algunos de los contratos. LaLiga calcula estas variables en función de las estadísticas de los cursos anteriores y el mal rendimiento del equipo invita a prever que no será necesario pagar al menos parte de esos inventivos, liberando así algunas cantidades.
El caso es que más allá de unas cuentas sencillas que dicen que todo lo invertido en el nuevo cuerpo técnico no se podrá dedicar a un delantero o cualquier otro fichaje, el Racing respiraba ya desde primera hora de la mañána tiempos de cambio. Ya en La Albericia todos tenían la noticia. Pudieron despedirse del míster y completar una sesión recuperatoria extraña; a los mandos de los auxiliares –ni siquiera del segundo entrenador– a la espera de que lleguen los nuevos.
Mientras, en una mañana plomiza de resaca electoral, la noticia de la destitución de Iván Ania y la contratación de Cristóbal Parralo eclipsaba otra de las novedades matinales: la dimisión de Albert Rivera, que como el técnico asturiano había perdido su plebiscito, también en Cantabria. Ambos llevaban amortizados unas horas y ambas noticias se esperaban, pero no habían cristalizado hasta la mañana; hasta que lo barruntado se transmutó en oficial.
Para entonces el que ya es el antiguo cuerpo técnico del Racing ya había tenido tiempo de comenzar a digerir la noticia. Habían hablado y se citaron en La Albericia, donde se debían despedir de la plantilla y se preparaba el comunicado de prensa oficial. Porque junto a Iván Ania abandonan el Racing su segundo, César Negredo; el preparador de porteros, Fabián Fernández, y el preparador físico, Pablo Gutiérrez. De ahí que tampoco salieran al césped para dirigir la sesión de recuperación sobre el campo 1 de La Albericia. Su presencia tenía ya el mismo sentido que la de Ania: ninguno.
Mientras, el club ya había anunciado las dos noticias a través de dos comunicados de prensa concatenados y se despedía de su míster en redes sociales: «El Real Racing Club ha procedido al cese de Iván Ania como entrenador de su primer equipo, al que ha dirigido 15 partidos (una victoria, nueve empates y cinco derrotas)», señala la primera de las notas. «La entidad cántabra –continuaba– quiere agradecer la profesionalidad de Ania al frente del banquillo de El Sardinero, al que accedió en verano de 2018 y desde el que fue partícipe del retorno del club verdiblanco a Segunda División».
Cristóbal Parralo, que este martes, a las 12.00 horas, será presentado oficialmente como nuevo entrenador del Racing en la sala de prensa de los Campos de Sport, llega a Santander con su cuerpo técnico, como es habitual en prácticamente cualquier cambio de entrenador. Y uno de los nombres no es nada desconocido en clave verdiblanca. El segundo entrenador será Javier Manjarín (Gijón, 1969), también internacional con la selección española en su etapa como futbolista y jugador del Racing durante dos temporadas, entre 1999 y 2001. Luis Fandiño será el nuevo preparador físico. A ellos se unirán el técnico auxiliar Paco Imbernón, hombre de confianza de Chuti Molina y que dirigó la sesión de ayer, el readaptador Luis Prieto y un nuevo entrenador de porteros.
Cristóbal es probablemente la última carta que le queda a Chuti Molina, que en cuanto vio cómo pedían su cabeza entregó otra. El cuestionado director deportivo –los Campos de Sport no cantaron el domingo 'Ania, vete ya', sino 'Chuti, vete ya'– pasó a caballo entre La Albericia y El Sardinero una ajetreada mañana de lunes tras un nuevo empate en casa que había convertido la situación en poco menos que insostenible.
Máxime cuando el rendimiento de los futbolistas también comenzaba a ponerse en cuestión, como reconocía tras el entrenamiento, apenas tres horas después del despido del entrenador, uno de los capitanes, Jordi Figueras para más señas, que admitía que «la plantilla no ha estado a la altura de lo que se esperaba».
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Ana del Castillo
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