El Racing pasa de la dirección colegiada a alguien con más poder incluso que Chuti Molina

Y ahora, se opta por retomar un viejo modelo, que ya se implantó en el Racing en la época en que Higuera era presidente, que consiste en un entrenador plenipotenciario con mando en plaza, no solo en el banquillo, sino también en los despachos. Un recurso que procede de ulteriores temporadas, pero que, puesto de nuevo en el telar, se vuelve a trenzar con hebras nuevas. Guillermo Fernández Romo llega para derribar muros y abrir puertas en el que puede ser un oficio de riesgo, ya que de sus decisiones dependerá el éxito o el fracaso del equipo en esta Primera RFEF. Hasta hace poco el entrenador apenas asomaba la nariz por los despachos. Ni Javi Rozada ni mucho menos Aritz Solabarrieta han tenido poder de decisión esta temporada. Tampoco lo tuvieron en cursos anteriores Ania, Parralo y Oltra, ya que entonces todas las decisiones pasaban por los designios de Chuti Molina.

El modelo que se instauró con el de Albacete no funcionó. En realidad sí lo hizo en su primer año, cuando a base de talonario y contratos que hipotecaron en cierta manera la configuración del equipo al curso siguiente, se logró el ascenso. Molina en los despachos, Ania en el banquillo y el gol de Aitor Buñuel hicieron realidad el sueño racinguista y las carencias quedaron sepultadas por el ascenso a Segunda División. La siguiente temporada la cosa cambió. Y mucho. En la categoría de plata el Racing vagaba sin rumbo y el director deportivo no supo confeccionar un equipo, ni en verano ni en invierno, que lograse mantener a los cántabros en la nueva condición recién estrenada. De nuevo al infierno y primer viraje.

Chuti Molina, ya apartado en los últimos meses de la temporada vio cómo Cali Trueba desembarcaba en el club y después, en verano, lo hacían Amorrortu, para encabezar la estructura deportiva del club; y Pedro Menéndez, como secretario técnico. En julio el Racing los presentaba como Comisión Deportiva junto a Víctor Diego. Una dirección colegiada que rompía con todo lo anterior y además prometía un mejor trato a la cantera, que se había descuidado y dejado de lado en la era Molina.

Este proyecto tampoco ha funcionado. Este curso, con cambio de entrenador mediante -Javi Rozada por Aritz Solabarrieta-, el Racing no ha logrado siquiera clasificarse para jugar la fase de ascenso a Segunda y se ha tenido que conformar con el premio de consolación: la Primera RFEF. Ni Amorrortu, ni Menéndez ni tampoco Solabarrieta estarán en la siguiente campaña. La dirección ha decidido dar un nuevo giro de 180 grados. Un cambio que consideran necesario para llegar a mejor puerto.

Una única figura para manejar el banquillo y la dirección deportiva. Romo desempeñará la labor de despachos en verano y con un proyecto hecho a su medida, y bajo su único criterio confeccionará el equipo con el que tratará de lograr el ascenso a Segunda División. Será plenipotenciario, pero la intención del club es dotarle de una red de colaboradores y asesores técnicos que estén a su alrededor para ayudarlo y servir de parapeto, además de facilitarle su labor.