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Una avería muy oportuna de la megafonía en los prolegómenos del partido frente al Mirandés dejó a José Barba mudo en pleno cántico del once inicial racinguista. Una lástima, porque la del 'speaker' racinguista tal vez sea una de la voces más carismáticas del deporte ... español, pero su canto 'interruptus' –se cortó su voz cuanto le tocaba Maguette– fue resuelto por la grada, que siguió jaleando a cada uno de los titulares a medida que su imagen aparecía en los videomarcadores. Que no falte el buen humor, que para algo vamos líderes destacados.
Lo que ya se hacía bastante raro era ver salir al equipo sin que por los altavoces sonara 'La fuente de Cacho'. Sin embargo, esta vez no hizo falta el «¡Aire!» enlatado para animar al personal a arrancarse con la tonada. De manera espontánea, la afición enfiló hacia el célebre caño, aunque a distintas velocidades: mientras alguna tribuna iba por la Alameda Primera, otra todavía andaba por la Segunda y los más avezados ya habían cruzado el túnel de Tetuán.
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En cualquier caso, sirvió para demostrar que la afición no necesita ni de aplausos pregrabados ni de animación artificial. Lo espontáneo, lo que sale naturalmente de la grada, siempre es mucho más hermoso que cualquier grabación. Ojalá cundiera el ejemplo y en próximos partidos dejasen que el racinguismo se exprese por sí mismo.
Gracias @realracingclub ‼️ Gracias Santander ‼️ Chema Puente siempre con nosotros ‼️ Santander la marinera a todo corazón en los Campos de Sport. pic.twitter.com/noPGy31B5I
— Daniel Fernández (@fergodani) November 30, 2024
Aunque, para emocionante, el minuto de silencio menos silencioso de la historia de este club. Se nos ha ido un grande, un Chema Puente que supo captar como nadie el espíritu de una ciudad con una canción de debería ser himno oficial. Aunque lo mismo da: su 'Santander la marinera' es patrimonio del racinguismo, y una de las canciones más coreadas en cada partido en los Campos de Sport desde hace dos décadas. Es decir, casi casi desde que la grabó. De hecho, en el minuto veintiocho, la Gradona volvió a entonar 'Santander la marinera'; seguramente no como homenaje, sino porque la canción está más viva que nunca, y forma parte de la banda sonora de cada jornada.
Y es que el rock & roll ya lo suele poner este año el equipo sobre el césped. Música popular, que nace del alma, y que desde luego no se puede comparar con ningún invento prefabricado, como el vídeo que ponen antes del partido que habla de levantarse del piso y cosas así. Eso de las canciones motivacionales estará muy bien –aunque lo que realmente cala es lo que nace de la afición y luego asume el club como propio, y no a la inversa–, pero ni falta que le hace a una hinchada ya de por sí hipermotivada. Basta con mirar la clasificación de segunda, o las banderas de los equipos en la marquesina, con la del Racing ondeando en primera posición, para que los pechos se hinchen solos, sea para cantar los himnos verdiblancos oficiosos o cualquier otro cántico de amor exacerbado por este club.
La voz del locutor volvería en el descanso, pero no la música. De manera que resultó una experiencia novedosa y de lo más grata pasar todo el descanso conversando con los vecinos de grada sin necesidad de hacerlo a gritos. Eso de que no salga la potra salvaje de los altavoces, ni el «que hubiera sido si antes te hubiera conocido» o lo que sea que esté de moda, es impagable. Además de ahorrarnos el dolor de oídos –siempre se pasan de decibelios, como si estuviéramos en una discoteca–, pudimos escuchar la verdadera música del fútbol. ¡Qué maravilla sería poder disfrutarlo cada jornada!
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