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Iván Ania y sus secretos. Así como el técnico asturiano no se anda con rodeos en sus declaraciones postpartido ni tampoco pierde el tiempo en sus análisis de los rivales, no es menos cierto que practica la estrategia del despiste. Apenas se ha ... disputado un tercio de la temporada y esta frase ya parece un himno. «Sí, sí, cuento con todos ellos». A Ania no parece gustarle nada que su rival sepa lo mismo que él sobre su equipo y por eso utiliza una especie de código del despiste. Sirva un ejemplo; la pasada semana anunció que Jordi Figueras tan solo sufría «unas pequeñas molestias» y durante toda la semana no entrenó. La víspera del partido ante el Sporting B declaró que contaba con el catalán para viajar a El Molinón y no fue convocado. Algo similar ocurrió el pasado miércoles cuando repitió la misma operación con el central e incluyó en el mismo paquete a Dani Segovia y Kitoko. Ninguno de los tres apareció en la lista del partido de Copa del Rey que el Racing jugó ante el Betis. ¿Verdad o despiste?
Esta forma de actuar ha sido una constante desde que el asturiano tomó las riendas del equipo y sin ser algo de lo que se le pueda acusar sí que es realmente significativo. Es su manual de estilo. Sin embargo su política de transparencia cuando le toca hablar de lo que ha ocurrido o de los conocimientos que tiene y lo que espera de sus rivales es total. En ese caso Ania es como un libro abierto; llama a las cosas por su nombre, no utiliza un lenguaje artificioso ni excesivamente específico que pueda resultar difícil de entender para el aficionado y no se esconde tras una pose. Al grano. Esta actitud, precisamente, es la que le ha hecho ganarse aún más el apoyo de la grada y del racinguismo. Cuando su equipo gana destaca a quien se lo merece y cuando los suyos no están finos saca la vara. El vídeo que apareció en las redes sociales sobre la reprimenda que el técnico 'brindó' a sus jugadores en el vestuario del campo del Izarra, después de haberse dejado empatar un partido que ganaban por 0 a 2, sirvió para apuntalar su imagen y con una fuerte personalidad. Precisamente los atributos que el entorno demandaba. «No creo que con ese vídeo haya salido reforzado nadie. Es algo que se dice, que hubiéramos preferido que no se hubiera hecho público, pero que no pasa nada», señaló después de su publicación.
Ania ha dejado claras un par de cosas: la primera, que al rival no hay que concederle ni una sola ventaja, y la segunda, que a los suyos todo tipo de mensajes positivos son pocos. La teoría de un ganador.
En ese afán de no dar una sola pista al contrario ha instaurado casi como habitual los entrenamientos a puerta cerrada. Para alguno puede resultar exagerado que un equipo como el Racing prohiba la entrada a sus sesiones de trabajo a la prensa y a los aficionados hasta dos veces por semana. En realidad es una práctica que ni tan siquiera usan con tanta frecuencia los grandes del fútbol español. Tanto es el recelo por esconder sus planes que se ha convertido en el primer entrenador del Racing que ha puesto en marcha la modalidad de entrenamientos a puerta cerrada en La Albericia. Hasta la fecha no era nuevo que algunos técnicos utilizarán la visita semanal a El Sardinero para ensayar las jugadas de estrategia, pero ¿en La Albericia? Cosecha nueva.
Por lo visto, Ania no quiere que le ocurra lo que Quique Setién resaltó el pasado jueves al término del duelo copero: «Se nota que nos conocía bastante bien y nos ha comprometido mucho». El cántabro destacó a su colega asturiano, que había hecho los deberes y sabía cuáles eran las virtudes y los defectos de su rival.
Es obvio que con equipos de Primera División todo es más fácil puesto que todos sus partidos son televisados y el acceso a las imágenes muy cómodo. En Segunda B esto no ocurre, pero en el caso del Racing que genera una tremenda expectación y seguimiento la cosa es distinta. Ania lo sabe y se protege como puede. «En otros sitios no podía hacerlo porque sencillamente no teníamos las instalaciones para hacerlo, pero aquí tenemos de todo».
Otra manía son los partes médicos. Nunca se sabe a ciencia cierta ni la lesión que sufre cada jugador ni su periodo de recuperación. La duda está en si esta última práctica es manía personal o imposición del club. El despiste es total, no sólo para el rival sino también para el racinguismo que no sabe quién juega hasta que le ve en el campo.
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