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Los aficionados no hacemos más que quejarnos de la locura de horarios, pero a veces lo de escalonar los partidos también nos acaba beneficiando. Pensaba en ello al caer en la cuenta de que uno de los racinguistas a distancia que más aprecio ayer iba ... a tener que hacer encaje de bolillos para cumplir con la afición y la devoción, que todo importa en esta vida. Y es que el escritor cántabro Luis Rodríguez vive en Villarreal desde hace décadas, pero una cosa es el padrón municipal y otra el corazón, y para Luis, que nació en Cosío en 1958 y mantiene desde la infancia el amor por los colores, lo primero siempre es el Racing. Si tiene que venir a presentar un libro, hace lo imposible porque coincida con una jornada en casa, y si no hay manera, peregrina igualmente a los Campos de Sport. En fin, que sufre de esa enfermedad incurable que llamamos racinguismo, pero es que además es de lo que no se quieren curar.
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El problema –bendito problema, claro, porque solo hay catroce kilómetros de distancia– es que ayer le tocaba doblete, porque el Racing, su Racing, jugaba en Castalia a las cuatro y cuarto, y poco más de dos horas más tarde tenía otra cita en el estadio de la Cerámica, nada menos que con Pablo Torre de titular. Y claro, lo primero es lo primero, que el Racing siempre es el Racing, pero ¿qué racinguista no siente a Torre como uno de los nuestros?
Así que al bueno de Luis le tocó ir primero al campo del rival –que, por cierto, ahora se llama SkyFi; qué tristeza eso de los estadios que llevan el nombre de un presidente o el de una empresa, y no tienen uno propio–, y luego volver corriendo a Villarreal, para ver a jugar a Torre. Si los partidos hubieran sido el domingo a las cinco de la tarde, como nos gusta a los aficionados, no habría podido disfrutar de ambos espectáculos. Porque además le sonrió la fortuna: Castellón los hombres de verde dieron un nuevo concierto de rock and roll, y Pablo Torre se lució en su debut. ¡Y menudo debut, con asistencia y gol! Seguro que Luis lo celebró agitando su bufanda… del Racing.
Lo que ya no sé es si Luis coincidiría con el míster cuando aseguraba en la sala de prensa que «el partido parecía un poquito descontrolado, pero nosotros sabíamos perfectamente cómo iba a ser». Qué maravilloso ese don de la clarividencia; sobre todo, cuando tienes a Ezkieta en estado de gracia y te salva el partido, que todo hay que decirlo.
Eso sí, aunque sé de sobra que Luis es más de música clásica, a ver quién no disfruta cuando tu equipo en ataque parece una apisonadora. Lo de la puntería, en fin, ya es otro asunto, pero es que haber metido la mitad de las ocasiones claras que fabricó el Racing ya hubiera sido abusar. Alguno habrá que dejar para otras jornadas, ¿no?
En fin, que Luis y los demás racinguistas que pudieron estar allí disfrutaron de lo lindo, pero… no pudieron ver el maravilloso resumen que pasaron por televisión en el descanso: los mejores goles de Gonzalo Colsa durante su carrera. Vamos, que como esto siga así, nos va a dar una sobredosis de racinguismo.
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