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¡Que viene el lobo! ¡Que viene el lobo! El partido de hoy es el partido más largo de los últimos años. Se lleva jugando ... desde el verano. La puesta en escena de la función de fútbol de esta noche bien podrían firmarla los guionistas de 'Oliver y Benji', aquella mítica serie de dibujos, también conocida como 'Campeones', con la que tantos niños se comían el bocadillo al salir del 'cole' en los años noventa. Se jugaban agotadores partidos que duraban una docena de capítulos. El de hoy en Riazor puede ser uno. El duelo entre el Racing y el Deportivo echó a rodar desde que se decidieron los grupos de esta nueva categoría de la Primera RFEF. Se puede decir que se ha jugado diez o quince veces. En algún guión eran los gallegos los que pasaban por encima a los cántabros y en otros –en menos, las cosas como son– los verdiblancos daban la sorpresa. En todos, eso sí, la Liga estaba en juego. Nadie que jugase a guionista pensó que el enfrentamiento entre ambos sería un capítulo sin importancia. Quizás por eso, el último director escénico decidió dar una vuelta a la serie y aplazarlo por covid, llevarlo a un miércoles e inventarse una semana previa en la que uno pierde y otro pincha y no aprovecha el traspié de su rival.
Dépor y Racing hoy, por fin, se ven frente a frente. Hasta ahora sólo se han visto de reojo, salvo en el partido de ida en El Sardinero en el que empataron a todo (0-0) y la cosa se quedó como estaba. Hasta hoy, lo primero que hacía el uno cuando acababa su partido era preguntar qué había hecho el otro. Hoy no será necesario. Cada cual llega en unas condiciones; el Dépor tiene en la enfermería a Víctor García y el Racing a Unai Medina, ambos laterales derechos. Los gallegos andan pendientes del estado de forma de Trilli y los cántabros del de Cedric, recién salido del confinamiento para viajar a La Coruña. Pero hasta ahí.
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El resto de la tropa está disponible. El partido, además de tener un hueco en la serie de animación nipona también podría tenerlo en un docudrama de espías donde Borja Jiménez y Guille Romo se empeñan en esconder lo que saben. Los dos reservaron jugadores el fin de semana y los dos se parapetan tras muros para no dar pistas. El Dépor entrenó ayer a puerta cerrada en Riazor y el Racing en A Malata (Ferrol), de camino a La Coruña. Cada uno a lo suyo. En silencio.
Sea como fuere, lo cierto es que es difícil encontrar un partido más atractivo en una categoría tan modesta. Reunir más de 25.000 espectadores en las gradas no deja de ser ciencia ficción en la Primera RFEF y hoy será uno de los argumentos que lo convierten en el duelo de los duelos. Quedarán 17 jornadas después –18 al Racing, que tiene uno aplazado con la Cultural Leonesa– y por tanto mucha serie aún por rodar, pero lo de esta noche no es un partido más. Puede ser un ataque a la conciencia, al estado anímico. Hoy se juega el otro fútbol, el factor invisible del que hablan los que entienden. Los gurús modernos.
Se enfrentan dos estilos contrapuestos. El del Dépor, atrevido y vertical, con acumulación de hombres de ataque y protagonista. El del Racing, ordenado, hermético e invariable, basado en la teoría de que lo mejor es que pase más bien poco y confiar en que ese poco sea lo mejor para él. Con estas hojas de ruta, los dos han sumado 46 y 41 puntos, respectivamente, y han perdido cuatro partidos en más de veinte semanas de competición. Han asumido sin miramientos su condición de favoritos y con la carga de presión necesaria tratarán de desactivar al contrario. Guille Romo no lo dice, pero puede que esté ante el partido más importante de cuantos ha dirigido. Por la repercusión, importancia y peso del mismo. Lo sabe, pero conviene no reconocerlo y así descarga ansiedad y se la quita a sus jugadores. Hasta aquí el contexto, pero ahora toca pensar en los actores. El Racing hasta hoy sólo ha tenido una versión de hacer las cosas, nada hace pensar que no se repita en Riazor. Quizás por eso la alineación no debería ser complicada de acertar. Además el propio entrenador admitió que eligió a los futbolistas que jugaron ante el Badajoz «condicionado» por lo de hoy... Blanco y en botella. Si la estrategia habitual es armarse y esperar el fallo para rematar, ¿alguien ve capaz a Romo de cambiar en el escenario de la batalla de las batallas? Vayan pensando que a Miquel Parera le custodiará una defensa de cuatro centrales, dos de ellos, Álvaro Mantilla y Eneko Satrústegui, reconvertidos a laterales, con Pol Moreno y Pablo Bobadilla, en el eje de la zaga. Y a esos cuatro, dos más con vocación de mirar atrás, Fausto Tienza e Íñigo Sainz-Maza.
Todo salta por los aires cuando se hacen cábalas en ataque. Se produce un dualismo, entre lo que uno piensa que puede pasarle por la cabeza al entrenador racinguista y lo que cree que puede ocurrir. Que falte Pablo Torre, el mejor jugador el equipo, a una cita así es algo que a nadie le encaja, pero que Borja Domínguez descansase el pasado fin de semana hace dudar al más optimista.
Sin Pablo Torre el equipo se vuelve mucho más plano y cuando él no está bien –como el pasado domingo– el ataque del Racing se evapora. Ahora bien, al canterano no se le puede pedir que defienda más del mínimo aceptable y esa condición parece innegociable en los planteamientos del Racing y mucho menos en Riazor. Las otras tres posiciones parecen más fáciles de acertar;Patrick Soko será el extremo derecho, Marco Camus, el izquierdo, y Manu Justo, con Cedric medio convaleciente, el delantero. Ahora bien, si Pablo Torre empieza en el banquillo, además de que Borja Jiménez arquee las cejas en señal de sorpresa, el equipo se reconvertiría en otro muy distinto, con el gallego en la mediapunta. ¿O quién sabe? Lo mismo reaparece aquel trivote de antaño con Tienza, Borja e Íñigo –escorado en la izquierda– tapándole la espalda a Pablo Torre. Un misterio.
Hasta las 20.30 horas todo son previsiones y pocas certezas. El Dépor ha recuperado a Miku, su goleador, que sufrió un golpe que no le impedirá estar. Descansó en Las Gaunas, pero hoy formará con Quiles en la punta de lanza para intimidar a su rival. Entre los dos han marcado 18 goles, nueve cada uno, más de la mitad de un Deportivo que piensa en atacar, pero que es a la vez el equipo menos goleado del campeonato. Lo de ser el favorito no es una pose.
Es febrero, aún ni tan siquiera ha acabado el invierno, pero la sensación del racinguismo es que su equipo no tiene margen de error y se juega sin el comodín del público en el exilio buena parta de su credibilidad. Los roles están bien definidos y el que salga ganador esta noche de Riazor sumará tres puntos en la clasificación y una pila de autoestima sin calcular.
Esta será la ocasión número ochenta en la que el Deportivo y el Racing se enfrenten y 44 de ellas –más de la mitad– en Primera División. ¿De verdad hay alguien por ahí que le toque de cerca este partido y que se lo quiera perder?
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