Borrar
Roberto Ruiz
El sonido del fútbol sin público

El sonido del fútbol sin público

Los gritos de los jugadores y técnicos retumbaron en un estadio completamente vacío. Sin aficionados en las gradas, el juego pierde gran parte de su esencia

ASER FALAGÁN / SERGIO HERRERO

Domingo, 14 de junio 2020, 07:56

Cuentan quienes allí estaban que cuando Juan Peláez se fracturó la tibia en los Campos de Sport el crujido reverberó en todo el estadio. Y había público. No mucho, pero lo había. Imaginen lo de ayer. Vomitorios desiertos. Graderios desiertos. Eco. Cuando en el minuto 71 Ocón Arráiz fue a consultar el VAR, casi se le podían escuchar los pensamientos. Eso es el futbol sin público. Quien haya jugado una pachanga en los Campos de Sport lo sabe. Pero con 22 profesionales sobre el césped la intensidad es otra y el contexto también. Se oyen a cien metros las asistencias. Se escuchan los lamentos que aún no se haya inventado cómo taparlos. Desaparecen los sonidos de siempre. Desaparecen los cánticos. Seguramente Chuti Molina y Javier Tebas lo agradezcan, por eso de que no les silben los oídos cada vez que les piden la dimisión. Pero el sonido del fútbol sin público es otro. Y es extraño. Al menos para el espectador.

Por si le habían afanado poco, LaLiga le ha tratado de escamotear hasta el sonido. El que le quedaba. El del balón botando contra el césped. El del contacto de la bota y la pelota. El de los gritos y sí: el de los insultos, que también los hay y que sin el murmullo del público para amortiguarlos afloran en carne viva. Quizá por eso LaLiga decidiera quitar micrófonos de ambiente para que ni eso se oyera. Mientras propone inventar ruidos y hasta imágenes artificiales para hacer ver lo que no es, juega al escondite con la realidad. Porque, por si quedara alguna duda, la nueva función de la megafonía está clara: tapar la voz de los futbolistas; un sonido muy parecido al de los entrenamientos.

Música para nadie

Porque sin 'speaker' en los Campos de Sport tras la salida de Daniel Quevedo, ayer no hubo voz por la megafonía. Sólo una pista enlatada cuando Cejudo hizo el tanto racinguista. 'Gol del Racing'. Se queda corto, porque la salsa del fútbol se pone desde la grada.

La música de la previa no tenía oídos que la escuchasen. Sólo sirvieron para opacar las voces de futbolistas y técnicos durante el calentamiento. La intensidad del fútbol sin público ha bajado hasta en la 'playlist' inicial. Del rock se ha pasado a lo indie y lo hipster para amenizar el rato a los asientos vacíos. 'La Fuente de Cacho' más huérfana no faltó.

Pero el pitido inicial dio el paso al silencio. A la libertad de las voces del fútbol que, normalmente, quedan ocultas para la mayoría de los mortales. En el minuto 3, José Luis Oltra lanzó un grito premonitorio. «Manu, mira que te lo he dicho. Cabeza, Manu, cabeza», espetó el técnico, desde la banda, a Hernando, tras una dura entrada sobre El Hacen en el centro del campo. Iba a ser el principio del fin.

Las voces de ánimo, de incentivo, de motivación, se iban solapando unas sobre otras. Pero los sonidos ganaban nitidez cuando de protestas al árbitro se trataba. El Hacen devolvió la patada recibida anteriormente. Esta vez a Olaortua. «¡Es la misma, hostia!», se oyó desde el banquillo verdiblanco, reclamando una amarilla compensatoria que el colegiado, finalmente, sacó.

En el minuto 20, como en todos los campos, se introdujo un supuesto aplauso dedicado a los aficionados que, en la megafonía del estadio, se pareció más a un taladro que a un montón de palmas.

José Luis Oltra, fiel a su estilo, mantuvo la compostura en todo momento. En el otro flanco, Curro Torres se desgañitaba por momentos y, tal y como reconoció el técnico del Racing, quizá pudo meter más presión a unos colegiados plácidos por la ausencia de público en la grada. La mejor manera de lograr el objetivo de pasar desapercibido.

Los aplausos al gol de Cejudo fueron prácticamente unánimes, porque casi la totalidad de habitantes del palco eran de la casa. Pocos, pero aplausos igualmente. Y en la zona noble se hizo la discusión cuando Ocón Arráiz paró el juego para consultar el VAR. Como suele pasar, no hubo unanimidad. Tampoco en el campo, donde Figueras se pasó el resto del partido protestando al colegiado. Le dio igual. Los jugadores del Lugo hicieron montonera y gritaron al unísono.

La desesperación racinguista, la impotencia de siempre, fue en aumento. Especialmente en la zona de Preferencia Oeste donde se sentaban los suplentes y no convocados. También el director deportivo, Chuti Molina, al que se le escuchó en varias ocasiones protestar las decisiones del árbitro riojano.

El pitido final fue el último sonido que se escuchó ayer en los Campos de Sport. El resto fue sonido sepulcral. De ultratumba. De fútbol sin público. Y de casa de un equipo que va de cabeza a la Segunda División B. Después, en el vídeo de resumen, LaLiga ya se encarga de meter un supuesto sonido de ambiente para que todo parezca mucho más dulcificado.

Este contenido es exclusivo para suscriptores

Publicidad

Publicidad

Esta funcionalidad es exclusiva para suscriptores.

Reporta un error en esta noticia

* Campos obligatorios

eldiariomontanes El sonido del fútbol sin público