
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ELENA SIERRA
Jueves, 7 de noviembre 2019
Problema de esta ruta en esta época del año: que te mojas. Mucho. Hay agua por todas partes. Problema de hacerlo en otra época del año, la seca: que no hay tanta agua. Y entonces no aparece una cascada cada dos por tres, ni el río suena a veces tranquilo y otras enrabietado cuando menos te lo esperas, ni brilla la hierba como si fuera radiactiva cuando los árboles y las paredes de monte y roca se abren un poco y llega hasta aquí la luz del sol. Solución: hacer como se ha hecho siempre por estos valles, ponerse buen calzado, llevar un bastón –en sus tiempos, por los valles pasiegos, pértigas con las que impulsarse de un lado a otro de los arroyos– y saltar alegremente por las piedras, las raíces y la tierra.
Cómo llegar Vega de Pas, arranque de la ruta, se encuentra a 50 kilómetros de Santander, por la comarcal 142.
Web turismodecantabria.com.
La ruta circular que sale de Vega de Pas, remonta el río Yera, se pierde después por la ribera del Aján y sube hasta las ruinas de un proyecto ferroviario que jamás se completó para volver a la vega merece la pena. Es un paisaje verde, silencioso, al que no extrañaría nada que se asomara de repente algún ser mitológico. Todos esos puentes, o las rocas o las esquinas del camino por las que cae el agua, y las cabañas pasiegas que aparecen de repente en alguna pradera, bien podrían cobijar a las primas de las lamias. Es posible que eso que se oye sea su chapoteo.
Junto al paisaje y la leyenda, encima, ahí está la huella de la intervención humana, que habla de prisioneros republicanos horadando la montaña una y otra vez durante años para que un tren pudiera unir el Cantábrico de Cantabria con Burgos y de ahí llegara a un puerto mediterráneo... Sueños que no se cumplieron, pero que ahora son hitos en un camino de unos 18 kilómetros de recorrido en total que permite adentrarse en el bosque y las tripas de unos cuantos túneles sin hacer mucho esfuerzo. Porque aunque la ruta sube desde la vega hasta la boca de La Engaña –un túnel de más de seis kilómetros de largo–, el desnivel total es de solo 300 metros.
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La primera parte del camino abandona Vega de Pas por la orilla del Yera, por un valle bastante amplio a cuyo lateral la carretera sube hasta el puerto de Las Estacas de Trueba; se deja atrás un lavadero, se cruza algún puente y se pasa junto a una plantación de arándanos o una campa llena de ovejas, y a cada barrio se va notando cómo disminuye el número de casas y cabañas. En un punto, al lado de una casita que fue molino, la señal indica la desviación hacia el Cañao de Aján. Y aquí ya no hay carretera posible, porque el camino se asalvaja y se estrecha todo. Es el momento de disfrutar del sonido del río, del goteo del agua, de la arquitectura típica e imposible, mientras te preguntas cómo han subido todo eso hasta esa punta.
Al fondo, otro puente marca un cruce de caminos. Hacia la derecha, la cuesta apunta a la ladera boscosa. A la izquierda, hacia una pista un poco más cómoda pero que también sube de un tirón unos cuantos niveles. Y al final de ella, los viejos barracones de los trabajadores a la fuerza, las casitas en las que vivieron los jefes. Hormigón y abismo. Con unas vistas de lujo, todo hay que decirlo. De lujo ahora. Las vacas se resguardan en el interior. Más adelante y más arriba, esperan los túneles grandes y pequeños, la central eléctrica y demás restos de una supuesta civilización que se han convertido en un atractivo para caminantes.
Esta es la boca norte del túnel de La Engaña, la sur está ya en Burgos. Oscuro como boca de lobo. Detenido en el tiempo. El agua corretea por todas partes. No se oye nada más. Plin. Plin. Algún susurro fantasma, si acaso. Es hora de dar la vuelta e ir atravesando o bordeando los túneles más cortos hasta llegar a la estación de Yera, que nunca se usó y que un plan de quiere convertir en estación de teleférico. Impresionante por grande, abandonada y bien situada. De aquí en adelante, todo es bajada a la vera del Yera.
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Ana del Castillo
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