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Hay leones que luchan contra viento y marea. Y al Soplao de Cabezón de la Sal algunos le vencen, aunque llueva, haga frío y el cielo no dé tregua, como sucedió ayer. Si lo de los diez mil es una prueba dura, con las ... malas condiciones climatológicas que se dieron este fin de semana, lo es más. El agua tatuó la prueba y sus tripas rugieron agua y viento. Ayer llovió desde las siete de la mañana, a ratos más y a ratos menos, pero prácticamente no paró. Al mediodía hubo un amago de sol, pero quedó en nada. No hubo tiempo muerto para los participantes, los valientes que se atrevieron a salir, porque algunos no lo hicieron cuando se despertaron y vieron el amanecer negro. Tenían miedo de que el infierno mostrase su peor cara y les tendiera una emboscada, como ha sucedido en otras ediciones de la prueba.
Solo se salvó Jesús Herrero y a medias, que corre más que el viento. Los demás llevaron la humedad pegada al cuerpo y se mojaron ropa, piel y huesos. Tino Zaballa, que volvió a ganar la prueba Soplaoman por cuarto año consecutivo, llegó helado, con barro en los ojos. A las once y media de la mañana hacía cinco grados en El Toral. «Cuesta comer porque no tienes hambre», decía en meta. Tampoco sed. Los errantes llevaban el agua encima y los kilómetros quemaban, helados. Arriba, aire y granizo. Hablaban de hipotermias, de que muchos se habían retirado. A la meta no paraban de llegar ciclistas con media carrera hecha. Como David Aldea y Héctor Martín, de Madrid y Zamora respectivamente. Venían con amigos. Volvieron todos juntos a la línea de salida sin terminar la prueba ¿Por qué? «Por el tiempo, estábamos en Ruente y nos quedaba la mitad. Lo veíamos imposible». Yes que el Soplao tiene mucho de imposibles. Todos se apoyaban unos a otros, se animaban tras desligarse de las garras de la prueba. Era su primera vez. «Cuando no se puede, no se puede», admitían, derrotados y contentos. Habían hecho 64 kilómetros. Sin darse cuenta, escupían barro.
En la meta, Carol Garriz esperaba a su marido, Óscar Bron, con su hija Naia. La pequeña sostenía un cartel con las palabras 'Ánimo papi, Iván. Sois los mejores'. Óscar no era un novato en estas lides, ya que tiene otros siete Soplaos a cuestas. «Lo he pasado mal», señala Carol, «ya que la lluvia y el frío hacen que todo se complique. Y además escuchas que hay gente con hipotermias. No fue el caso de Óscar, que llegó a meta tras completar la maratón y se fundió en un abrazo con los suyos.
La mayoría admitía que la organización había hecho bien en quitar kilómetros de varias modalidades. La cosa era evitar la ecatombe. Los que la terminaron tuvieron el doble de mérito que en otras ediciones, si cabe. Y hubo de todo. A algunos el frío les pasó por delante pero no les rozó. Eso decía un chico joven de Valladolid que se hizo la maratón. «Si hace así de malo en mi tierra, lo suspenden seguro, por eso me gusta, porque aquí se sigue adelante». Detrás de él entraba en meta también retirado Carlos, de Santiago de Compostela, envuelto en barro. «Tras seis años, es la primera vez que me retiro y porque he sufrido una caída». Mientras, el ordenador que marcaba la llegada de los participantes no funcionaba. «La lluvia causa este tipo de problemas», insistían los organizadores. Junto a la línea de meta María del Mar Cuñado preguntaba por su marido, Sergio Núñez, que hacía la ultramaratón. «¿Podéis decidme dónde está si os digo el dorsal?». Venía con sus hijos pequeños, Pablo y Noel. «Mañana vamos a Santoña a otra carrera». Los hay que no acaban nunca.
Tino Zaballa Cabezón de la Sal. 41 años. Ganador del Soplaoman
Zaballa es superlativo. De los de los cómics de superhéroes. Ha ganado el Soplaoman de Los 10.000 del Soplao tres años seguidos. Y ayer otra vez. Ya son cuatro. Tino es mucho Tino. Llegó a meta con el fuego del infierno en los ojos. El primero. Y eso que en la prueba de los 10 kilómetros a nado tragó agua y vomitó varias veces. «Salí del mar por pundonor, porque me quedé sin temperatura y sin fuerzas», admitía. Pero el súperhombre se recuperó rápido y a las diez de la noche del viernes ya corría firme como una vela campo a través. Elogiaba a Jesús Herrero, el ganador de la ultra. «Ha sido el Soplao con más nivel y Jesús lo ha hecho de maravilla». ¿Y el tiempo? «Muy malo, se produce un gasto energético triple y a veces no te apetece comer». Se alegraba de que cambiaran el recorrido. «Por Fuentes no se podía pasar». ¿Y ahora? «Pues satisfacción, porque esto me permite seguir entrenándome todo el año para mantenerme». Y tanto. Zaballa, todo un ganador de etapa en la Vuelta, es de los que nadan en el Cantábrico en enero.
Héctor Bretones Los Corrales de Buelna. 28 años. Ultramaratón
Héctor Bretones ya era famoso hace dos años porque se hizo la ruta a pie en albarcas. La terminó y le sacaron muchas fotos. Ayer quedó sexto en la ultra en playeras. Pero sigue prefiriendo las albarcas. Un vecino le regaló unas hace dos años y empezó a hacer caminatas largas. El primer día se hizo 25 kilómetros. Y luego al Soplao. «Fue bastante duro entonces, porque el terreno era complicado». Este año fue en playeras, pero el problema fue la lluvia y el frío, elementos que superó muy bien «gracias a Tino Zaballa, que es muy buen entrenador y mejor persona». Aseguraba que por la noche «ha hecho muchísimo frío, pero no ha llovido hasta las siete de la mañana». En Correpoco le empezó a entrar un poco de bajón porque se quedó atrás, pero en seguida recuperó y quedó en sexta posición. Dice que si vas solo te comes la cabeza, por eso terminó la carrera con otro corredor. ¿Qué tal con las playeras? «Pues me gusta, porque es diferente». Así definía la prueba uno de los participantes locales, especialmente ligados a ella desde un punto de vista afectivo.
Gema Cárcoba Oreña. 33 años. Tercera en ultramaratón
Es su primera ultra y ha estado todo el recorrido luchando por el primer puesto con la primera y la segunda de su modalidad. Nada menos. En esas condiciones la carrera se hace incluso más dura por la propia autoexigencia; por ese intento de superarse. Se queja del frío, pero en meta ya está tranquila y habla despacio. «Ha sido un acierto que acortaran la ruta», dice antes de nada. «En la zona del Toral hacía muchísimo frío y lo he pasado un poco mal», admite. Ha tenido que batallar. Subir y bajar y dibujar la meta en la cabeza varias veces. «Pero ha sido muy, muy duro, con mucho barro». Tiene los pies calados «y no me he cambiado de calzado porque no merecía la pena al tener que atravesar dos ríos». Su próxima carrera es volver a hacerse el Desafío Cantabria, para conseguir mejor tiempo que hace dos años. Le dedica el logro de acabar el infierno «a un chico que se llama Iván que ha estado conmigo durante el día y me he reenganchado con él después, me ha ayudado a superar bastantes zonas». El Soplao crea lazos de amistad.
David Calderón Valladolid. 39 años. Maratón
El veterano (aunque para El Soplao no tanto) David Calderón se levantó a las cuatro y media de la mañana en Valladolid, cogió el coche con su mujer y sus hijos y llegó a Cabezón de la Sal a las siete, tomaron un café, vieron un poco el maravilloso ambiente de antes de la salida, y a por todas. Llegó a media mañana a la meta, cansado y feliz, con ganas de hablar. Lo que más le gusta del Soplao es la gente, «que sale a animar desde el kilómetro uno aunque haga malísimo». Eso en Valladolid «no pasa». Por eso emplea la palabra «impresionante». «Los avituallamientos parecían grandes superficies comerciales y la gente es espléndida». «Muy gratificante» y es que para David todo fue bueno. Menos la subida del Toral, «porque no ves cuando llega el final». Se cayó muchas veces sobre el barro, «pero lo importante es que estoy sano y salvo y que el año que viene seguramente repitamos». Se lo dedica a toda su familia «por el madrugón que han hecho». El Soplao es «único, porque se mezcla la gente, el paisaje, la naturaleza, es increíble». Lo tiene claro. Y se marcha sonriendo.
Myrvete Zekaj Burgos. 32 años.
Llega y se abraza a su pareja, que está tan contenta como ella.Como para no estarlo.Es una de las grandes protagonistas del día en una de las pruebas más duras, de esas que forjan carácter.; y él lo sabe. Myrvete Zekaj ya tiene una larga experiencia en el infierno cántabro pero esta vez ha sufrido, se ha caído, se ha perdido y ha pasado mucho frío.En esto último nada la diferencia del resto de participantes. En otras cosas sí que se puede observar. Le tocó sufrir. Mucho. «Tenía una pierna llena de sangre porque tuve que atravesar muchos zarzales». En el camino, «no pienso, simplemente me echo a caminar», mientras escucha música «de todo tipo». Siempre ha querido ganar esta prueba y lo ha logrado en 2019, tras otra ultra y una maratón. Por lo que se conoce el terreno que pisa. «Se me ha cumplido un sueño», afirma, todavía sin creérselo del todo. Eso sí, «he sufrido un montón». Ha sido duro pero esto le permite «prepárame para mi próximo objetivo, que es participar en una carrera en Francia. A ver qué puedo hacer allí».
Cristina Oliva Torrelavega. 42 años. Ganadora BTT
Ha tenido dos segundos puestos y tres primeros puestos en el Soplao, lo que es mucho decir. Llevaba dos años sin correr por un accidente grave y este año venía a por todas, aunque no sabía muy bien a lo que se enfrentaba desde que el viernes por la noche se enteró de que habían acortado la prueba. «En la salida he visto que había alguna chica con bastante nivel», y esto aumentó su preocupación, pero no se dejó abatir, porque tiene sangre de luchadora. «Me dije, voy a disfrutar y a acabar el día». Arriba, en la montaña, sus compañeras se fueron quedando atrás, pasándolo mal seguramente por el tiempo. Mientras, ella iba mejorando posiciones y plantándole cara al agua. «Lo peor ha sido la primera parte. En El Moral ha hecho mucho frío, aunque luego mejoró en Negreo». Terminar y ganar era su objetivo. Haberlo logrado es una «recompensa». «Ganar hoy –por ayer– es un doble mérito, porque solo salir ya era arriesgado». De no haber quitado Fuentes de la ruta BTT «habría sido un verdadero infierno de verdad». Se lo dedica a un amigo que se llama «Franco y que murió el año pasado, porque estaría orgulloso de mí».
Francisco Javier Saiz Coterillo Santander. 50 años. Ruta a pie
El hermano de Francisco Javier Saiz le esperaba en meta con dos pasteles, una vela del número cinco y otra del cero. Estaba emocionadísimo. Y no era para menos.Una gran forma de celebrar la fecha redonda. «¿Os importa si me pongo aquí para cantarle cumpleaños feliz a mi hermano cuando llegue?», preguntaba a los de la organización. Todo el mundo le abrió camino. A los pocos segundos, un grupo de personas entraba en meta acompañando a Francisco con un cartel enorme de feliz cumpleaños y el público entonaba la canción. «Cumpleaños feliz, cumpleaños feliz…». No cabía más felicidad en la meta de Los 10.000 del Soplao. Más emoción contenida. Los hermanos lloraban y se abrazaban juntos. Y Francisco, lejos de estar cansado, parecía dispuesto a hacer otros tantos kilómetros más. «He patinado un poquitín pero ha sido muy bonito, muy entretenido». Se mantiene en forma en su cincuenta cumpleaños. «Cada año mejoro, como el buen vino», bromea. ¿Y ahora? «a celebrarlo, decía mientras se marchaba llorando de alegría.
Fátima Campayo Madrid. 14 años. Ruta adaptada
Lleva un chubasquero rosa y una sonrisa enorme en la cara. La satisfacción empapa al público. Ha venido desde Madrid con toda su familia para participar en esta prueba tan famosa. El año pasado también lo hizo. «Somos ocho y nos quedamos en una posada rural en Ibio», afirma. La ruta adaptada es otra de las incorporaciones que ElSoplao luce hace varios años. Y cada vez con más éxito de participación gracias al apoyo de la organización, patrocinadores como el BancoSantander y grandes atletas; campeones mundiales como AbelAntón yMartínFiz. Como lo hico, de otra manera, Fátima Campayo.Jovencísima e infatigable.«¿Que si ha sido duro? No; para nada. Ha sido súper divertido», responde segurísima. «El año pasado hizo mejor tiempo y este año ha sido más difícil por la lluvia y porque nos hemos encontrado con zonas en las que había bastante barro, pero da igual». Da igual porque lo que importa es que todos han llegado a la meta felices, exultantes. «Ahora vamos a celebrar todos juntos que lo hemos logrado».
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