El parón obligatorio, ese nudo en el cuello de los artistas por no saber lo que depara el futuro inmediato, hizo que Diego Galaz y Jorge Arribas pusieran «el fuego al 1» y trabajasen más despacio. Así, con idas y venidas, se fraguó 'Cantables II', ... el proyecto colaborativo en el que los dos instrumentistas cosechan voces amigas que sumar a sus composiciones, sin dejar de lado los sonidos tradicionales que se han convertido en su sello. Charlamos con el acordeonista sobre el proceso creativo de este álbum y los planes que tienen por delante.
- 'Cantables II' por fin está publicado. ¿Cómo se sienten tras este largo viaje de composición y grabación?
- Estamos muy felices, porque ha tenido muy buena acogida. Como son 16 temas tan distintos, el feedback de la gente es que les está gustando escuchar el disco completo. No habían tenido la sensación de un disco de arriba a abajo durante estos meses. Las críticas están siendo muy buenas. También nosotros estamos contentos de saborearlo entero.
- ¿Sacar 10 singles ha sido algo condicionado por la situación o era un plan inicial?
- Ha sido más por toda la situación, pero sí que hemos sacado más de lo previsto. Queríamos publicar alguno, pero con la pandemia al paralizarlo todo, pusimos el fuego al uno y fuimos pensándolo todo más, haciendo más arreglos. Al hacer la producción más lenta, en una situación en la que casi todos los artistas estaban generando contenido, decidirnos sumarnos a eso.
- ¿Ha habido algún cambio con ese ritmo ralentizado y tanto tiempo disponible?
- Sí que lo ha habido. De hecho, al final se nos ha ido de las manos! (ríe). Ibamos a hacer 12 temas, pero como había más tiempo para componer, teníamos más ideas, más creaciones y se nos ocurría otro artista. De repente pensábamos: nos encantaría que estuviera Bunbury, ¿por qué no? y componíamos para él. Hemos podido darle más vueltas a los arreglos, a las armonías, cambiar estructuras de las piezas, retoques, sumar colores. Respecto a 'Cantables I' se nota que hay más arreglos, más instrumentos.
- ¿El proceso de trabajo es elegir al artista y hacer una canción a su medida o tener una canción y plantearsela para que se adapte?
- Ha habido una mezcla. Algunos los hemos compuesto previamente. Muchas veces la inspiración es un ritmo y según avanzaba la idea, íbamos pensando quien nos gustaría que la cantase. Otras veces el proceso era componer la canción entera y pensarla para alguien. La tercera vía, como en el caso de Bunbury, fue idear una estética tipo Tom Waits a su medida, sonidos más crudos y se lo propusimos. La cuarta, por ejemplo, fue el tema de Fito. Estuvimos en una comida antes de la pandemia con él y él se inventó la palabra borranchera. Pensamos que eso daría para una canción y así salió.
- Choca escuchar la mención a Tom Waits e imaginar algo tan «oscuro» asociado a su música, siempre tan luminosa. ¿Hay referencias más allá de lo que el oyente imagina?
- Lo bonito es que nuestra estética esté asociada a ritmos populares, alegres, o hablando del amor, pero también lo es irnos a esa otra estética, con un acordeón más bajo, más serrucho, un sonido más duro que nos saca de la zona de confort.
- Y nos lleva a no entender popular únicamente como música alegra
- Claro. De hecho hay melodías populares que no son especialmente alegres, que hablan del desamor. Una rogativa para pedir agua lleva una esperanza implícita pero no es una melodía animada.
- Venían ya de grabar con un océano de por medio y acostumbrados a la distancia. ¿Ha cambiado algo en este trabajo?
- Ya estábamos acostumbrados a trabajar en la distancia, como dices, porque Sebastian Schon, con quien trabajamos desde 'Cantables' está en Buenos Aires. Con los discos instrumentales lo que hacemos en ensayar mucho nosotros, ensayar todo lo posible con los músicos que participen y grabar juntos todo lo que podemos. En 'Cantables', por agenda y por esa ubicación en Argentina, ya veníamos de esa dinámica y hemos conseguido hacerla más ágil, más fresca, pero también ha habido más trabajo de producción, al ser más artistas en distintos lugares y sin posibilidad de juntarnos por el confinamiento. Ha sido más arduo y ha sumado dos años, al final.
- De todos los ritmos presentes en este disco, ¿Cuál ha supuesto mayor reto creativo?
- La verdad es que componemos sobre ritmos que nos gustan mucho. Son sonidos populares que hemos escuchado y nos gustan. Algunos vienen desde Castilla, que nos coge más cerca que tocar un estilo vals peruano, pero te unes a su estilo de sonoridades elegidas. Yo nunca había tocado un cha cha cha, por ejemplo, pero al rodearnos de tan buenos músicos, aprendes. Lo bueno de 'Cantables' es el aire que le dan los invitados. Ayuda a conectar con esos ritmos populares que no son de...Valladolid.
- ¿Le saldría decirle que no a algún tipo de sonido?
- No, porque para mí lo bueno de la música es que es un juego. Por eso en inglés o francés es 'jouer' o 'play'. Y en este trabajo tan vocacional, nunca dejas de aprender de todos los ritmos. Incluso cuando ves algo más difícil al principio, te picas; conectarte, escuchar grabaciones de época, intentar llevarlo a tu instrumento, es algo que te hace crecer o aprender. Sí que podría ser que al tocarlo y experimentar un ritmo por primera vez, decida quedarme con mi jota, mi bolero y mi pasodoble.
- Hace poco se ha publicado el libro de Adam Lomax y su búsqueda de la raíz de la música. ¿Cree que se conserva de forma adecuada el patrimonio musical popular?
- Nosotros nunca hemos hecho trabajo de campo y al hacer una composición, no pensamos en que sea cien por cien fiel a ese estilo, sino que nos inspiramos por ese ritmo y lo llevamos a nuestro terreno. Pero creemos que es muy necesario y que hay gente que lo ha hecho muy bien. Solo con entrar en el archivo de Joaquín Díaz, que está digitalizado, o los cancioneros de Agapito Marazuela o de Olmeda, son unas fuentes que nos encantan. Afortunadamente, con internet, puedes escuchar ritmos tradicionales tocados por gente como se hacía antes. Y luego además vas descubriendo, y moviéndote por el mundo, viajando, te vas informando. Sin el covid lo permite, tenemos prevista una gira por Centroamérica y en un festival del Salvador tendremos un encuentro de música indígena. Juntarnos, tocar, escuchar ritmos de allá es una buena fuente.
- Tienen una parte importante de su labor con los colegios y los conciertos educativos, que se han parado durante esta etapa. ¿Echan de menos reencontrarse con su público infantil?
- Esa es una de las vertientes de Fetén más importantes. Los niños escuchando como se tocaban cucharas, como se baila una jota, descubren algo nuevo. Yo empecé a tocar el acordeón porque vinieron unos acordeonistas a mi colegio. Siempre le hemos dado mucho valor a esa parte, pero desde que llegó el covid, hemos podido hacer muy poco. Sobre todo conciertos familiares, con aforos muy restringidos, sin llegar a tanta gente. Es algo que echamos mucho de menos, pero confiamos que podamos retomarlos con normalidad en poco tiempo.
- ¿ Han tenido miedo de que se quedara el sector parado del todo?
- Tuve distintas etapas. Teníamos como treinta fechas cerradas que de repente se cayeron y fue un shock. Después, ir viendo que en nuestro entorno todo estaba bien, derivó en una parte creativa. Me dediqué a estudiar, a componer, a leer, a estudiar. A veces soñaba que estaba en un escenario, eso sí. Al tener nuestro formato de dúo que no implica gran logística, había una opción de que cuando se reactivase la actividad, la trayectoria indicaba que algo haríamos. Para poner comida en la mesa o tocando para los vecinos, eso no nos faltaría.
- Reivindican el valor de lo popular, de esa parte un tanto olvidada, que es justo el lugar al que la mayoría ha mirado durante estos meses de encierro. Refuerza su mensaje de defender una forma de vida.
- Creo que lo bonito de esto es que la gente vaya a los pueblos, pero no para estar en su casa viendo Netflix, sino para poder conectarse a toda la riqueza y el legado de lo rural. Cómo la gente con poco hacía mucho, esa libertad de estar en la calle. Repoblar esas zonas para aportar y sumar, crear vínculos en la sociedad sería algo maravilloso.
- Si tenemos que explicar en qué consiste la evolución de Cantables II respecto al I, ¿dónde estaría?
- Nosotros musicalmente estamos más maduros, es un trabajo que está más reposado. Primero fue como un juego. El otro disco tiene la magia de ser el primero, el encanto de lo espontáneo y de pronto encontrarte que está Jorge Drexler o Natalia Lafourcade en un disco tuyo, pero este está más reflexionado.
- Cree que han abierto un espacio propio, identitario alrededor de la música popular?
- Creo que sí porque sin hacer un trabajo purista, de tocar como se tocaba antiguamente, bebiendo de esa fuente se lo comunicamos a la gente. Si escucha dulzainas con una caja sin más, super bienvenido sea, pero hemos buscado un hueco, con nuestros arreglos y nuestros instrumentos insólitos, con formación detrás, hemos creado un hueco en la música instrumental popular en el que hemos conseguido vivir dignamente de eso. Yo cuando dejé las giras con Celtas Cortos o Diego que giraba en ese momento con Drexler, no pensábamos que íbamos a poder vivir de un proyecto propio. Pusimos toda la carne en el asador para ello y eso influye. Se ha creado un hueco y el ámbito de 'Cantables', en el que hay generosidad y amistad, da pie a una comunicación y un respeto de compartir y colaborar. De unión. La música popular nos ha posicionado en un lugar en el que nos sentimos cómodos y felices.
- ¿Qué tenemos por delante estos meses?
- Tenemos un non stop. Estamos en una pequeña gira con Isaac y Nora y su padre Nicolás y después algún concierto a dúo, alguno a trío con Pedro Pascual, la gira con AECID, pendiente de hace dos años que se hará a partir de noviembre. Y este año habría sido el décimo aniversario de la salida del primer disco y lo celebraremos.
- ¿Satisfechos, pues?
- Sí, totalmente. Trabajando con energía estamos a pie de carretera hacia muchas cosas distintas. Es imposible que haya dos días iguales. ¡No hay día de la marmota!
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