Noventa años de academia
UIMP / 90 años ·
Noventa años de ciencia y literatura, de tecnología y humanidades, en una creación estival señera, herencia de la Institución Libre de Enseñanza en la principal sede del veraneo regio santanderinoSecciones
Servicios
Destacamos
UIMP / 90 años ·
Noventa años de ciencia y literatura, de tecnología y humanidades, en una creación estival señera, herencia de la Institución Libre de Enseñanza en la principal sede del veraneo regio santanderinoCamino de su primer centenario, la Universidad Internacional Menéndez Pelayo cumple este 23 de agosto sus primeros noventa años de existencia, iniciados oficialmente con el decreto que, con esa fecha del año 1932, firmaron el ministro de Instrucción Pública y Bellas Artes, Fernando de los ... Ríos, y el presidente de la II República, Niceto Alcalá-Zamora, buscando «la mayor utilización nacional que pudiera darse al Palacio de la Magdalena» tras el exilio de su propietario, el rey Alfonso XIII.
La UIMP (nacida como Universidad Internacional de Verano en Santander, lo de Menéndez Pelayo es de los años cuarenta) es criatura de los estímulos educativos y académicos de la Institución Libre de Enseñanza y de una de sus instituciones principales, la Junta de Ampliación de Estudios, en busca de una modernización total de España. Baste observar que el patronato universitario, presidido por Ramón Menéndez Pidal, estuvo compuesto por personalidades en buena parte impulsoras entre las que se cuentan Miguel de Unamuno, José Ortega y Gasset, Américo Castro, Claudio Sánchez Albornoz, José Antonio Rubio, Emilio Díaz Caneja, Enrique Rioja, Miguel Artigas y Pedro Salinas.
Durante los rectorados de Menéndez Pidal y Blas Cabrera, en los primeros años, truncados (como todo) por la Guerra Civil, pasaron por las aulas de La Magdalena destacados intelectuales como María Zambrano, José Gaos, Gregorio Marañón o Xavier Zubiri, además de los antes mencionados.
Era la reunión, al fin, de las generaciones del 98, del 14 y del 27, ya que los brillantes y jóvenes poetas y profesores también impartieron clases o dieron recitales en la Magdalena: Jorge Guillén, Gerardo Diego, Dámaso Alonso y Federico García Lorca. El mismo Pedro Salinas era no sólo el secretario de la institución, sino, quizá, su principal inspirador. Mucho más tarde, en 1980, el rector Morodo concedería la medalla de honor de la UIMP, muy significativamente, a antiguos profesores y estudiantes relacionados con aquellos primeros años de la Universidad, anteriores a la guerra civil, como Jimena Menéndez Pidal, Solitas Salinas y José Antonio Rubio.
Noticias Relacionadas
Raúl Gómez Samperio
MARIO CRESPO
Con la guerra se clausuró la Universidad, que recuperó durante el franquismo otro impulso y la nueva denominación incuestionable de Menéndez Pelayo. Se usaron como sedes y residencias el seminario de Monte Corbán, el hospital de San Rafael, Las Llamas y, tras un acuerdo con Juan de Borbón, el Paraninfo, las Caballerizas y el Palacio de la Magdalena. Es significativa la cierta variedad de cursos (de humanidades, ciencias biológicas y médicas, periodismo, para extranjeros, lingüística, dirigentes sociales, de estudios pedagógicos, de problemas militares, etc) y el fomento de fiestas universitarias que serían el antecedente del Festival Internacional de Santander.
Las décadas siguientes, ya durante la democracia, se caracterizaron por aspectos como la propiedad municipal de la península de La Magdalena, la institución del Premio Internacional Menéndez Pelayo, el esfuerzo de colaboración con instituciones regionales y locales en iniciativas como, por ejemplo, Artesantander, y la creación de un sólido programa de actividades culturales en el que destacan los Martes Literarios. Hacer una selección de personalidades, aunque sea resumida, que han pasado por la UIMP, sería tan injusta como precipitada y, a todas luces, menguada.
Pero volvamos a la efeméride que celebra estos 90 años. «Santander tiene órganos que hacen posible la Universidad Internacional y un largo proceso de sensibilidad cultural». Estas palabras, que pronunció en nuestra capital el ministro Fernando de los Ríos, estaban plenamente justificadas. Santander ofrecía entonces un creciente tejido cultural que convertía a la ciudad en idónea para un empeño cultural y académico de magnitud universitaria. Y es que contaba con la Biblioteca de Menéndez Pelayo, en cuyo marco se celebraban ya cursos para extranjeros que concitaban a profesores nacionales y foráneos, así como un buen grupo de jóvenes de diversas nacionalidades. Disponía Santander, además, de una celebrada Estación de Biología Marina y de un Colegio Mayor Universitario dependiente de la Universidad de Valladolid que celebraba cursos y residencias en el Colegio Cántabro (situado en el solar de la abandonada Residencia Cantabria). A ello había que añadir la Casa de Salud Valdecilla, recientemente fundada, que concitaba un grupo de jóvenes facultativos formados en la excelencia académica y profesional. Todos estos estímulos iniciales han sido narrados con su habitual detenimiento y rigor por Benito Madariaga y Celia Valbuena, entre otros historiadores que han acentuado la relación de nuestra provincia con los más estimables impulsos intelectuales.
El decreto fundacional de la Universidad se encuentra publicado en el número 237 de la Gaceta de Madrid (con fecha de 24 de agosto de 1932). Se puede encontrar fácilmente, como muchas cosas, en internet. Creo que, en este contexto celebrativo, es pertinente recordar alguno de los fundamentos que lo vertebran. Sería por lo demás interesante que la propia UIMP reflexionara sobre este breve documento, cuya distancia cronológica se acorta por la grandeza de los propósitos que cimentan toda fundación que se adjetive como universitaria. El plan de estudios debía responder a la universitas intrínseca a la formación superior, centrarse en la especialización científica pero a la vez indagar en las claves de la cultura moderna. Se insistía en la convivencia de la comunidad universitaria y de «todos los trabajadores de la cultura»: la Universidad Internacional se configuraba como «un organismo de cultura internacional e interregional», con alumnos y profesores extranjeros y nacionales y de diversos grados educativos, reunidos «en un ambiente de común trabajo y trato asiduo». Hermosos propósitos que requerían de humildad, altura de miras y amor por el conocimiento.
¿Ya eres suscriptor/a? Inicia sesión
Publicidad
Publicidad
Te puede interesar
Publicidad
Publicidad
Esta funcionalidad es exclusiva para suscriptores.
Reporta un error en esta noticia
Comentar es una ventaja exclusiva para suscriptores
¿Ya eres suscriptor?
Inicia sesiónNecesitas ser suscriptor para poder votar.