El riesgo de cierre de Nissan Barcelona pone en duda el futuro de la planta de Los Corrales

Los trabajadores de Nissan en la factoría de Montcada i Reixac (Barcelona), a donde estaban llamadas a trabajar unas 110 personas, iniciaron ayer una huelga indefinida, día en el que la compañía retomó la actividad después de siete semanas con la fábrica de la Zona Franca de Barcelona parada debido al coronavirus.

Según explicaron fuentes sindicales a Europa Press, la protesta comenzó en Montcada i Reixac pese a estar convocada en todos los centros porque -detallaron-, parando en esta planta, que se ocupa de la estampación de la carrocería, era suficiente para dejar de fabricar la 'pick-up' de Mercedes-Benz y, al mismo tiempo, asegurar las medidas de protección frente al coronavirus, sostuvieron.

De hecho, según informaron fuentes sindicales a este periódico, se ha puesto en marcha una 'caja de resistencia' para poder pagar a los empleados que se sumen a la huelga.

El asunto es «de vida o muerte», sostienen desde los sindicatos, quienes no han ocultado que la partida que se está jugando supone la continuidad o marcha de Nissan de España. Es más, fuentes conocedoras del proceso aseguran a El Diario que la corporación japonesa ya ha trasladado al Gobierno central, a través de la Secretaría de Estado de Industria, sus intenciones. Fuentes sindicales van más allá y concretan que incluso la corporación ya habría presupuestado el coste de abandonar Europa, unos 1.400 millones de euros.

Trabajadores y Dirección no alcanzaron un acuerdo en la reunión de mediación con la Generalitat celebrada el viernes. La compañía reiteró que el futuro de las plantas de Barcelona se conocerá antes del verano.

Hasta entonces, Nissan tenía previsto retomar la actividad productiva de forma gradual desde ayer con la producción en la línea 2 para cumplir con pedidos de la 'pick-up' de Mercedes-Benz. La movilización de momento ha frenado esta hoja de ruta.

La propia organización informó este lunes de que las factorías de Ávila y de Los Corrales estaban operando con normalidad. En el caso de la fábrica cántabra, retomó el trabajo de forma gradual la semana pasada.

De hecho, la plantilla corraliega todavía no ha decidido si se sumará a la huelga de sus colegas de Barcelona y, en principio, optaban por esperar a conocer los planes de Nissan para sus complejos españoles.

Esta postura de los trabajadores no ha sido óbice para que en Los Corrales ya se hayan puesto en alerta y empiecen a asumir lo que supondría el cierre de la Zona Franca de Barcelona para su propio futuro.

No se descarta, incluso, que la delegación autonómica pida algún tipo de colaboración al Gobierno de Cantabria, aunque en todo caso las apreturas derivadas del coronavirus dificultarían sobremanera cualquier tipo de apoyo económico.

El problema es que a la crisis sanitaria se ha unido la propia parálisis en que se hallaba inmersa la automoción en el viejo continente ante las dudas respecto al diésel; los aranceles promovidos por el presidente de EE UU, Donald Trump; o la incertidumbre que domina la transición hacia un modelo eléctrico.