Tormenta perfecta para jóvenes y mayores

Muchos miembros de esas nuevas generaciones fueron testigos del impacto desde las aulas. Tal es el caso del presidente del Consejo de Estudiantes de la Universidad de Cantabria, David Ruiz. «El inicio de la crisis se empezó a notar en 2009 cuando la tasa de paro comenzaba a llegar a niveles alarmantes (más de un 30% de paro juvenil). No obstante, fue en 2012 cuando se produjo el 'tasazo' y un año más tarde el recorte en becas», recuerda el portavoz, que suma a todo lo anterior problemas como el de la vivienda, el coste de la vida o la precariedad laboral. «Todo mientras los salarios no dejan de bajar», denuncia.

En esta línea, remacha que «nos estamos acostumbrando a la precariedad, no superando la 'crisis'. Me preocupa que la gente se está habituando al mandato de la banca, a los salarios de mil euros, al miedo a ser despedidos».

En el otro extremo de la pirámide demográfica, Gonzalo Barredo, portavoz de la Coordinadora en Defensa de las Pensiones. «Los pensionistas en este periodo hemos perdido casi 20.000 millones de euros, 2.400 de media aproximadamente por cada uno», inicia.

Ya en 2008, la agrupación de jubilados participaba en movimientos sociales denunciando la incipiente precariedad laboral y salarial. «Estaba claro que con esos salarios no se podía mantener la caja de la Seguridad Social. Esa caída unida al aumento del paro ha provocado la rebaja de las pensiones», denuncia.

En la última década el desempleo y el empeoramiento de las condiciones de trabajo han empujado a muchos trabajadores de vuelta a casa de sus padres. «No sólo ellos, también hemos acogido a sus parejas y sus hijos cuando se ha dado el caso», asegura el representante, que insiste en el «peso doble» que los mayores han padecido en este periodo. «A todo esto hay que unir los copagos farmacéuticos y todos los recortes en sanidad», sostiene.

Los casi nueve millones de pensionistas en España son «quienes más acuden a las farmacias y a los centros de salud». En esa línea, el portavoz insiste en la vulnerabilidad del colectivo y los efectos que perduran diez años después, cuando la clase política anuncia más que nunca la salida de la crisis. «Si hubiera habido una crisis la hubiésemos sufrido todos los sectores sociales, pero ese no ha sido el caso. Este periodo lo hemos sufrido los trabajadores, los parados y los pensionistas», zanja.

Desde el Colegio de Economistas, su mandatario, Fernando García Andrés, trata de poner un poco de contexto a todo el proceso. «Desde los cinco años anteriores a la crisis financiera mundial la economía española venía creciendo a tasas significativamente inferiores al ritmo que lo hacía el crédito, lo que se tradujo en un excesivo endeudamiento de empresas y familias. Una política monetaria laxa y una regulación bancaria insuficiente hacían presagiar un colapso en el sistema. La liquidez se esfumó. Era el signo evidente de una profunda y larga crisis».

¿Y ahora? «Todas las previsiones apuntan a que la economía seguirá desacelerándose durante los próximos trimestres, pero creciendo por encima de la media europea. Permanecen las fuerzas internas que impulsaron su recuperación», anota.